Vamos con la segunda entrada sobre el Poblado Cántabro de Argüeso que visité hace unos dÃas. En la primera mostraba la aproximación y unas vistas generales. Esta entrada irá más sobre los detalles aunque empezamos con otra vista general desde lo alto del poblado. Cuando estábamos aquà arriba nos explicaron el porqué de que esté unos kilómetros alejado de Argüeso: para dar la misma sensación que tendrÃan sus primitivos habitantes. No hay casas a la vista, ni cables, ni torres eléctricas… nada, vistas despejadas y silencio como hace dos mil años. Milagro, una foto de paisaje sin los tres puñeteros cables de rigor, es que no me lo puedo creer…
Durante la visita vas entrando en cada cabaña y una vez dentro te explican de todo. Desde cómo se construÃan, qué materiales empleaban y porqué la distribución interior era asÃ. Aquà tenéis a Alicia en plena explicación. Es increÃble, una hora de visita y de tan entretenido que me lo pasé parecÃa que solo hubieran sido diez minutos.
Ejemplo de unos cuántos trastos variados que hay en cada cabaña. Todo está pensado para ver, tocar, probar, sentirlos, es un gustazo si lo comparamos con otros museos de los de «mÃrame y no me toques».
Cerámica, metal, telas, vestidos, adornos, hachas, espadas, todo bien explicadito, puedes preguntar lo que quieras, tocarlo, probarlo, unas ideas muy gamberras me venÃan a la cabeza en la contemplación de hachas tan hermosotas pero vamos a abstenernos de darle rienda suelta a la imaginación que enseguida te cuelgan el sambenito a poco que descabeces un par de visitantes.
Curiosidades de la vida: las cabañas tienen la puerta hacia el sur, que es por donde entra más luz y los dormitorios hacia el este, que es la segunda dirección más cálida. Como no habÃa Ikea en aquellos años, la cama tocaba hacérsela rellenando con paja una esquina y poniendo una piel encima. Aquà se añadieron unos asientos para poder escuchar las explicaciones cómodamente sentaditos.
Tejados habÃa de dos tipos. Primero se hace la estructura circular con ramas de avellano y a continuación se cubre todo con centeno, que bien puesto y mantenido puede llegar a durar ni más ni menos que cincuenta años, o con brezo (ese material con el que se hacÃan escobas) que puede llegar a durar cinco años. La diferencia es notable. Evidentemente surge la pregunta: ¿porqué usar brezo pudiendo usar centeno? Muy simple, si donde está el poblado no hay centeno, ya me dirás cómo van a hacer techos con ese material… ah, coño, no habÃa caÃdo…
No sólo fuera habÃa calaveras de animales. Colgada de la pared se podÃa ver ésta, que debe ser de un corzo a juzgar por el tamaño y por la forma de la cornamenta.
O este otro, que no necesita mucha explicación. Con esos cuernos retorcidos todo el mundo imagina a la primera que se trata de un carnero.
El poblado no está acabado y siempre necesita arreglitos. Cada cierto tiempo toca volver a recubrir las paredes asà que agua y tierra para hacer adobe, manitas para untarlo en la pared. Otra curiosidad más que aprendà es que los tejados los arreglan o renuevan en dÃas cuanto más secos, mejor, para que la humedad no los pudra. En cambio las paredes se recubren en dÃas húmedos para que seque lo más lento posible y no se agriete el adobe. ¿Quién se lo hubiera imaginado?
También tenÃan la reproducción de una estela cántabra del tamaño de una persona. Ejemplo de lo bien que vienen unas explicaciones: para mi lo de dentro son unos muñequitos esculpidos ahÃ. Cuando te explican el significado, la parte inferior pasa a ser la representación de un guerrero muerto en la batalla al que no entierran sino que dejan que se lo coman los buitres (animales sagrados) para favorecer la entrada en el paraÃso (la imagen superior), donde llega triunfante a caballo y es recibido por dos dioses cubiertos por pieles de lobo. La leche… cuanto simbolismo en cuatro monigotes…
Lo dicho… que si os pilla cerca vayáis a visitarlo, merece la pena, es un proyecto de lo más interesante, lo mantienen a cuenta de las visitas y es una dosis de cultura en estado puro. El mismo dÃa podéis visitar el Castillo de Argüeso a tres kilómetros del Poblado, comer en el Albergue el Montero de Soto y a la vuelta comprar unas Reinosas en Casa Vejo. Os sale la jornada redonda y cunde el dÃa que da gusto.
