Jodó… con esto de sacar entre diez y veinte mil fotos anuales desde 2003 empiezo a tener unas ligeras lagunas de memoria a veces. Veo una noticia sobre el Monumento a Cervantes y la Torre de Madrid, como el entorno parece bastante majo me apunto el tema para la próxima vez que pase por esa ciudad acercarme y sacarle foto a ambas cosas. Un tiempo después repasando los catálogos de mis fotos veo una que me llama la atención… coño, el monumento a Cervantes y la Torre de Madrid… pues sà que ando fino, sÃ, será que ya he metido tantas cosas en el cerebro que no caben más y va vaciando recuerdos intrascendentes por su cuenta para ir haciendo sitio…
Comida virtual
Con esto de los cocineros modernos, tanto Masterchef y tanto invento extravagante para cobrar la comida de siempre al doble de precio, llegamos a puntos donde uno ve la carta y no sabe si lo que lee es cierto o le están tomando el pelo. Veamos un ejemplo que me dejó boquiabierto en mi estancia en Lanzadote: chipirones a la parrilla virtual. ¿Son chipirones reales? ¿Es real la parrilla? ¿Ponen los chipirones encima de la parrilla o los ponen «virtualmente»? Madre mÃa, una sola frase y cuántas dudas quedan por despejar.
PodÃa haber cenado en el restaurante para hacer las oportunas comprobaciones, pero como era más bien tarde e iba en misión divina camino de mi chiringo favorito a darle a las cervezas y escuchar música en directo (vacaciones giri-style total), pues mira, me conformo con la foto y otro año que vuelva si eso ya preguntaré por la parrilla.
Escándalo en las alturas
A principios de año se habÃa comentado el asunto del misterioso avión que cruzaba Cantabria montando un alboroto de cuidado, incluso el periódico se habÃa hecho eco del asunto. Comentándolo un dÃa con mi gasolinero de cabecera me dijo que además de ese, que sólo cruzaba a gran altura, habÃa otro chiquitito y de color negro que aterrizaba en el aeropuerto de Parayas y montaba un estruendo aún mayor. Efectivamente, yo también recordaba haber visto uno que menuda escandalera para lo enano que se veÃa. Ahà quedó la cosa hasta que el otro dÃa mientras caminaba desde el avión en el que volvimos de Lanzarote a la terminal del aeropuerto eché una ojeada a la pista ¡y allà estaba! ¡El escandaloso mismamente!
Creo que se trata de un Piaggio P180 Avanti, no sé si serán los mismos Piaggio que fabrican ciclomotores, pero podrÃa serlo perfectamente porque el avioncillo en vuelo parece una vespino a escape libre. Si os fijáis es algo distinto a los aviones convencionales. Por un lado las hélices de los motores no van hacia delante, sino hacia atrás. Y mientras un avión normal lleva dos alas, un timón de cola y dos alerones, éste tiene dos añas, un timón de cola, dos alerones enanitos en el morro, dos bajo el timón de cola y dos en la parte superior. Será que van baratos los alerones o que este año están de moda…
La barca de Treto
Al llegar a Treto nos encontramos con dos puentes que cruzan su rÃa. Uno es puente nuevo sobre el que circula la autovÃa, también llamado «viaducto de Colindres» y perfectamente reconocible por los tirantes de color rosa fucsia casi rojo.
El otro puente es el antiguo sobre la carretera nacional que en septiembre será cerrado para restauración porque el pobre está que da asquito de feo, viejo y oxidado.
Aquà al lado me encontré una barca estilo transbordador con la que cruzaban el rÃo antes de existir el puente. Investigando un poco supe de la existencia de la «Barca de Treto», usada antes de existir el puente para cruzar la rÃa. En la página de la Wikipedia en la que hablan del puente aparece perfectamente descrita. Esta no sé si es la «Barca de Treto» original o una copia.
Me da la impresión que o bien es una copia o una reconstrucción, porque dejó de funcionar a principios del siglo XX (en torno a 1905 más o menos) y muy nuevecita parece para haber estado 110 años a la intemperie. Como curiosidad, fijaros cómo en esta foto se ven los dos puentes, el viejo a la izquierda de la barca y el nuevo a la derecha.
La colegiata de Castañeda (IV)
Ultima entrada que le dedico a la Colegiata de Castañeda, en ella os mostraré los detallitos que quedaron pendientes después de los otras tres entradas y que prácticamente todos son referidos al mismo tema: los sarcófagos. AlegrÃa, alegrÃa… qué le vamos a hacer, si dentro de la iglesia hay unos cuántos. Este es el de un durmiente con su perro guardÃan a los pies, está en una esquina frente a una pila bautismal que como la llenen en vez de bautizo casi pueden echar al niño para que haga unos largos.
Otro sarcófago, modelo más cutre porque sólo es un cuadrado de piedra con un escudo en su parte superior aunque el entorno está mas logrado al haberlo puesto bajo un arco y estar la pared llena de pinturas.
La pena es que las pinturas se las está zampando el verdÃn. Las cosas de la humedad, qué le vamos a hacer. Si quieren que la Colegiata se haga conocida a nivel mundial siempre pueden llamar a la restauradora del Ecce Homo de Borja para que las renueve y el éxito está asegurado.
No son pocos los sarcófagos que se pueden ver allÃ, otro más con una espada y un escudo en el lateral y una inscripción en la parte superior. Con gusto os traducirÃa lo que pone pero es que por mucho que lo intento no entiendo nada de nada.
Bajo una ventana y disimulado tras unos bancos encontramos el siguiente. Tiene la superficie llena de motivos geométricos, pero ni dibujitos, ni letras, ni nada de nada.
