Recuerdo que hace un montón de tiempo, concretamente la primera vez que vine a los Picos de Europa y de esto debe hacer unos veintincinco años, habÃamos parado en un mirador con forma de ovni. Una vez por aquà me enteré que era el Mirador del Fito y lo tenÃa en la lista de destinos pendientes. Hace poco estuvimos de domingueros en Ribadesella y aproveché para acercarme hasta allÃ. Se llega fácil, tomar la salida de la autovÃa que pone Colunga e irse en dirección Arriondas por la AS-260. Once kilómetros de curvas y subidas después veréis aparecer ésto.
Ahà se aparca. Dos minutos andando por el camino que discurre a la derecha del pico y llegamos aquÃ.
Este es el famoso Mirador del Fito, lo dicho, con su forma de Ovni y su soporte en diagonal. Creo que lo han restaurado hace poco porque habÃa leÃdo unos años atrás que estaba bastante hecho polvo y en esta visita pude comprobar que está impecable.
Una placa en una roca junto a la subida rinde un homenaje a José MarÃa Sánchez del Vallado, ingeniero que proyectó y construyó el mirador en 1927. Una vez que nos subamos estaremos a 597 metros de altura sobre el nivel del mar.
Otras dos placas, una en homenaje a Eugenio Cueto Rui-Diaz, ingeniero de minas que estudió estos parajes, y otra para Antonio Pérez Pimentel, un enamorado de Asturias autor de la iniciativa para construir el mirador y responsable de la elección de este lugar para su ubicación.
Las vistas desde arriba son simplemente impresionantes… montes, valles, bosques, una preciosidad.
En el borde del mirador hay el tÃpico indicador que te dice cuáles son las montañas que estás viendo justo delante, y eso que hay unas cuántas.
Según el indicador por aquà deberÃa estar el Naranjo de Bulnes. Por mucho que miré no hubo manera de distinguirlo entre tantas montañas, y eso que tiene una forma tan peculiar que suele ser fácil identificarlo.
Por el otro lado tenÃamos también un panorama más que interesante. La bruma del mar empezaba a invadir la costa haciendo el tÃpico «mar de nubes» que tanto se da por estos andurriales.
Fijaros qué bonito… un cabo de tierra cubierto de nubes que van cubriéndolo todo. Nos quedamos un rato largo después viendo cómo la bruma iba moviéndose de un lado para otro, como tapaba y destapaba partes de la costa.
Muy bonito, sÃ, pero con lo que no contaba es que luego, al emprender camino de vuelta, la autovÃa estaba también cubierta de niebla y tocó hacer cincuenta kilómetros bien despacito, que eso de no ver tres en un burro me hace poquita, poquita gracia.
Y sigue pendiente
Y mira que me lo he propuesto, pero ni con esas, sigo sin visitar el Castillo del Rey en San Vicente de la Barquera.
Dije que a ver si para esta primavera y de momento no hay previsión de pasar por allÃ, habrá que ir reservando un dÃa y marcarlo bien grande con fosforito en el calendario porque esto ya empieza a ser de risa. Aunque con la suerte que tengo a lo mejor llego y me lo encuentro cerrado por reformas, por vacaciones o sabe dios qué, serÃa algo tan tÃpicamente mÃo que ni me sorprenderÃa.
Una mañana en Cabo Mayor (III)
Me habÃa quedado contando el asunto de la pasarela que montaron en la senda costera por donde están los restos del Puente del Diablo, que permanece exactamente igual de caÃdo desde 2010. Algo habÃan dicho que lo iban a restaurar pero de momento nada de nada.
Como ya habÃa comentado, las vistas desde la parte superior son una maravilla con la cortadura del Puente en primer término, los acantilados detrás, el Panteón del Inglés en lo alto y el mar azul llenándolo todo.
Como curiosidad, una barrera de palitroques ejerce como barrera para evitar que la gente pase más allá. Hasta son fotogénicos los muy jodÃos.
Visto lo que pasó con la senda costera y los destrozos que montó en zonas totalmente naturales, han pintado todos los palitroques con peticiones de ayuda en varios lenguajes.
No podÃa ser de otra forma, yo veo caras hasta en los palotes. Y no digáis nada, que seguro que vosotros también.
Aún me quedaba por hacer una visita, recordaba de otro paso por estas mismas piedras la existencia de un mirador asà que a él me encaminé. Con el sol ya en todo lo alto iluminando de más, se puede distinguir malamente ahà arriba a la izquierda.