Mis queridas esculturas
En Lanzarote he podido comprobar que el virus de las esculturas oxidadas no es privativo de la penÃnsula, también ha llegado a las islas. Recién llegados fuimos a echar una ojeada al paseo marÃtimo de Puerto del Carmen. ¿Cómo era la primera escultura que nos topamos? Hierro. Oxido. Fea. Muy fea. Y mala de entender. No lleva farola incorporada, estaba detrás aunque engaña por el ángulo en que saqué la foto. Claro que después empezamos a ver cosas de César Manrique y similares que casi hacen bonita a esta…
Antes de la tormenta
Hoy toca una panorámica de esas que mejor pinchar en ella para verla tamaño grande porque directamente en el blog sale tamaño microbio. Se trata de la Playa de la ArnÃa hace un par de domingos, allá nos fuimos de mañana y hacÃa un solazo que no veas. Rato de pasear por la orilla, rato de hacer el alpinista dominguero por las rocas, nos papeamos un arroz con bogavante allà al lado y cuando volvimos a la arena empezó a nublarse. Poco antes de irnos estaba el cielo completamente cubierto. De camino al coche empezo a llover y mira tú, por el mismo precio nos llevamos una mojadura a casa…
En la panorámica podréis ver los dos de la cruz roja a la izquierda, un par de elementos con cámara en lo alto de un peñasco y el islote de Covachos allá al fondo detrás de la pareja que está de pie. La marea estaba tan baja que la gente llegaba andando hasta ese islote, otra tarea que tengo pendiente hacer pero nunca me acuerdo.
Casi, casi…
Fijaros qué pintada se puede ver en Pedreña. A última, ultimÃsima hora se dieron cuenta del «Pagen» y metieron una «u» pequeñita para corregir la pifia. Lo que no sé es para qué o por qué pusieron ahà ese «El», no pinta nada, no tiene sentido y distrae del mensaje principal. ¿Será que no sabÃan si «crisis» era masculino o femenino y quisieron curarse en salud…?
Moraleja: ya lo he dicho cincuenta veces, si vas a hacer una pintada haz antes un boceto en papel y llévalo contigo. Te ahorrará disgustos.
La torre del puntal
Llegando casi al final de la playa de Somo hay un par de torres que siempre me he preguntado para que serán. Ahà tenéis una, la que apunta en dirección a la entrada de la bahÃa.
Base de cemento, ese triangulito, unos cuántos aparatos en la parte superior, unas placas solares, un molinillo eólico que no sé si será para medir la velocidad y dirección del viento o para generar energÃa eléctrica, ¿será para ayudar a los barcos en su entrada a puerto?
Luces no le habÃa visto ninguna hasta un dÃa que me fijé y sà que tiene algo parpadeante, pero extrañamente lo hace en blanco y no en un color más o menos llamativo, o ese verde y rojo que se usa en las boyas delimitadoras del canal navegable. Hasta grabé un vÃdeo para verlo. Como andaba poco espabilado lo grabé en vertical, esa forma tan simpática de desaprovechar la mitad de la pantalla.
Francamente me tiene sorprendido. Aún no he encontrado nada que me indique para qué es o porqué está ahà pero seguiré buscando hasta dar con ello, que con tiempo y paciencia todo se consigue (salvo que me toque la primitiva, por mucho que lo intento no hay manera).
El cuento de nunca acabar
Lo de los barcos hundidos en Somo, claro. Qué le vamos a hacer si cada temporada que paso por esa playa hay variaciones, uno no sabe estarse callado y hay que contárselo al personal…
Domingo pasado, dÃa precioso de playa, por fin lleno absoluto en la playa, marea viva con coeficiente de 104 (muy alto) y tremenda bajamar que deja totalmente al descubierto el Elin Christine.
Le pude sacar fotos tranquilamente por un lado y por otro, verlo, tocarlo, dar una vuelta alrededor y todo ello sin arriesgar mi integridad fÃsica.
La gente aprovechaba para bañarse en las pozas que se forman junto al casco. Ahà pude ver donde está el problemilla de acercarse al barco cuando la marea está más alta. ¿Véis cómo detrás de esas personas el agua está más verdosa (más profunda)? Pasa lo mismo que a la derecha en primer plano, hay un notable hundimiento en la arena de modo que si te acercas hasta el barco con el agua por el ombligo te metes en esa poza y te encuentras de golpe con el agua al cuello. Si a eso le sumas que el agua hace algo de remolino ya la tienes liada.
Fijándome, fijándome, el problema viene por los agujeros en el casco del barco. Por aquà entra agua, se acelera, se lleva la arena del suelo y crea el remolino.
Tanta duda que tuvimos con este barco, si era el Antártico, si era el Elin Christine, al final lo mejor y más fácil para resolverlo hubiera sido preguntarle al propio barco.
