Aquí también gusta comer

Aquí, allá y en todos los lados, está claro. Según vamos visitando pueblos también retrato carteles que me interesan aunque ya hayan pasado las fechas, así me voy haciendo el «fondo de armario» de acontecimientos a tener en cuenta el próximo año. Tomemos nota para el mes de noviembre, que la cosa promete. ¿Os habéis fijado qué pinta tiene esa olla? Es un cocido montañés (aquí tenéis la receta) y fijaros cómo son las cosas, que o bien han colocado todos los elementos exactamente igual, o la foto del cartel la han sacado de la Wikipedia

La bandera en el desfiladero

Ya he comentado alguna vez que aquí he visto cómo tienen la bandera española ondeando en lugares variados y no pasa absolutamente nada, sean rotondas, balcones o edificios oficiales. De momento el lugar más curioso que he visto fue una peña en el Desfiladero de la Hermida. Paseábamos por el pueblo y allá a lo lejos se distinguían los colores rojo y amarillo entre el gris de la piedra.

Ampliando un poquito se distingue mejor, y se aprecian también, como no, los cables por el medio. Yo no sé qué pasa, si seré gafe o desde arriba me están toreando como si esto fuera «El Show de Truman» porque ya empieza a parecerme raro que cada foto curiosa siempre lleve aparejados unos cablecitos por medio.

¿Iglesia o plaza de toros egipcia?

Mira que he visto iglesias curiosas, pero en Torrelavega tienen una (la de la Virgen Grande) que me dejó anonadado. Vista de lejos, así redonda y con los arcos arriba lo primero que me vino a la cabeza fue que aquello era la plaza de toros. ¿O acaso no lo parece?

Enseguida te das cuenta que o mucho ha cambiado el cuento, o las plazas de toros no tienen campanario ni una cruz en todo lo alto, pero si llamativa es la vista desde un lado, al girar la esquina sigue la sorpresa por lo extraño de sus formas. Fijaros especialmente en eso verde y dorado sobre la puerta de entrada.

Es una imagen de la Virgen, pero con esa estética tan egipcia si os soy sincero no me hubiera extrañado nada encontrar una efigie de Cleopatra o del faraón Tartamudosis IV. Y el caso es que feo, lo que se dice feo no hace, será que como soy poco de dorados el conjunto me chirría en los ojos.

Ha nevado por aquí

Visto que había pasado un temporal de nieve por estos lugares, que había nevado en abundancia y todo eso, tocó hacer un esfuerzo para ir a fotografiar los resultados aunque si os soy sincero, todo fue una miserable excusa porque el fin último era papearnos el segundo cocido lebaniego de la temporada. Por el camino y para cumplir el expediente fui retratando todo aquello que encontré manchado de blanco, fueran montañas…

Pueblecitos, como Espinama…

O incluso coches, en el mismo lugar.

Se nota que por la noche o bien nevó, o los amigos del dueño del coche son una panta de gamberros con ganas de gastarle una broma.

Otro contador de rayos

Una de las ventajas de andar por el mundo con los ojos abiertos, además de lo que se aprende, es que puede pasar que llegado un día te acerques a un faro y de pronto digas «Anda, mira, un contador de rayos«, para sorpresa de aquellos que te rodean a los cuales verás poner cara de «mira tú, parecía tonto y a lo mejor hasta es tiene la EGB». Eso mismamente podría haber pasado en el Faro de Cabo Ajo, construcción en la que por la parte de atrás podremos ver ésto:

Si nos acercamos más, el contador lo tenéis arriba a la izquierda. Por cierto, se me olvidó ver cuántos habían caído aquí, porca miseria, hay que volver.

Ahora que lo pienso, esa es otra diferencia entre el Baixo Miño y Cantabria. Allá, llegado el final del verano y alguna vez en invierno, se montaban unas tormentas de rayos impresionantes. Veía caer uno cada tres o cuatro segundos y me quedaba un buen rato en la ventana porque el espectáculo lo merecía. Aquí aún no he visto un rayo. Mejor, porque uno de los perros cuando oye el primer trueno se caga por la pata abajo, y no en sentido figurado, así que como venimos a este mundo a sufrir y trabajar, cuantos menos rayos menos tarea de limpieza de casa me dará el perrito y mejor sobrellevaré el paso por la tierra.

El Angel Exterminador

Lo mismo que en Luarca no es de recibo pasar sin visitar su cementerio, en Comillas pasa lo mismo porque tiene mucho que ver. Este es fácil de encontrar porque luce en todo lo alto y más que luciría si no le hubieran puesto el dichoso poste de la luz con los cables colgando ahí delante pero qué le vamos a hacer, es mi triste sino fotográfico.

Evidentemente os habréis fijado en esa estatua que hay arriba de todo. Ese era precisamente mi primer objetivo, ignorante como iba de otras cosas que encontraría dentro. Se trata del Angel Exterminador, hecho en mármol por un tal Josep Llimona hace más de cien añitos, concretamente allá por el 1895. Menos mal, si llega a ser hoy en día sabe dios qué adefesio ponen ahí arriba, probablemente en hierro oxidado para hacerme sufrir.

