Vuelven las bicis

Otros años, llegado el verano el ayuntamiento de Camargo ponía el puesto de préstamo de bicicletas junto al aeropuerto de Parayas. Allí me iba un par de tardes cada semana y me lo pasaba como un enano dándole a los pedales. La semana pasada se me acordó el asunto y el viernes me paré a echar una ojeada por ver si volvían a estar. Efectivamente, estaba el puesto aunque aún no habían abierto. El sábado leía en el periódico que empezaban la temporada y se extenderá hasta el 20 de septiembre. Pues hala, tres meses por delante para hacer ejercicio pedaleando e intentar darle pasaporte a esos kilitos que me cogieron cariño durante el invierno.
Préstamo de bicicletas junto al aeropuerto

Un micro en la repisa

Anda que no pinta la gente cosas curiosas en los lugares más insospechados. En el lateral del hotel «Las Anclas» de El Astillero, por ejemplo. Veo una repisa con un manchurrón negro.
Micro en la repisa I
Pero no es manchurrón… es un micrófono con su cable correspondiente pintados ambos en la repisa.
Micro en la repisa II
Aquí lo tenéis visto desde encima. Ya me gustaría saber qué significa, qué quiere decir o qué proceso mental se da para que alguien se levante un día diciendo… hoy voy a pintar un micrófono en una esquina del pueblo.
Micro en la repisa III

Otro sábado montañero

Pues sí, en enero había dicho que tenía unas ganas tremendas de internarme por estos valles para hacer la ruta que va de Aliva hasta Espinama. Este sábado no había previsto nada especial y el pronóstico del tiempo era bueno así que enfilamos camino a Fuente De para darnos una buena ración de caminar por las montañas.
Puertos de Aliva I
Primer paso: subida en el teleférico versión «solo ida» porque desde ahí todo es bajada hasta Espinama. Ruta sencilla, poco cansada salvo un último tramo con mucha pendiente que cansa las piernas lo que no está escrito. Día siguiente de agujetas aseguradas.
Teleférico de Fuente De
Pasamos por el chalet del rey, por el refugio de Aliva, praderas, valles, mucho que ver, mucho que fotografiar y tenéis asegurada una serie de tres o cuatro entradas dedicadas a esta ruta.
Refugio de Aliva
Pero qué bien que sienta tener un bar a mitad de camino, poder ejercer de señorito y meterse entre pecho y espalda una caña de cerveza fresquita con estas vistas. Seguro que si pusieran más bares en las montañas se duplicaban o triplicaban el número de senderistas, aunque si este fin de semana el helicóptero de la consejería ya tuvo que ir a rescatar a tres personas, no me quiero ni imaginar lo que podría ser si a eso le añadimos un montón de domingueros caminando «cargaditos» al borde de los precipicios. Mejor dejar el tema como está, que luego empiezan los controles de alcoholemia de la benemérita en mitad de la ruta del Cares, las multas por adelantar otros senderistas en línea contínua y es un sinvivir.
Cerveza en el Refugio de Aliva

El faro de Luarca

Como decía anteayer, me dio por repasar fotos antiguas y ademas de campos castellanos me encontré con fotos del faro de Luarca (un pueblo precioso de la costa asturiana), que nunca había publicado por aquí ni en el Galiciaenfotos a pesar de haber hecho alguna entrada sobre el pueblo y sobre el cementerio con mejores vistas de todo el Cantábrico. Pues nada, habrá que ponerle solución a eso. Así es cómo se ve desde el puerto: en lo alto de un monte con la iglesia todavía un poquito más arriba.
Faro de Luarca en lo alto
Y así es cómo se ve justo delante. Ya véis que no es gran cosa, ni muy alto, ni muy llamativo, ni en un paisaje abrupto pero mira, es un faro y eso me basta para añadirlo a la colección.
Faro de Luarca

La Ruta del Cares (VII)

Penúltima entrada de la serie dedicada a la ruta del río Cares entre Poncebos y Caín, esta vez con el recorrido de vuelta que aunque sea el mismo de la ida no por ello deja de ser impresionante y tiende uno a quedarse boquiabierto en la contemplación de valles así.
Camino de vuelta hacia Poncebos
El canal que acompaña la ruta a veces va al mismo nivel, otras veces por arriba y en este caso por debajo.
Cascada en el canal I
Hasta se desborda, generando una cascada artificial que lleva el agua montaña abajo hasta el río.
Cascada en el canal II
Vamos con un vídeo sacado desde el camino en la ladera para que veáis a qué altura estaba. Como ya empezaba a tener la cabeza para poco discurrir, sólo se me ocurre sacarlo en vertical que así desperdiciamos más de la mitad de la pantalla. A veces demuestro una escasez de inteligencia nivel paramecio que yo mismo me asombro.