¿Lo véis vosotros también? ¡Si tiene el nombre escrito en los restos de la proa! No sé cómo no se me ocurrió (sà que lo sé, porque soy un desastrillo, doy mil vueltas para averiguar el nombre y no caigo en lo más sencillo).
Recupero ahora una foto antigua del Gaby, el que está hundido a media playa. Asà estaba el año pasado. Parte de los restos sobresalÃan casi un metro hacia arriba.
Cuando llegué al lugar donde deberÃa estar… nada. ¿Lo habrán retirado? Creo que no, en el centro de la imagen veo una esquinita que me suena conocida.
Y tanto. No lo han retirado, simplemente lo ha cubierto la arena. Tan sólo sobresalen un par de esquinas de la proa.
Milagro, en toda la playa ha ido disminuyendo la cantidad de arena, en algunas zonas se nota mucha más inclinación o desniveles bruscos por toda la que falta pero se ve que se ha acumulado justo en este punto para tapar los restos del Gaby. No hay mal que por bien no venga, por lo menos quedan tapadas esas esquinas oxidadas y cortantes que daban miedo. A ver qué pasa en invierno, cuando vuelvan los temporales a llevarse la arena. Allà estaré para verlo y de nuevo volveremos sobre este tema.
En un poblado cántabro (I)
Cuando pasé visita al Castillo de Argüeso vi allà al lado unos carteles anunciando un «Poblado cántabro». Ibamos cansados, era tarde asà que lo dejamos para la siguiente vez que pasáramos por allÃ. Total, me imaginaba que serÃa algo asà como un centro de interpretación: muchos carteles para leer, muchas letras, poco interés, etc. Ya os lo anticipo, me equivoqué de cabo a rabo. Este fin de semana pasado aprovechando que estaba al ladito fuimos a verlo. En Argüeso está el cartel que indica la dirección del poblado cántabro. Enfilamos, la carretera se convierte en un buen tramo de camino de tierra y piedras.
Y estiércol, que con la cantidad de vacas que pastan a los lados de la pista, buenos montes de estiércol se ven también.
Debimos llegar en esa época en que nacen las crÃas de media manada porque aquello estaba lleno de terneritos. Ya se sabe lo que pasa, foto, foto, otra foto, y no me bajo a jugar con ellos por el tamaño de la madre y sus cuernos, que sino allá me iba directamente.
Un buen rato después llegamos aquÃ, a lo que se supone es un parking pero no deja de ser un simple trozo de campo llano a un lado. Allà quedó el coche y nosotros seguimos andando.
El poblado a trescientos metros decÃa la señal anterior… no sé que sistema métrico usan estos cántabros, pero casi unos diez minutos tardamos en llegar y en ese tiempo garantizo ante notario que recorro más de trescientos metros aunque sean en subida.
Por fin aparece la puerta del poblado cántabro. ¿Qué nos esperará dentro?
Entramos. Echamos una ojeada. Un par de cabañas a la izquierda y un montón de huesos puestos en cÃrculo. ¡Ay madre que aquà se comen a los visitantes!
Falsa alarma… son huesos de animales, supongo que caballos, vacas, ovejas y demás. Craneos humanos por suerte no vi ninguno asà que dejé de temer por mi integridad fÃsica.
Arriba a la derecha otras tres cabañas iguales y una más a la izquierda, que se sale de plano. No importa, ya sale una foto bien maja con estas tres unifamiliares y los repollos en primer plano.
En el suelo unas piedras dispuestas en semicÃrculo, quien sabe si para una adoración al sol o para el sacrificio humano del primer hombre con cámara y poco pelo que entre ese dÃa por la puerta…
Y ahora sin bromas… vaya sorpresón que me llevé con este poblado. Se acercó a recibirnos una chica (Alicia) encantadora que nos fue explicando todo. Cuatro euros por visitarlo, diez si quieres hacer alguno de los talleres que ofrecen. Las piedras de la foto anterior forman parte de un taller en el que enseñan a hacer pan, primero hay que molerlo y esas piedras son molinos primitivos en los que moler trigo a mano. El poblado cántabro es un proyecto autogestionado, es decir, todo esto lo llevan entre 4-6 personas, no reciben subvenciones y viven de lo que cobran por entrar o las cosas que venden. Empezaron en 1995 y me parece un verdadero milagro que sigan asà a dÃa de hoy. En la visita de cuatro euros y una hora de duración muestran cómo era un poblado, como vivÃan, cómo se hacÃan las casas, un montón de instrumentos (hachas, espadas, piezas de orfebrerÃa, etc), todo está pensado para tocar, probar, experimentar, sentir lo que sentÃan los cántabros hace dos mil años… vamos, que me dejó alucinado. En la siguiente entrada os iré mostrando unas cuántas cosas del interior, pero si pasáis cerca no os lo perdáis porque merece muy mucho la pena. Si váis con niños veréis cómo lo disfrutan mucho más. ¿Mas información? En su blog, o en su Facebook.
