La primavera se asoma

Por fin, por fin, aunque hoy todavía caiga algo de agua empiezan los días de calorcito, de sol, de alegría y de andar zascandileando por ahí alegremente. En casa como siempre que llega la primavera tocan las tareas típicas para acondicionarla: cortar la hierba (que en invierno casi no crece), fregotear los muebles de jardín para eliminar la roña acumulada, que dentro de nada estaremos tomando el sol fuera y comiendo en la terraza como los señoritos. Claro que no todo es bueno, llegada esta época vuelven mis queridas amigas las hormigas. Reaparecen de golpe y porrazo, un día de pronto ves una hilera interminable de puntitos negros moviéndose por el suelo y ya puedes tomar medidas que estas no tienen educación y no entienden de buenos modales, a la mas mínima se te cuelan en la cocina y en las alacenas en busca de todo aquello que se puedan zampar.
Hormigas en casa
Suerte que desde el año pasado tengo un aliado increíble: el gel antihormigas de Fertiberia, este de color verde.
Gel antihormigas
¿Qué aparecen? Echo unas cuántas gotas en alguna esquina y allá se van como locas a por él. En la primera foto podéis ver cómo se ponen, aparecen en tropel a comérselo. Luego se marchan tranquilamente a su hormiguero y no sé qué pasará, pero no vuelven. Un par de días que repito la misma faena es una semana o diez días de tranquilidad, no veas lo que se agradece porque entrar en casa y encontrarte la cocina invadida de hormigas es una sensación incomparable.

El fechador enmascarado

A finales del año pasado había hecho ya alguna entrada comentando «el síndrome del fechador«, no sé quien, como ni porqué, pero alguien iba dejando fechas aquí y allá por los alrededores de Polientes. La semana pasada volví por esos andurriales y viendo esta caseta en un lateral de la carretera, voy a parar para retratarla y de paso le cambio el agua al canario.
Caseta en un lateral
La caseta estaba justo delante de esta señal, que como es costumbre de la casa fotografío también para tener una referencia del lugar por donde andaba.
Quintanilla de Rucandio
El interior tampoco es muy allá. Lo justo para guarecerse en caso de lluvia y una chimenea donde poder hacer un fuego por si hace mucho frío en el exterior. Por relatos de una persona que trabajó allí hace unos años os puedo garantizar que en invierno sí que hace frío con ganas y no es raro despertar con menos diez grados en la calle. Ojito que no digo «con menos de diez grados», digo con menos diez grados, -10ºC, que no es lo mismo.
Interior de la caseta
¡Sorpresa! ¿Qué me encuentro dentro de la caseta? Una fecha de hace diecinueve años en una de las contraventanas.
Fecha en la caseta
Salgo, echo una ojeada a la señal de la segunda foto ¿y qué me encuentro? Otra fecha más, esta de hace ocho años.
Fecha en la señal
¿Y en la señal de enfrente? Otra fecha más, de hace nueve años. Sigo sin saber a qué viene esto, sigo sin saber quien sería, y sigo con curiosidad. Nimguna noticia encontré en internet pero no hay problema, tarde o temprano alguna pista encontraré y a partir de ahí será pan comido hallar la respuesta.
Fecha en otra señal

Orujo con caramelo

De cara a una comilona en casa con unos amigos compré una botella de Licor de Orujo con Caramelo de la marca Sierra del Oso (empresa de la zona de Liébana) para alegrar los postres. ¡Ay madre mía la que hice! ¡Ay, qué cosa más buena! Suave, dulce, no rasca nada en la garganta, gusta tanto a la señora como al caballero, baja que da gusto, chupito va chupito viene se fomenta la cháchara y las relaciones sociales, ya sabía yo que no podía empezar a probar estos licores cántabros porque iba a ser una perdición…
Orujo con caramelo

A Luis Bustamante y Quevedo

Pasando por Molledo vi un par de cosillas así que me paré a echar una ojeada. La primera que os comentaré, aunque realmente fue la segunda que vimos, es un pequeño parquecito con pilastra redonda en medio. Así a lo lejos se distinguía lo que parece ser una placa y eso ya es razón suficiente para ir a verla más cerca que de todo siempre se aprende algo.
Parque en Santa Cruz de Iguña
Efectivamente, pilastra con retrato en relieve de un paisano junto con una inscripción debajo.
Monumento a Luis Bustamante y Quevedo
Inscripción… que escasa o nula información me puede dar a juzgar por su estado, habiendo pasado antes una recua de gamberros arrancadores de letras. No hay problema, hay otra placa.
Detalle borrado del monumento
Sí que hay problema- La placa se halla en un estado que no se lee sino que hay que descifrarla. Podría, que conste, pero no me voy a molestar porque…
Placa del monumento
…porqué al ladito hay otra inscripción más y esa sí que se lee fácil. Monumento y parque dedicado a Joaquín Bustamante y Quevedo, ilustre marino nacido en Santa Cruz de Iguña y benefactor de la zona.
Inscripción del monumento
Como tantos marinos en una época en que la armada española se dedicaba a guerrear por el mundo adelante, falleció en Santiago de Cuba en 1898 tras ser herido en una batalla en la que unos 800 españoles no sólo se enfrentaron a 20.000 estadounidenses sino que además les hicieron una escabechina de cuidado.