Nos acercamos un poquito más y esto es lo que hay, una placa, unos bancos con su mesa correspondiente hechos polvo…
…y lo mejor de todo, unas vistas preciosas ideales para sentarse y disfrutar un rato de la tranquilidad del paisaje.
La placa pegada a la roca bautiza este mirador como «Refugio Jesús Chuchi Lastra», en homenaje a Jesús Lastra que también se cayó por este acantilado. Y yo pegando saltos por las piedras y haciendo equilibrios como es habitual. Como me lea la parienta me va a llamar inconsciente cienes de veces y dejarme sin postre, pero mira, uno es asÃ.
Reemprendà camino de vuelta porque querÃa ver una cosilla más en el Faro, con lo que no contaba es con encontrarme esto en la barandilla de la parte de atrás: un caballo que habÃan dejado allà estacionado y el pobre habÃa aprovechado para aliviarse un par de veces. Foto va que esto hay que guardarlo para el recuerdo.
La base de submarinos
Hala, venga, vamos otra vez a darnos un salto a Burdeos, esa ciudad que tanto me ha llenado el ojo. Durante la segunda guerra mundial allà hubo una base de submarinos alemanes y a dÃa de hoy aún se puede ver esa instalación (aquà desde Google Maps).
Es algo curioso porque Burdeos está en el interior, y para llegar desde el mar tenÃan que recorrer casi cien kilómetros por el rÃo Garona. La base de submarinos quedaba separada del rÃo gracias a dos canales con dos esclusas cada uno. Cuando fuimos una estaba en reparación, con andamios y escaleras en el exterior.
Otra de las compuertas no estaba en reparación pero deberÃan, porque me parece que no cerraba muy herméticamente.
Esta probablemente sea la vista más conocida de la base, las puertas por donde entraban los submarinos. Empezaron a construirla en 1941, finalizaron en junio de 1943 y dentro podÃan meter once submarinos a la vez, en ocho diques normales y tres diques secos. Mide casi doscientos cincuenta metros de ancho.
Estas son las entradas desde más cerca. Fijaros qué cantidad de hormigón iba en el techo, de casi seis metros de grosor en varias capas para evitar los bombardeos.
Aquà se ven mejor las capas del techo, las entradas a los diques y las pedazo puertas metálicas enormes.
Se van notando los efectos del paso del tiempo y la falta de mantenimiento. En algunas partes se ha ido cayendo el hormigón y si lo vemos desde arriba vÃa Google Maps, el techo está un poco carcomido.
A dÃa de hoy, de los 42.000 metros cuadrados de la base hay 12.000 dedicados a exposiciones culturales, espectáculos y otras actividades. El dÃa que fui no habÃa nada de nada, asà que estaba cerrado y me tuve que contentar con echarle una ojeada por fuera. Esta es una de las entradas.
Puerta normal y corriente, me imagino que en la guerra serÃa otra distinta más robusta. Eso sÃ, fijaros el ancho de las paredes porque impresiona.
Por suerte la puerta tenÃa varias aberturas asà que puede sacar unas fotos del interior. Tras la ocupación alemana creo fue usada por el ejército francés.
Dentro se ve un montón de trastos viejos tirados de cualquier manera. Si llega a ser aquà ya habrÃan hecho hace tiempo un «centro de interpretación» que tanto se llevan últimamente. Se ve que en Francia no les va tanto esa moda y prefieren gastar la pasta en otras cosas.
Pues esto es lo que hay, a ver si la próxima visita a Burdeos encuentro la base abierta y puedo echarle una ojeada al interior, cosa que no me desagradarÃa en absoluto. Seguiremos informando del tema cuando haya novedades.
Olor a sobaos
He aquà Alceda, un pueblo camino del Puerto del Escudo con bastante arquitectura civil interesante pero cuyo hecho distintivo más relevante para mi fue que al parar y abrir la ventanilla, de pronto nos inundó un olor a sobao pasiego que flotaba en el ambiente. Las glándulas salivares a cien por hora, el estómago haciéndole los coros y yo conteniéndome porque llega la operación bikini y esto no puede ser, que uno sabe cuando empieza a comer sobaos y quesadas pero nunca cuando acaba.