La vÃa verde del Pas
Hace ya tres añitos habÃa comentado que pasé por Puente Viesgo e hice algún kilómetro de la Via Verde del Pas, esos antiguos recorridos del ferrocarril en desuso que se reacondicionan como rutas senderistas. TenÃa pendiente mostrar alguna foto de lo que fuimos viendo por el camino pero como uno tiene la cabeza en las nubes quedó el asunto más en intenciones que en realidades. Pues nada, más vale tarde que nunca, aquà están. Empezamos la caminata junto a la antigua estación de Feve que se ve en la entrada del enlace anterior y pronto pone el diablo en nuestro camino un banco por si queremos sentarnos a rascar la barriga en vez de esforzarnos andando.
¿Complicaciones de este tramo de ruta? Cero patatero, fijaros qué suelo y qué fácil es andar por ahÃ.
Se ven cosas curiosas, como esta casa construida aprovechando una roca. Media pared que se ahorran.
O esta otra construcción, una plataforma con techo sobre un lavadero antiguo.
Que por cierto, el lavadero estaba que daba asco, casi no se nota que está abandonado. Otra vez que volvà a pasar por aquà estaba aún peor, con restos de botellón.
Aquà se puede ver el Monte Castillo donde están varias de las cuevas que ya visitamos. Lástima del viaducto porque joroba la vista totalmente.
Llegamos a otra represa del rÃo donde el agua se embalsa y dan ganas de tirarse a chapuzar un rato. En el medio hay algo triangular que no sé qué será, no parece un puente y no sé para qué puede servir.
Foto ampliada por si alguien tiene alguna idea. Parece como si dirigiera el agua hacia esa otra parte curva que hay en la parte baja de la presa, pero sigo sin saber cuál puede ser su función.
Seguimos andando, seguimos viendo rincones bonitos del rÃo hasta llegar un punto en que conectas con la carretera nacional y parece como si la vÃa verde siguiera por el arcén, cosa que no me hace mucha gracia por los coches que pasan a tu lado asà que dimos media vuelta y aquà mismo damos por concluida la caminata.
¿Qué os apetece hacerla completa? No hay problema, aquà podéis descargaros un mapa con toda la información completa y a disfrutar se ha dicho.
La zapata perdida
Atención señores fotógrafos que gusten de la montaña: si usted pasó por el Pico Tres Mares hace poco y perdió una zapata del trÃpode como esta:
Sepa usted que alguien la ha encontrado y la dejó colgando de una valla de alambre que hay a la derecha a medio camino, justo donde empieza la subida más empinada al mirador.
Como me imagino que nadie la querrá salvo que tenga un trÃpode similar puede ir a buscarla que seguramente permanezca ahÃ, aunque viendo lo que vale una zapata y lo que probablemente cueste llegar hasta allà sólo en gasolina quizá resulte más económico olvidarla y comprarse una nueva.
Lo nunca visto
Mira que es complicado sorprenderme, pero ayer domingo que nos pasamos por la playa de Somo hubo algo que lo consiguió. En esta playa se suele hacer la vista gorda a esa prohibición de llevar los perros, es bastante normal ver gente paseando con su mascota. A mi no me importa en absoluto (mientras recojan las cacas, claro), ya sabéis que me encantan los chuchos y da gusto verlos disfrutar revolcándose en la arena, metiéndose en el agua o persiguiendo una pelota.
Pues bien, dándome una vuelta por la playa veo un perro (o eso creÃa yo) a lo lejos con una especie de funda surfera de color rosa. Como la figura era un tanto rara me estaba preguntando de qué raza serÃa hasta que la parienta me dice… oye… ¡eso es un cerdito!
No me lo podÃa creer. Nos fuimos acercando y efectivamente, alguien se habÃa llevado a una cerdita tamaño mini para que disfrutase del sol y de la arena. Toda la gente que pasaba por allà se quedaba con el detalle y más de uno nos paramos a sacar fotos. Como yo le echo mano a todo lo que se mueva, allá que me acerqué, le hice un par de cucamonas y la gorrina encantada de la vida. Ya digo que pocas cosas me llegan a sorprender últimamente, pero ésta lo consiguió.