Movilizándome

Prepararos, que hoy viene otro tocho de muchas letras. Tras las aventuras para dar de baja el teléfono con el ADSL anterior y de alta un ADSL nuevo aquí, hoy toca la aventura de cambiar el móvil. Pero antes de explicar el proceso, aclaremos unos puntos. Primero: ODIO los móviles. No el aparato propiamente, si no el uso que se les da, el desmadre de la gente con el chisme todo el día pegado a la oreja y sobre todo, quienes consideran que te pueden llamar a las doce de la noche (porque seguro que no tienes vida fuera de la oficina) para consultar una duda que no corre la menor prisa ni pasa nada si se resuelve mañana, o el que te llama a las ocho de la mañana aunque empiezas a las nueve con un «necesitaba saber una cosa» que por supuesto tampoco corre prisa pero el caso es joder al prójimo. Por eso nunca quise un móvil de empresa. Aunque me lo ofrecieran muchas veces era el único del curre con móvil particular únicamente. Al salir de la oficina le quitaba el sonido y si os he visto no me acuerdo hasta mañana a las nueve. Nadie me podía decir nada porque mi móvil es mío y hago con él lo que me da la real gana.

Segundo, los aparatos en sí me dan igual. A la hora de escoger un teléfono lo único que le pido era que pese poco, se pueda llevar fácilmente en el bolsillo y la batería dure unos días. No soy forofo de ninguna marca y me da una soberana pereza cambiarlo, así que voy tirando con ellos hasta que se caen de viejos. El último era un Sony Ericsson W880i que me regalaron en 2008. Cómo funcionaba sin problemas, era extraplano, pesaba poco y la batería duraba cuatro o cinco días, ni me planteaba cambiar. El 99% del uso que le daba era hablar poquito por teléfono, escuchar música y fotografiar las barbaridades que veía por la calle, así que iba sobrado. Pero nada es para siempre, dice la canción. Unos días antes de venirnos aquí empezaron a fallar las teclas 7, 8, 9, el botón de llamar y el de bajar el sonido. Aunque iba tirando con el resto de teclas, empezó a rondarme la idea de que o bien SonyEricsson había jackeado mi móvil para obligarme a comprar otro, o tocaba un cambio.

Primer problema: por lo que se ve, ahora son todos táctiles, todo smartphones, Androids, iPhones, todos con tarifas de datos, los modelos no-smartphone eran mas feos que pegarle a un padre con un calcetín sudao… ¿qué hago? Pues yo que sé… llamaré a mi operadora de siempre (aquellos de color rojo) a ver qué me ofrecen, llevo un porrón de años con ellos pagándoles dos líneas mes tras mes (también hay que reconocer que tenían una tarifa que se ajustaba como un guante al uso que le daba al móvil) así que algo me regalarán. Asombrado me quedé, oiga. Me debieron ofrecer la última morralla que tenían y, lo que es peor, sin ganas ni hacer lo mas mínimo por disimularlo. Pues nada, a grandes males grandes remedios, me voy a una tienda de otro operador, pruebo un montón de modelos y si quiero me dan el que me llenaba el ojo por nueve euros. Leches, un móvil así de barato y coreano igual es una porquería. Consulto en internet y la gente que lo tiene dice que hasta funciona y parecen satisfechos. Tarifas decentes, sin consumo mínimo, con internet… pues mira, creo que me voy a cambiar. Por si acaso vuelvo a llamar a mi operador, les digo que otra compañía me regala los dos móviles y si no hacen lo mismo me cambio. No hubo manera. La que me atendió no tenía la menor intención de conservar el cliente, es más, me dio una sensación como si molestara. Pues nada bonita, con tu pan te lo comas que me las piro, el día que nos larguemos todos a ver si la empresa te paga por no hacer nada. Al día siguiente estaba firmando los papelotes para cambiar de compañía.

¿Qué pasó después? Desde el día que se solicitó la portabilidad salíamos a dos llamadas diarias de la señorita de Vodafone para intentar convencerme y que no nos fuéramos, regalándome móviles, bajando las tarifas, lo que quisiera. Cómo somos en este país, hasta que le ves las orejas al lobo no mueves un dedo. Gastan cantidades ingentes en publicidad para captar clientes, pero luego en vez de cuidarlos, o es el cliente el que llora o no te dan nada. Y si sólo pide un móvil decente cada tres años, que no una cosa exagerada de gama alta y no se lo das, ¿qué puedes esperar? Menudos lumbreras hay en algunas empresas…

A la que me llamó la primera vez ya le dije que me había tocado las narices sobremanera no obtener ninguna respuesta satisfactoria cuando llamé para preguntarles si me ofrecían lo mismo que los otros para quedarme. ¿Os podéis creer que me contesta (con otras palabras) que la culpa era mía por no haber hablado directamente con su departamento? Hay que joderse, llamo, les explico el caso, les digo si me ofrecen lo mismo y tengo que ser yo el que sepa con qué departamento tratar. Amos anda, que no me tomen el pelo que vamos mayorcitos para según qué cosas y estamos en una época de tonterías las justas. Pues muy bien señorita, que usted disfrute el resto de clientes porque yo me las piro por orgullo torero aunque me regalen un apartamento en Torrevieja como en el «Un, dos, tres». This is Spain, el lugar donde muchas empresas aún creen que el cliente debe pagar, callar y no molestar. La siguiente llamada que me hicieron (otra persona diferente) tuvimos una conversación más o menos similar. A partir de ahí opté por ni siquiera descolgar, que mi tiempo cuesta dinero y ellos no me lo van a pagar. Llegó noviembre, llegó la portabilidad, apagamos un móvil, encendimos el otro, cero problemas y a tirar millas. Adiós Vodafone adiós, no me volvéis a ver ni en pintura.

