Hecho en Cantabria

Triperos y zampabollos del mundo entero, estamos de enhorabuena. Desde hoy viernes hasta el domingo se celebra en el Palacio de Exposiciones una gran exposición de productos agroalimentarios cántabros organizada por El Diario Montañés. Habrá de todo: carnes, pan, vino, embutidos, queso, anchoas, pimientos, cervezas, orujos y por supuesto dulces de todo tipo, sobaos, miel, arándanos, etc. Un total de noventa tiendas en las que poder comprar un montón de cosas a cada cual más rica.
Hecho en Cantabria
Aquí podéis leer un especial del periódico en el que sale todo lo que podréis ver. Avisados estáis, el que se lo pierda que luego no me venga llorando, ¿eh?

En el Cabildo de Arriba (I)

Mientras caminaba por una de las cuestas santanderinas veo allá a lo lejos una torre con pinta de antigualla que sobresale sobre los tejados. Le saco una foto y la parienta me mira con cara de «oh, noooo…». Cómo me va conociendo esta mujer, cómo sabe que la curiosidad me puede y allá donde vea algo distinto, allá me voy a ver qué es.
Callejeando por Santander
Esa zona viene siendo el barrio del Cabildo de Arriba, cruzado principalmente por la Calle Alta por la que sólo pasé una vez andando desde la Plaza de México y no me quedaron muchas ganas de repetir. Todo edificios bastante avejentados, locales comerciales cerrados y pinta de necesitar una renovación total con urgencia. Pero bueno, independientemente de eso, esta torre no la había visto así que allí nos dirigimos.
Torre a lo lejos
Entramos en ese barrio por una subida justo frente al ayuntamiento, la Cuesta del Hospital. El aspecto general difiere poco del resto del barrio, casas antiguas, mucha ruina y solares vacíos.
Edificios ruinosos I
Este edificio es el número diecisiete. En la Wikipedia decía que era un «curioso edificio con fachada de sillería, actualmente amenazando ruina, ejemplo de las viejas construcciones desaparecidas de la zona». Ah… pues vale, pero es como mi cuenta del banco: interés cero.
Edificios ruinosos II
El de la parte de atrás no está en mejor estado. Más bien todo lo contrario, le queda una pared en pie y las ventanas, por si los vecinos inexistentes se quieren asomar por ellas. Los únicos que salen beneficiados son los de la casa marrón de la derecha, al no tener nada delante habrán ganado unas vistas y una luminosidad que ni podrían imaginar si llegan a construir en ese solar.
Edificios ruinosos III
Justo enfrente otro por el estilo. Madre mía, le digo a la parienta de venir a vivirnos a esta calle y le da un jamacuco.
Edificios ruinosos IV
Claro que el de la foto anterior aún es mejor que este, que la casa está solamente dibujada. El interior no lo vi pero me lo imagino.
Edificios ruinosos V
Al final de la Cuesta del Hospital encontramos un cruce que enlaza con la Rampa de Sotileza y la Calle Alta, donde se ven edificios no tan hechos polvo pero tampoco en un estado como para echar cohetes. Hay muchos con su historia. Este, por ejemplo.
Escuela de Artes e Industrias
Aquí estuvo la Escuela de Artes e Industrias hace 112 años ni más ni menos, como bien indica la placa superior. Las dos placas inferiores indican el nombre de la calle, una porque sí y la otra por si no había quedado claro la primera vez.
Placa de la Escuela de Artes e Industrias
Hacia el otro lado hay más edificios por el estilo, aunque por lo menos pintados por fuera y medianamente presentables. En esa esquina está el Centro de Danza Armengou, quien lo adivinaría viendo el dibujo de la persiana metálica.
Centro de baile
Llamativas las instalaciones eléctricas y, como no, por aquí también pasa el Camino de Santiago. ¿Hay acaso alguna carretera, vía o camino por donde no pase? Es que si me llego a encontrar el cartel con la concha del peregrino mientras iba hacia la cabaña verónica ni me hubiera extrañado.
Por aquí pasa el Camino de Santiago

Tiempo de ollas ferroviarias

Llega el invierno, llega el frío, llega el tiempo de las ollas ferroviarias. ¿Y eso qué es lo que es? Pues básicamente una olla metida en un recipiente dentro del que se pone carbón caliente y así se va haciendo el puchero poco a poco. Las hay de formas diversas pero generalmente su aspecto es este:
Olla ferroviaria
Tienen su origen en la estación de La Robla, Mataporquera (al sur de Reinosa). Los maquinistas y fogoneros que hacían la ruta hasta Bilbao allá por 1894 se las apañaron para conectar un tubo desde la caldera del tren hasta la perola y así poder comer caliente. Poco después pasaron al «prototipo B» más cercano a lo que se ve en la foto. Dos recipientes, el grande con el carbón y el pequeño con la comida que se iba haciendo lentamente. Los jefes de estación viendo el invento se apuntaron al tema y desde ahí se fue extendiendo el invento hasta hoy, que es algo bastante conocido por aquí. Existe incluso una página ollaferroviaria.com donde podéis ver su historia al completo, el funcionamiento, recetas y si acaso estáis de antojo, incluso comprar una.