El último que os voy a mostrar es este que véis, toda la superficie cubierta por unas letras que algo querrán decir, pero me pasa como con el anterior: no soy capaz de descifrar ni la primera palabra.
Se nota que el suelo lo pusieron con posterioridad porque los tablones no «casan» muy bien y ahà no hay quien meta una sierra para igualarlos.
Asà que si sois aficionados a los sarcófagos esta colegiata es una visita obligada. Y si no, también, porque lo que allà se muestra merece la pena como se puede comprobar en las cuatro entradas que le dediqué.
Hay que cuidar las formas
Asà es. HabrÃa que procurar no utilizar carteles indicadores como soporte para insultos, como se dice ahora «es poco cool».
Si aún asà no me haces caso y usas un cartel para faltarle el respeto al prójimo, procura llevar bien aprendido cómo se escribe el insulto o con lo que nos quedaremos todos es con la pifia ortográfica y con la ignorancia del escribiente. Avisado estás.
Contando los dÃas
Próxima ruta elegida, mapas listos, terreno estudiado y a la espera de una sucesión de dÃas favorables para irme a Picos a pegarme otra pateada de impresión a ver si pillo unos cuántos paisajes como este. Claro que con lo inconstante que es uno veréis cómo antes de esta viene otra, se cuela alguna por medio y al final el orden acaba en un caos, lo único que tengo claro es que habrá fotos para documentar todo lo que haga.
Claro que ahora viene agosto y ese mes no es muy bueno para andar por el monte haciendo el indio, es más de playa, rascar barriga y eso mola cantidad… no sé, si eso creo que lo aplazaremos a septiembre…
La casa del supositorio gigante
Cantabria es rica en patrimonio en lo que a casas señoriales se refiere. En Liérganes hay una en una esquina del pueblo, la casa de D.Juan Antonio de Riaño y Bárcena, famoso marino que participó en campañas contra los ingleses, luego fue intendente en México y murió en una batalla al principio de la guerra de independencia de ese paÃs.
Por fuera es bastante sosa, muy cuadradota y sin excesivo ornamento. Como está mandado, en la fachada luce el tÃpico blasón familiar.
Es la casa de Juan Antonio de Riaño y Bárcena pero para mi tiene el sobrenombre de «la casa del supositorio gigante» por el pirulo de piedra que le han plantado justo delante.
Aquà está en todo su esplendor, si eres paracaidista y te tiras sobre Liérganes ojo donde aterrizas no vayas a pasar un mes sin poderte sentar. Entre esto y las farolas afiladas en la parte superior el deporte del paracaÃdas está cada dÃa más peligroso.
El mencionado pirulo ejerce la labor de sostén para una placa en la que se informa a todo el mundo de la historia de la casa y conmemora el bicentenario de la muerte del homenajeado, si queréis leerla no hay más que hacer doble clic sobre la foto y os aparecerá más grande.
El faro de Punta Galea
Una de esas veces que fuimos a Bilbao decidimos no quedarnos en la ciudad sino ir a ver un poco los alrededores. Cruzamos la rÃa, seguimos pegados la costa y llegamos a Getxo donde encontramos un aparcamiento al lado de un paseo perfectamente urbanizado que va por la parte superior de los acantilados. Esto es imposible perdérselo asà que dejamos el coche y vamos a darle un rato a los pies.
Aquà tienen su playa por si apetece tomar un rato el sol o bañarse, aunque no estaba el dÃa como para tales menesteres. Además habiendo ruta por lo alto de acantilados los que conocéis mi querencia por las alturas ya sabéis cuál serÃa mi primera elección.
Desde arriba se veÃan playas, la rÃa, el superpuerto de la orilla de enfrente y un montón de lastras que sobresalen del agua justo delante. Como playa tampoco es para darle un premio a la más bonita del mundo. Plentzia o Sopelana están relativamente cerca y le dan mil vueltas a esta.
A medio camino del paseo encontramos una fortaleza antigua, en ruinas y con los restos de lo que parece ser un faro pequeñito en medio.
Pinta de faro tiene, visto desde arriba en Google Maps también se aprecia que está sobre la tÃpica base circular de los faros.
El anterior totalmente estaba en ruinas y no creo que vaya a ser reconstruido porque más adelante aparece otro, el que funciona actualmente, el faro de Punta Galea también conocido como faro del puerto de Bilbao.
No es una estructura especialmente espectacular, al estar en la parte superior de un acantilado no tuvieron necesidad de hacer una torre excesivamente alta y el conjunto destaca más bien poco.
Pero bueno, sigue siendo un faro, sigo añadiendo elementos a la colección y este es otro que se viene para el bote. Ya faltan menos. Algún dÃa haré recuento de cuántos faros he fotografiado ya, aunque me da miedo porque luego me pico y acabo haciendo un tour por toda España para retratar los que me falten.
El rafting de la discordia
Alguna de las veces que he pasado por el desfiladero de la Hermida pude ver gente que se dedicaba al rafting en el rÃo Deva. Aquà véis a unos con la barca aparcada en la orilla.
Y aparcaban porque iba a dedicarse a uno de los entretenimientos más divertidos que hay: pegar saltos al agua desde el puente.
A mi estas actividades me encantan, pero parece que no son del gusto de todo el mundo. Hace unos meses leà en el periódico que habÃa problemas entre las empresas de rafting y los pescadores porque me imagino que cuando pasa una de estas barcas con un montón de gente remando a todo meter, los peces se las piran con viento fresco. A ver si hay suerte, se arreglan y pueden compartir el rÃo entre todos sin conflictos.