El museo de la campana

¿Te gustan las campanas (el chocolate «La Campana» de Elgorriaga no cuenta)? Pues que sepas que en Meruelo hay un museo dedicado a tales artilugios, justo al lado de la iglesia sin perros.
Cartel del museo de la campana
Aquí tenéis la fachada, no sale el interior porque un servidor aparece a horas intempestivas en los que el resto del personal está comiendo o haciendo otras cosas y claro, pasa lo que pasa, que no voy a llamarles y pedirles que dejen la sopa en el plato para venir a enseñarme las campanitas a mi.
Museo de la campana en Meruelo
Si vosotros queréis ser más considerados ya sabéis, llamadita a este número de teléfono y concertar una cita para echarle una ojeada a la gran cantidad de campanas que tienen allí expuestas, no en vano la zona de Meruelo tiene tradición artesana en esas faenas.
Horario y del museo de la campana
Esta es la placa que luce junto a la puerta de entrada y en la que indica que es la colección Abel Portilla. ¿Quién es esta persona? Pues un conocido maestro campanero cántabro. Pero no sólo él, los Hermanos Portilla tienen un taller campanero por la zona de Gajano donde hacen relojes monumentales, relieves y esculturas además de campanas (evidentemente). Si os interesa siempre podéis echar una ojeada a su web, donde aparece una recopilación de los trabajos que han realizado.
Placa del museo de la campana

Allá va la boya abollada

Anda que no tiene historia ni ná la boya-carrusel esta. La colocaron en los jardines de Pereda y se suponía que era una especie de juego educativo en el que los niños hacían girar el tiovivo con forma de boya marina y eso generaba energía que encendía la luz de la parte superior. Por lo menos en teoría, porque al poco de instalada se torció y adiós muy buenas. Dicen que fue por subirse adultos en ella, algo que indica una previsión escasa porque estaba más que claro que se subirían adultos. Si no son los padres con sus niños serían los que hacen botellón, los que pasan por ahí de noche y quieren hacer la gracia, los que se quieren sacar una foto simpática y sabe dios cuántos más. Llamaron a la empresa que la puso, reparación y patapaf, otra vez cascada. La semana pasada fui a ver cómo va la ampliación de los jardines hacia el Centro Botín y tumbada la vi otra vez. Va a ser cuestión de ponerle tornillos más gordos esta vez porque sino va a pasar más tiempo averiada que en funcionamiento.
Boya averiada

Una mañana en Cabo Mayor (I)

Finiquitada la serie de entradas dedicada a un domingo cualquiera vamos con otra dedicada a lo que se puede hacer una mañana de sábado que amanece soleado. Y es que sol, luz y cielo azul es sinónimo de vamos corriendo a dar una vuelta por algún lado, con lo poco que duran los intervalos de buen tiempo en esta época si llega uno hay que disfrutarlo siempre que se pueda. Y con lo que me gusta a mi la costa con acantilados, un destino perfecto para entretenerme la mañana de un sábado son los alrededores del faro de Cabo Mayor. Fijaros qué panorama, qué tranquilidad, que aire, qué luz, qué todo…
Acantilados de Cabo Mayor
Hala, vamos a caminar un rato y eso que las tentaciones son grandes y poderosas, allí al lado queda mi chiringuito favorito con su terracita llena de gente disfrutando esas rabas y esos chipirones a la plancha que están de morirse. Resiste Juan Carlos, resiste.
Chiringuito a reventar
Una excursión típica y sencilla consiste en pasar por la terraza del chiringuito con los ojos tapados como los burros para evitar caer en la tentación, en una esquina hay una salida en dirección a los acantilados que, por cierto, se están cayendo a trozos. Este es el primero que aparece y menudas rocas se han desprendido de ahí. Las veces que me di una vuelta por aquí ya pude ver que las piedras están muy cuarteadas y no me dan excesiva confianza, pero bueno, siempre esperas que caigan una o dos pero no un trozo tan grande.
Derrumbamiento en la costa
Justo sobre ese acantilado encontramos este monolito del que ya hablé anteriormente. A pesar de lo que diga la señal, para mi es imposible resistirme a esa sensación de apoyar el pie en el borde y lentamente asomar la cabeza para ver qué hay abajo. Casi se podría definir como tendencias suicidas sabiendo cómo está el lateral en la foto anterior.
En recuerdo de los fallecidos I
Esta es la placa del monumento en recuerdo de los cuatro jóvenes que se llevó el mar hace casi cuarenta años.
Placa en el monumento de recuerdo
Lo que nunca había visto y descubrí esta vez eran dos inscripciones grabadas en los acantilados. Una con los nombres de tres de ellos, boy scouts fallecidos al llevárselos una ola.
En recuerdo de los fallecidos II
Otra por separado con el nombre del cuarto, que murió tres años antes al despeñarse mientras practicaba montañismo en los acantilados. Debe ser costumbre porque las rocas están llenas de argollas y lo que parecen ser clavijas de escalador.
En recuerdo de los fallecidos III
Viendo el percal casi va a ser mejor que me deje de tanto acercarme a los bordillos y pegar saltos entre las rocas, no vaya a ser que le toque venir a la parienta a grabar mi nombre en una de las rocas. Y lo que es peor, se me acaben los sábados de triscar como una cabra para reposar luego frente a una cervecita fresca y unas rabas en el chiringo de arriba.
Costa y acantilado