Otra posibilidad para verlas en vivo es pasarse por Mataporquera el 16 de julio (fiestas de Nuestra Señora del Carmen) porque ese día hacen un concurso de olla ferroviaria. Yo me lo acabo de apuntar en el calendario y con un poco de suerte el próximo año les hago una visita, aunque un puchero de estos con el calor del mes de julio no sé qué tal entrará…

La capilla baja del Cristo (II)

La leche, cómo van pasando los días y se nos acaba el año, cómo van pasando las entradas y cuántas se me quedan atrás nada que me despisto. Normalmente cuando divido un tema en varias partes suelo ir haciendo entradas con una semana o diez días de diferencia cada una, pero en septiembre puse la primera sobre la capilla baja del Cristo de la catedral santanderina y hasta hoy ni me acordé de la segunda. Hale, vamos allá. Recordar que estaba visitando la capilla que se encuentra justo debajo de la catedral. Primero había mostrado la estructura, el suelo acristalado con restos romanos debajo y las cabezas de los patronos santanderinos. Hoy vamos con detalles, como un altar que hay en una de las esquinas.
Altar en la capilla I
Hay que reconocer que estas cosas se las curraban, estatuas bien trabajadas y no de esos adefesios modernos que acaban en el Guggenheim, con expresividad, bien dimensionadas (no como los portugueses), que se ven como arte independientemente de si uno se cree estas cosas o no.
Altar en la capilla II
El pie del altar está totalmente lleno de nombres por los lados. Buscando un poquito en internet parecen ser los fusilados en el barco-prisión Alfonso Pérez, otro de esos penosos episodios de la guerra. El 27 de diciembre de 1936 la aviación alemana bombardeó Santander causando más de sesenta muertos. Como venganza, fueron a por los prisioneros del barco y mataron a casi ciento sesenta, que deben ser los que figuran al pie del altar.
Inscripciones en el altar
Como en la catedral, aquí también hay unos cuadros bastante llamativos para los que se suelen ver en las iglesias. Asi a bote pronto me recuerda el estilo de Tamara de Lempicka, sobre todo por la forma de pintar, las masas de color y esa sombras. Claro que yo de pintura entiendo lo justo, soy más de Procolor o Titanlux que de pincel fino, tampoco os vayáis a creer…
Cuadros en la pared
Este ya es otro estilo. Un cuadro con talla de madera encima representando cómo bajaron a Jesús de la cruz y en la parte de abajo cómo lo enterraban.
Talla en la pared
No tendría más historia salvo que uno de los personajes de la talla fue verlo e inmediatamente me vino a la cabeza la madre de Brian en la película «La vida de Brian«, de los Monty Phyton. Un airecillo sí que tienen, aunque a veces el cerebro hace unas asociaciones que me dan ganas de abandonar la cerveza antes de que se me acaben de cruzar los cables.
Detalle de la talla
Por último, a la derecha del cuadro del descendimiento hay otro retrato de un señor que viene siendo José María Corbín Ferrer, al cual no conozco de nada pero viendo que la palmó el 27-12-1936 y coincidiendo esa fecha con lo del barco prisión «Alfonso Pérez» ya os podéis imaginar el resto. Efectivamente. Un pase por Google nos cuenta que había nacido en Valencia, vino a estudiar a Santander y con la guerra lo trincaron, se lo llevaron al barco y fue fusilado. En fin, a ver si con un poco de suerte ganan las neuronas y nunca vuelven a repetirse hechos así.
Cuadro junto a la talla

Por pequeño que sea

Da igual que sea mínimo o esté escondido… en cuanto la gente ve un hueco, allá va uno detrás de otro a usarlo como papelera.
Mini hueco es mini papelera I
Una caja para el contador del agua en Liérganes con un roto, qué buen lugar para dejar un papel, una bolsa de patatillas y lo que se tercie. Para qué molestarnos en ir hasta la papelera más próxima, que lo recoja el dueño de la casa que seguramente no tiene nada mejor que hacer.
Mini hueco es mini papelera II
Dicen por ahí que somos europeos. Viendo estas cosas no me lo acabo de creer del todo.