Buscando algo de información he visto que los más conocidos son los de «Casa Luca» en Alceda. Me lo apunto para pasar por allà en otoño, cuando empieza a ser necesario coger reservas para los rigores invernales. Ese y «El estanco» en la Vega del Pas, por donde pasé de vuelta de esta excursión pero claro, domingo por la tarde es igual a comercio cerrado…
Otra obra más del Desvelarte
Asà como de chiripa fui a dar con otra obra del Desvelarte 2014 que sabÃa por donde andaba pero como me pillaba a desmano nunca la habÃa visitado. Está en el Centro CÃvico de la calle Cisneros y ocupa la parte frontal de la fachada.
Se trata de un mural en el que se pueden ver veintiuna figuras humanas. Ha sido hecho por el artista Hyuro.
Lo vi, lo miré, lo remiré… y si soy sincero, me deja indiferente.
Si, muchas figuras humanas haciendo cada una algo diferente pero ni fu ni fa, ni me dice nada ni me llena el ojo. Como ya he comentado más de una vez, nada que ver el Desvelarte del 2014 con el del 2013. A ver si los años impares están más inspirados y este 2015 hacen algo más llamativo.
La Texas burgalesa (I)
Toca empezar otra serie de entradas, esta vez dedicadas al pueblo de Sargentes de la Lora. Este pueblo y sus alrededores serÃan comparables a lo que es Texas para Estados Unidos, aunque la explicación del porqué se queda para la segunda entrada de la serie, en esta primera tan sólo vamos a hacer una aproximación al pueblo que como veréis poco tiene que ver. Es éste, un pueblo más en medio del páramo burgalés. Y en primavera aún vale, porque lo que es el invierno tiene que ser para morirse.
Los dos edificios qué más destacan son la iglesia, a continuación y pegadita se puede ver la Casa Parroquial y a la derecha está la escuela.
Conforme entramos en el pueblo ya se ve que aquello está medio muerto. No hay negocios y no son pocas las casas que están como ésta, cerrada y con aspecto de abandonado.
La casa parroquial, que en la segunda foto parecÃa más o menos normal, también está en similares condiciones, cerrada y con el tejado en condiciones bastante tristes.
Evidentemente, por aquà hace tiempo que no sube nadie.
La iglesia también cerrada, nada destacable en el exterior salvo un busto de Andrés Manjón Manjón, un cura nacido en este pueblo aunque se fue para Granada y desde allà se dedicó a fundar escuelas. Ni más ni menos que cuatrocientas consiguió abrir por todo el mundo antes de su muerte en 1923.
Por la parte de atrás de la iglesia hay una escalera que baja hacia el rÃo. Desde abajo se puede ver cómo está colocada en lo alto de una peña, lástima de ese primer plano embarullado que desmerece un poco la foto.
Y por supuesto yo sigo viendo caras por todos lados. Dos ventanitas arriba y una abajo, mi cerebro ya lo asocia automáticamente y no veo campanario, veo una cara.
En fin, este es más o menos el aspecto del pueblo. ¿Porqué se parece a Texas? En breve os lo explico.
Tarjeta familiar de museos
En uno de esos domingos de lluvia le hice una segunda visita al Mupac, el Museo de la Prehistoria de Cantabria situado bajo el Mercado del Este. Esta vez pasé bastante más rapidito porque todo era igual a la visita anterior (no cambian las exposiciones) y porque habÃa un tropel de padres de esos modernos que para que los niños cojan cultura los meten en un museo a que corran, griten, salten sobre los sillones y, en definitiva, le toquen las pelotas al resto de gente que ha ido a ver con tranquilidad lo que allà se expone.
A lo que Ãbamos, en uno de los laterales de la entrada tenÃan colgado un cartel que puede ser interesante para la gente que gusta de visitar museos o tiene familia y de cuando en cuando se van a visitar espacios culturales, cuevas o similares. Existe en Cantabria una «tarjeta familiar» que cuesta 70 euros y permite la entrada de forma ilimitada durante un año a todos esos sitios gestionados por el Gobierno de Cantabria a los que toca pagar por entrar, como puedan ser las cuevas (el Soplao no está incluida), algunos centros de interpretación, el Palacio de Sobrellano, el Museo MarÃtimo del Cantábrico, etc.
Siendo una persona sola no compensa, pero para una pareja con un par de niños vaya si merece la pena. Entrar a la cueva del Moro ChufÃn son quince euros, multiplica por cuatro y casi te ha costado lo mismo que la tarjeta. Entrar al Museo MarÃtimo del Cantábrico son ocho euros, y asà sucesivamente.