El nacimiento del río Gándara

En el quinto capítulo del relato novelado de un domingo cualquiera hacía referencia al mirador sobre el río Gándara. Lo encontré a la segunda, la primera vez (un mes antes) anduve dando vueltas por los alrededores y acabé llegando al nacimiento del mismo río, al que se accede por una desviación en la última curva que hay antes de llegar al pueblo de La Gándara. Para qué lo vamos a negar, como es habitual no tenía ni idea de que allí estuviera el nacimiento y aparecí de puro milagro, pero aparecí que al final es lo que cuenta.

Tras la desviación de la curva hay que seguir unos tres kilómetros por una carretera en un estado bastante mejorable hasta llegar a un parque vallado en el que destaca un antiguo molino, o eso supongo a juzgar por la piedra de moler que se ve apoyada en el árbol. Que parte del río pase bajo el edificio también ayuda a deducirlo.
Antiguo molino en el río Gándara
Un cartel junto a la valla de madera nos aclara todo lo habido y por haber en cuestiones del río, del entorno y de los valores que tiene la zona. Hala, sigamos andando a ver de donde sale todo esto.
Cartel en el Nacimiento del río Gándara
Un canal desde una pequeña represa envía agua suficiente para alimentar el molino. Aunque ya no hay moliendas este se ve muy nuevecito y cuidado, luego veréis porqué.
Nacimiento del río Gándara I
Pues aquí es donde nace el río Gándara. En ese punto justamente. Una pequeña charca en la esquinita del todo de la cual mana más y más agua, se une a la que va saliendo por otras charcas similares y al final se junta un caudal respetable.
Nacimiento del río Gándara II
En la foto del canal que va hacia el molino se puede ver que finaliza en un enrejado. Esa verja protege un par de tomas de agua grandotas, no sé si será para algo de lo que se desarrolla en el interior o para llevar agua a alguno de los pueblos que hay cerca.
Toma de agua en el antiguo molino
¿Y porqué se veía tan nuevo todo? Porque aquello ya no es molino sino un centro de reproducción de alevines de trucha en cautividad, quizá para repoblar ríos o para mandarlos luego a una piscifactoría. La pena es que por delante había unas mallas plásticas tapando la visión hacia el interior de la casa y no se veía nada. Habiendo videovigilancia tampoco era plan quedar retratado para la posteridad como el gamberro que saltó la valla para sacar una foto, así que nos quedamos sin ver los tanques donde estarán los alevines.
Cartel en el antiguo molino

Obras en Gamazo

Tengo que aprovechar alguna de estas tardes para volver a pasarme por el entorno del muelle de Gamazo, la última vez que anduve por allí cerca fue hace un par de semanas y había una especie de plataforma flotante poniendo pilotes en el agua.
Obras en el muelle de Gamazo I
Tras todo lo que le habían hecho a este muelle para el Mundial de Vela pensé que se habrían acabado las obras por allí, pero claro, vienen elecciones y eso puede ser una tentación muy grande. A ver con qué nos sorprenden esta vez. Sea lo que sea por allí andaré para contarlo.
Obras en el muelle de Gamazo II

Beethoven en la hierba

Cuando anduve por la calle General Dávila en busca de la última letra del Desvelarte 2013 pasé delante de la sede del Icass, fotografié la maravillosa obra en hierro oxidado que tienen a su lado y el Conservatorio Jesús de Monasterio que es ese edificio del fondo. Pero no debía andar excesivamente espabilado ese día porque me salté un detalle que lleva ahí desde 1999. ¿Veis eso situado sobre la hierba a la derecha de la imagen?
Conservatorio de Santander
Pues «eso» es una estatua dedicada a Ludwig van Beethoven, un famoso furbolista del Bayern de Munich conocido porque se quedó sordo de un balonazo. Como decía está en ese lugar desde 1999 y es obra de Ramón Ruiz Lloreda, médico, escritor y escultor, el mismo creador de otras como la de Corocotta, la Sardinera de Tetuán o los osos de la rotonda.
Estatua de Beethoven I
La pobre estatua también fue víctima del vandalismo y hubo una temporada que estuvo tirada en el suelo en vez de sentada sobre la piedra. Menos mal que no pasaron en esos momentos los de la fregoneta, porque semejante cantidad de metal a disposición de cualquiera es una tentación que seguramente no pudieran resistir.
Estatua de Beethoven II
P.D. Si, lo sé, lo del Bayern de Munich…

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