Feria de Muestras de Torrelavega (I)

En una esquina al norte de Torrelavega y pegada al río Saja está la Feria de Muestras de Torrelavega, también conocida como «La lechera». Se trata de una antigua fábrica de azúcar reconvertida en industria lechera y reconvertida finalmente en local donde hacer ferias y exposiciones.
Feria de Muestras de Torrelavega
El aspecto sigue siendo industrial con sus naves de ladrillo cara vista y esa chimenea. Como cañones hay por todas las esquinas de Cantabria, aquí también hay uno en los jardines junto al párking.
Feria de Muestras de Torrelavega y cañón
Pero mira tú por donde resulta que este cañón no fue fabricado en La Cavada, como cabría esperar de una localidad conocida por dedicarse mayormente a esa actividad. Este ha sido regalo de la localidad francesa de Rochefort-Sur-Mer como muestra de buena voluntad por el hermanamiento de ambas ciudades.
Placa del cañón I

Placa del cañón II
Allí cerca hay un buen número de mástiles dispuestos para albergar un montón de banderas. Si haces paracaidismo en las inmediaciones te recomendaría que aterrices en cualquier lugar de Torrelavega menos aquí si no quieres pasar unos meses sin poderte sentar.
Mástiles picudos
En los jardines exteriores hay una recopilación de maquinaria en desuso procedente de distintas industrias de la comarca que el escultor Lucio Marcos plantó allí.
Estatua maquinística
Ahí se ve al fondo otro trasto en amarillo, junto con una placa en primer plano de esas que tanto les gusta inaugurar a los políticos. Hala, quede inaugurado en 1991 el conjunto museístico de La Lechera.
Máquina y placa

Placa con dedicatoria
A mi las placas me importan bien poco, pero los trastos… eso ya es otro cantar. Los miro, remiro, fotografío, veo qué hacen, qué se supone que deben hacer, qué piezas tienen… la leche, es que me encantan. Pero casi mejor dejamos la muestra de artefactos expuestos para otro día, que son unos cuantos.
Máquina perforadora

Para mear y no echar gota

Tras el relato del otro día vamos a continuar con las historias mingitóricas en Burdeos. Pongámonos nuevamente en situación: restaurante tailandés. Cervecita. Ganas de hacer aguas menores. El WC en el sótano. Allá me voy y me quedó alucinado. Varios puffs a la puerta por si hay que esperar. Cuarto de baño unisex. La pintura de las paredes, inenarrable en su estilo de pantalón perroflauta. Sobre el espejo un proyector de vídeo crea imágenes en la pared de enfrente. En toda mi vida había visto un meadero así, estos franceses nos llevan ventaja innovando en el asunto.
Cuarto de baño psicodélico

Camino de la Cabaña Verónica (III)