Como hay que poner foto, aquí tenéis el engendro actual y el anterior. El nuevo hace mil cosas de las cuales uso cinco o seis como mucho. Los menús y todo eso fue fácil hacerse con ellos porque usa el mismo Android que mi tablet. Sirve para llamar, pero como soy poco de hablar por el móvil no me preocupa. Sirve para jugar, pero como soy poco de jugar con el móvil tampoco me preocupa. Sirve para mandar correo, pero como suelo tener cerca otro ordenador pasa lo mismo. Lo más útil es que pone la hora en la pantalla y como no uso reloj me viene de miedo. Total, que se pasa el día tirado encima de una mesa con el sonido a cero. Es pequerrecho así que va perfectamente dentro de su funda en un bolsillo. Ya se ha caído tres o cuatro veces al suelo y sigue funcionando, con tal de que me dure otros tres añitos me doy con un canto en los dientes y si no será cuestión de pedirse otro porque para lo que costó…

Un sentido homenaje al de la derecha, fiel compañero durante tres añitos, miles de kilómetros, cientos de fotos, se cayó al suelo más de una docena de veces, le dejaron de funcionar cinco teclas, la pantalla estaba llena de polvo y rayajos, ahora incluso la batería se ha hinchado extrañamente pero ahí está, luciendo como un campeón. Este sí qué merecía la medalla al mérito por los servicios prestados y no la que le dieron a Zapatero por habernos hundido en la miseria.

La buena obra de 2012

Hay que ver qué cosas mas curiosas me pasan a veces. Aprovechando un mínimo resquicio en el temporal de frío y un agujerito en las nubes, me llevo los perros a pasear por la playa mas cercana a mi casa. Es una playa muy plana, cuando baja la marea podemos caminar muchos, pero muchos metros. Normalmente todo esto que se ve está cubierto de agua.

Al bajar la marea ya véis que se forman charcos que finalmente se secan. Uno de los perros se acercó a algo que de pronto empezó a patalear. Mas bien aletear, porque era un pescado con forma de lenguado, rodaballo pequeño o sabe dios qué. Sardina no era, eso seguro, y para dar fe de ello como siempre ponemos la foto del animalito. Esta es la parte de abajo, por arriba era más oscurito y de tamaño, algo así como una cuarta y media de largo.

Mi perro, asombradísimo al ver una cosa plana en la arena pegando saltos. Yo, asombradísimo preguntándome qué hacía aquel bicho en medio de la arena, me imagino que se quedó atascado en una charca y al secarse ésta se vio perdido, boqueando sobre la arena. Debía tener buen aguante porque hacía un buen rato que la marea había bajado y seguía vivo. Lo cogí con cuidadito, lo acerqué a la orilla y lo metí en el agua. En principio parecía no reaccionar, así que lo empujé un poquito y espabiló, con un par de movimientos de cola se fue hacia el fondo y nadando se alejó. Mira tú qué bien. Ojalá nos volvamos a encontrar, yo en un restaurante y él en mi plato. Lo sé, soy un insensible, pero ¿qué culpa tengo de que estén tan buenos a la plancha?

Subiendo como un cohete

Ay, donde ha quedado aquella entrada en la que me quejaba amargamente de las subidas en el precio del gasoil. ¡Han subido a 0,90€ por litro! decía. Desde entonces sin prisa pero sin pausa, centimito a centimito, han ido sube que te sube hasta los precios de atraco a mano armada que nos toca soportar hoy, 1.312 euros por litro y lo que te rondaré, morena. Total, sólo es un 50% más que hace dos años y medio. Qué mas da, si aquí todo el mundo a callar y pagar. Por si fuera poco, los gobiernos variados le cargan el Impuesto sobre Hidrocarburos, el IVA y el centimito sanitario, que de centimito no tiene nada sino que puede llegar hasta 4,8 céntimos por litro. Nos lo vendieron como que era un incremento para sostener el sistema sanitario y a día de hoy lo usan para tapar agujeros varios y nos quieren colar el copago en Sanidad. ¿Véis como nos toman por tontos?

Eso si, cada vez que recuerdo cómo llegado el invierno había que cargar el depósito de gasoil para la caldera de la calefacción (mil quinientos litros aunque a un importe menor, sobre un euro por litro) es que se me encoge el bolsillo cosa mala. Y con un depósito al año no llegaba, imaginaros la sangría…

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