¿Qué se ve aquí? ¿El canal entrando en la montaña? ¡No! Dos ojos y una boca que se están comiendo el canal, clarísimo. Pareidolia en estado puro.
Cara en la montaña
Menudos valles, menudas cascadas, menuda canal esa que baja desde lo alto de la montaña. Muy recomendable para hacer prácticas de escalada y muy poco recomendable para pegar un patinazo si no queréis bajar rodando muchos, pero muchos metros.
Canal y cascada en la montaña
Señales en la ruta avisando del riesgo de desprendimientos, señales que han ido llenando de pegatinas variadas.
Señal con pegatinas
Anda… carreiros.es, esto me suena a gente de mi tierra pegándose caminatas por el mundo adelante.
Pegatina de carreiros.es
Sólo un último detallito antes de acabar la entrada. Me iba fijando en el valle, concretamente en la parte baja de la ladera porque en algunos puntos se notaban unas líneas en la montaña que iban paralelas al río.
El río Cares
En el último tramo (cerca de Poncebos) por fin pude distinguir qué eran esas líneas: debe haber otra vía pegadita al río por la parte de abajo. Huy, huy, huuuy, eso tengo que verlo bien porque también promete buenas vistas. Anda que si se puede hacer la ruta del Cares por ahí abajo ni me lo pienso, repito seguro. Pero otro día que hoy llevo los pies que ni los siento…
Sendero junto al río

Con ganas de kilómetros

Repasando fotos antiguas me he dado cuenta que hace tiempo que no paso por Castilla, que no veo esos enormes campos de trigo con aspecto de aquí no cae una gota ni por aproximación…
Campos de Castilla
Tampoco paso por aquellos pueblos que tanto me gustaba recorrer, en medio de secarrales y con sus castillos en lo alto.
Tierra castellana y castillo
Ni camino por las calles desiertas a la hora de la siesta, ni me pierdo entre ruinas olvidadas.
Ruinas en Castilla
Ganas hay, pero me temo que se tendrá que esperar al otoño porque meterte en el centro de España en verano con temperaturas de treinta y muchos grados muy apetecible no es. Así que calendario planificador, septiembre, apuntar hacer una visita por Castilla que ya van siendo horas.

La Virgen del Pilar en Santander

Cuando se menciona la Virgen del Pilar seguro que a todos lo primero que os viene a la cabeza es Zaragoza. A los vecinos de la calle Perines igual no, porque ellos tienen su Virgen del Pilar propia encima de esta columna que por algo es la patrona del barrio.
La Virgen frente a los lavaderos de Perines
Por lo que puedo ver en esta comunidad se llevan las imágenes pequeñitas. La Bien Aparecida (patrona de Cantabria) es de tamaño reducido y esta otra tampoco se queda atrás.
La Virgen del Pilar de Perines
El edificio que está justo detrás son unos antiguos lavaderos en los que ahora reside la asociación de vecinos del barrio, o por lo menos eso pude ver en un cartel recién pintado en el lateral izquierdo.
Cartel de la asociación de vecinos
Hay que reconocer que esta zona se ve avejentada, con calles estrechas y oscuras, mucho edificio antiguo y unos cuántos con aspecto de ruina, como ese de ahí enfrente.
La Virgen del Pilar en su entorno
Un «Despacho de pan», sabe dios cuánto tiempo lleva cerrado ese negocio. Qué bien le vendría a la ciudad un buen repasillo a estos barrios, a la calle Alta, a la zona de San Celedonio y Tantín, algunas calles de la parte alta de Tetuán, etc, etc.
Despacho de pan