Tercer y último episodio de la epopeya de un gallego emigrado a Cantabria que quiere hace de montañero dominguero por medio de los Picos de Europa caminando entre piedras, piedras y más piedras. En la entrada anterior me quedaba con visión directa de la Cabaña Verónica pero aún quedaba por dar el último rodeo, afrontar la última subida y, como no, atravesar el último pedregal.
Inicio del final de la subida a Cabaña Verónica
Casi llegando aparece la inconfundible silueta del Pico Tesorero. No parece excesivamente complicado llegar arriba, me lo apunto por si algún día quiero subir hasta los 2.568 metros.
Pico Tesorero
A su derecha otro pico, creo que el Pico Arenizas, muy curioso por tener un arco de piedra en la parte izquierda. Otro lugar al que no parece excesivamente difícil llegar aunque por las inmediaciones vi gran cantidad de simas, de esas que te caes por un resbalón y te descubren quince días después gracias a la acumulación de buitres alrededor.
Pico a la derecha del Tesorero
¡Por fin, por fin, ya estoy al pie de mi destino, ahí se ve! Pero para rematar… otra subidita pedregosa. Y está costó, vaya si costó. Dos horas caminando por la montaña, en altura, todo hacia arriba, llegado aquí las piernas iban con pocas ganas, para qué lo vamos a negar. Pero como uno es cabezón, hala, calla la boca y tira p’alante.
Pedregal al final de la subida a la Cabaña Verónica
Fijaros qué pinta tiene el último tramo. Saltando de piedra en piedra, avanza, retrocede que por aquí no es, agarrándome, algún patinazo, hale, hale, que ya no queda nada…
Finalizando la subida
Y llegué… costó, pero según dicen las cosas que cuestan son las que más se disfrutan. No sé si creérmelo… coger un martillo y darme en el dedo gordo del pie me costaría un montón, pero disfrutar, dudo mucho que disfrutara mucho. Alguno habrá que le guste, a mi si es en dedo gordo del pie ajeno si, pero en el propio no me motiva en absoluto.
En la Cabaña Verónica
Algo que no sabía y pude comprobar luego en casa (las cosas de ir a la buena de dios sin estudiarme antes la ruta) es que una de las piedras alargadas de la foto anterior es la conocida como «Aguja de la Canalona», donde el personal va a practicar escalada. De esas montañas, la de la izquierda son los Picos de Santa Ana, la del centro es Peña Vieja y entre ambas está esto. La piedra gorda del centro es la susodicha Canalona.
Aguja de la Canalona
En la mesita justo delante del refugio me senté para disfrutar de las vistas, beber y recargar fuerzas con la comida que llevaba. Rápido apareció un mirlo a mi lado, echándome reojadas a ver si de chiripa le caía algo. Como uno tiene debilidad por los bichos acabé compartiendo, aunque se lo ponía al extremo del banco a ver qué hacía y el muy jodío no se acababa de confiar. Saltaba de un lado para otro, del aquí para allá hasta que la gula podía con el miedo y en un arrebato de valor se acercaba, picoteaba lo que le había dejado y salía pitando a toda mecha. Aunque él y otros semejantes estaban libres por los alrededores, algún contacto con seres humanos tuvo anteriormente a juzgar por los anillos marcadores en ambas patas.
En compañía para comer
Junto a los soportes de unos paneles solares hay un esquí amarrado con unas bridas. Supongo que algo querrá decir, o será un homenaje a Mariano el antiguo guarda.
Esquí pegado a la base de los paneles solares
Reposado, relajado y más descansado iba a emprender la vuelta cuando un ratito de charla con el guarda actual me hizo cambiar de idea. Venga, otra vez toca cuesta arriba que había más que ver en los alrededores y para una vez que vengo aquí no me voy a perder un mirador como el que os mostraré otro día. Finalmente a eso de las cuatro y media emprendí la bajada. Mucho más sencilla, rápida y facilita porque hasta los pies parece que van solitos. Pasito ligero, que el último teleférico es a las seis y no me haría ninguna gracia tener que pernoctar arriba. Bastante gente se volvía por la misma ruta y tarea completada sin mayor dificultad.
Volviendo desde la Cabaña Verónica
Ahora, que cuando te quitas las botas y te sientas en el coche… bufffff… aún me queda hora y media de carretera hasta casa. Esto del montañismo es para masoquistas, os lo digo yo.

Las tres mentiras

Santillana del Mar es la villa de las tres mentiras: ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. De las dos primeras no os digo nada, pero de la tercera tengo pruebas gracias a esa costumbre de fotografiar las dichosas plaquitas de altura que suelen estar en el ayuntamiento. Si el pueblo está situado a noventa y un metros sobre el nivel del mar, escasas son las posibilidades que le veo para tener playa en las inmediaciones. Podría ser que tuviera un acantilado y una playa noventa y un metros más abajo, pero viendo el mapa y comprobando que está a unos dos kilómetros y medio de la costa en línea recta, la cosa se les complica notablemente.
Altura de Santillana del Mar

Sopas de letras en Mazcuerras

Algún forofo de los pasatiempos clásicos debe haber en Mazcuerras a juzgar por lo que vi cuando me pasé por el pueblo. Cartel del ayuntamiento. Cartel basado en las conocidas «palabras encadenadas».
Cartel en Mazcuerras
Cerca de allí una iglesia bastante normalita, sin nada más destacable que llegamos sobre las doce de la mañana y la emprendieron a tocar las campanas que casi nos dejan sordos. No entré porque iba a empezar la misa pero tampoco tenía excesivas esperanzas en que hubiera algo especialmente destacable dentro.
Iglesia de Mazcuerras
Frente a la iglesia hay una marquesina. ¿En qué se han inspirado? En las famosísimas sopas de letras.
Marquesina frente a la iglesia
Aquí la vemos «al derecho». ¿Qué habrá que buscar? ¿Cinco escritores cántabros? ¿Seis pueblos? ¿Cuatro actividades que hacer allí? A decir verdad, lo único que encontré fue la palabra «caga» a media altura por la derecha, pero dudo que sea eso…
Marquesopa de letras

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