Para solicitarla creo que se hace directamente en la taquilla de alguno de los centros culturales incluidos y habÃa leÃdo que hay que llevar el libro de familia para que incluyan al resto del personal. Lástima no haberlo sabido antes porque habiendo ido a casi todos estos sitios últimamente y me habrÃa ahorrado un dinerito.
El pozo azul
Los alrededores del rÃo Rudrón es una zona de la que hablaré algún dÃa con más tranquilidad porque me dejó alucinado. Está ya en Burgos, saliendo de Cantabria por el puerto del Escudo. Al llegar a Covanera te desvÃas a la derecha y abre bien los ojos porque hay mucho que ver. También tienen un montón de senderos que vi en un cartelote y lo retraté para investigar un poco una vez en casa porque la cosa promete.
En el punto donde está el cartel habÃa un indicador según el cual «el pozo azul» estaba a seiscientos metros de distancia. Pues hombre, ya que estamos aquà vamos a echar una ojeada porque si es de bonito y curioso como son las montañas ya merecerá la pena.
Emprendemos caminata por un sendero perfectamente indicado. A medio camino veo una cueva y me imagino que será algo importante, quien sabe si con pinturas, si con estactitas y estalagmitas. Pues no. Mi gozo en un pozo, la cueva es el cagadero municipal a juzgar por la de zurullos y papelotes usados que habÃa por todos lados, y de los neandertales dudo que sean. Como mucho del «homo guarro ibérico».
Diez minutos de caminata y llegamos al lugar indicado, una poza donde se embalsa un montón de agua de un riachuelo y no sé si será la piedra, si serán las plantas del fondo, pero tiene un color azul verdoso precioso. Pues bien majo está el sitio, venir aquà en verano para usarla como piscina tiene que ser una gozada.
Una mañana en Cabo Mayor (II)
Seguimos con mis andanzas triscando cual alegre cabritillo por los riscos de Cabo Mayor. Claro que mis equilibrios no son nada comparados con lo de algunas rocas que hay en los acantilados.
Es ver algo asà y me entran unas ganas irrefrenables de irme a empujar, a ver si sale pitando hacia abajo. Claro que con mi suerte igual cae por el lado que no debe y tengo que salir corriendo ladera abajo perseguido por una roca de varias toneladas.
Sé que hace tiempo aquà habÃan intentado montar una «Senda Costera Cabo Mayor – Virgen del Mar» a base de poner vallas y pasarelas de madera en toda la zona, qué bien bonita está en plan natural como para venir a estropearla haciéndola medio artificial. No habÃa visto en persona cómo era esa «senda costera» hasta hoy. Ya de lejos veÃa mucho palitroque donde antes sólo habÃa piedra.
Esto es donde anteriormente estaba el «Puente del diablo«. Ahora se notan unos palitroques verticales por arriba y una construcción de madera a la izquierda.
Ampliando un poco se ve cómo han metido una pasarela tipo puente justo al final de la cortadura del Puente del Diablo. Hala, vamos a verla.
Madre mÃa… será más cómodo, será lo que quieran, pero meter algo tan artificial en esta zona que es todo naturaleza salvaje no me pega nada. Además no ayuda a salvar un paso especialmente complicado porque ahà donde está se pasaba bien de sobra, el camino tendrÃa un metro de ancho y no habÃa peligro.
Incluso si fuera una estructura ligera, simple, que no llamara demasiado la atención podrÃa entenderlo, pero vaya mamotreto que han colocado, fijaros qué cantidad de palitroques y qué recargada es. Madre mÃa, qué mal gusto. No me extraña que hayan pintado ese «SOS» en la parte derecha, ¡¡¡socorro, quitarme esto de aquÃ…!!!
En la parte superior siguen estando unos palitroques que creo recordar ya estaban antes de lo de la senda costera. Estos hacen como de barrera para indicar hasta donde se puede pasar con seguridad en las inmediaciones del Puente del Diablo. Oficialmente no se deberÃa pasar más allá de los palitroques. Extraoficialmente, estando allà es imposible no pasar para sacar alguna foto.
Es que la costa por aquà es preciosa, con los acantilados, el mar azul, el Panteón del Inglés casi al borde del precipicio… hay que aprovechar para disfrutar las vistas, que a este ritmo cualquier dÃa construyen algo ahÃ, lo pavimentan o azulejan las rocas y adiós panorama.