Visita del A-33 Hespérides

Primero fue el Malaspina, y el lunes pasado se pasaba por Santander el barco de la Armada A-33 Hespérides. Era visitable entre las cuatro y las ocho de la tarde, de modo que un servidor llevó su Clio a pasar la ITV y tras superarla como un campeón encaminamos nuestros pasos al puerto para echarle una ojeada al buque, discreto como pocos con ese casco de color naranjito.
Barco Hespérides en el muelle de Santander
Este se dedica sobre todo a labores oceanográficas y, ya puestos, se pasan por la Antártida para llevar provisiones y combustible a los científicos que están currando allí. Por si no lo sabíais tenemos hasta una base en la Antártida), cágate lorito. Será por eso que le han colocado un escudo con un pingüino rampante en una de las chimeneas.
Pinguino en el Hespérides
Al ser de mayor tamaño que el Malaspina dio para una visita más entretenida. Subes la pasarela, das unas vueltas por el interior y apareces en el puente de mando. Desde abajo no lo aprecias pero hay que ver lo alto que parece aquello.
En el puente de mando del Hespérides
Un miembro de la tripulación estaba explicando las funciones del barco por el mundo adelante, lo mismo desarrollan tareas de oceanografía en la costa española como se van al polo sur a muchos grados bajo cero, intentando navegar entre los trenes de borrascas que se dan por allá abajo. Ganas daban de pedir alojamiento porque seguramente vean unos paisajes y una de bichos que para alguien pegado a una cámara como yo sería el summum. Claro que también llegado el invierno soy de lo más propenso a resfriados, catarros, bronquitis y demás, así que asomar la jeta cuando fuera tienes una sensación térmica de -30ºC no sé si sería muy recomendable para mi salud.
Explicaciones en la visita al Hespérides
Salimos del puente y pasamos por la sala de oficiales, que supongo será donde pasen la mayor parte del tiempo libre mientras andan por la parte baja del planeta. Aquí se está calentito, hay una tele para ver los partidos de la selección española mientras que fuera hace un frío que te pelas y a los pingüinos no parece gustarles mucho el fúrbol.
Sala de oficiales del Hespérides
A popa tienen una pequeña cubierta negra con pinta de helipuerto. Aunque por tamaño no me lo parecía (es bastante pequeñito), las vallas y el mástil son abatibles con el mismo sistema que el helipuerto del buque Castilla así que suponía que esto sería para lo mismo. Una ojeada a otras imágenes del barco que encontré en Google me lo confirmó, aquí a veces llevan un helicóptero chiquitito de este estilo.
Cubierta de aterrizaje
Esta vez tuvimos buen tiempo y hubo bastantes más vistantes que con el Malaspina, poco a poco llegaba un reguero continuo de gente con ganas de subir al barco. Antes de hacerlo toca dejar bolsos, mochilas y paraguas en esas mesas de abajo, junto a la escalera. Fijaros que no cabía nada más, señal de bastantes visitas. Y cada vez me gusta más esto de ver el mundo desde lo alto…
Más gente que viene a visitar el Hespérides
Concluido el paseo por el interior del barco volví al muelle e hice lo que no vi hacer a nadie más: acercarme a la popa a ver cómo es por detrás, que la foto más típica suelen ser las de proa como la primera de la entrada pero desde detrás también se puede sacar una vista maja. Siempre y cuando no te coloquen un contenedor ahí a la derecha, claro.
Popa del Hespérides
Mira tú por donde no hace nada que hablaba del barco de Santander Bahía Tours y justo hoy me los encuentro dando un paseo por la Bahía. Me preguntaba el otro día cuándo empezarían con los tours marítimos. Pues pregunta respondida: ya mismo.
Barco de Santander Bahía Tours

Estoy fatal, fatal, fatal

Esto ya empieza a ser exagerado. Vamos por la calle y donde la gente ve un contenedor subterráneo de basura hecho polvo y carcomido, lo que me preocupa a mi es que me está mirando con cara de pocos amigos así que ojito al darle la espalda que estos bichos nunca se sabe cómo van a reaccionar…
Cara en la basura
Es broma… pero lo la pareidolia es lo que tiene, vas viendo caras donde menos te lo esperas.

Tierra de ermitas

Esles es un pueblo de esos que definen como «singulares». Situado unos veinte kilómetros al sur de Santander, allí otra cosa no sé pero casas señoriales blasonadas y ermitas hay las que queráis y más. La primera justo en lo alto de una colina cuando llegas al pueblo. No me acerqué a verla, pero ese colorido de la piedra con el cielo azul y el prado verde hace un panorama cántabro al 100%.
Ermita en Esles I
La segunda está en la entrada al pueblo. Tiene menos encanto, es pequeñita, con campanario, escudo blasonado en la fachada y un precioso cable cruzándola para tortura de aquellos a los que nos gusta sacar fotos.
Ermita en Esles II
Puerta blindada con cerradura de alta seguridad y cadena a juego. Seguro que al verla cualquier posible ladrón escapa horrorizado.
Puerta de la ermita
Una inscripción sobre el dintel indica, además de mucha otra palabrería, que la ermita fue hecha en mil seiscientos ochenta y pico. Ya tiene unos añitos, ya.
Inscripción sobre la puerta
El escudo no sé si será de la época, la parte central seguro que no. Este es más simplón que otros que he visto: ni leones, ni sirenas y pocos muñequitos.
Escudo en la ermita
El interior tampoco es para echar cohetes. Altar de piedra, una ventana con vidriera y una cadena colgando que no sé si será para tocar las campanas, da la impresión que se había caído de algún lado y ahí quedó.
Interior de la ermita
La siguiente podemos encontrarla unos metros más abajo, sobre un prado junto a unas pacas de hierba.
Ermita en Esles III
Pero… ¿esto qué es lo qué es? No es una ermita de verdad, ¡es una maqueta!
Ermita en Esles IV
El campanario mide algo más de dos metros de alto y la ermita está hecha al detalle, hasta con pinturas donde deberían ir las ventanas. Se ve también que no era de este año, el paso del tiempo ha ido dejando huellas con forma de desconchones en la pintura, hierbas en el tejado o rotos en la base. ¿Para qué harían ésto, me pregunto…?
Ventana de la ermita
Aún hay más ermitas en el pueblo, pero bueno, si eso lo dejamos para otra entrada no nos vaya a dar una sobredosis de santidad a estas horas de la mañana.

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