Hora de la merienda

Ya lo decía yo, me gustan más las focas y los leones marinos del zoo de la Magdalena que los pingüinos porque parece que les falta un hervor. Mientras que las focas parecen haberse acostumbrado a la gente y pasan ampliamente del público, estos parecen siempre a la defensiva. Escondidos entre las piedras, saltan un rato a su piscina y se vuelven corriendo. Ahí los tenéis con la cara de susto habitual.
Pinguinos de la Magdalena I
El mejor momento para verlos son las cinco de la tarde si es invierno o las seis si es verano: su hora de la merienda que en realidad es la comida. Sale uno de sus cuidadores de un cuarto allí al lado con una caja de sardinas en la mano y se las va echando. El día de estas fotos debían haber cambiado el cuidador y los pingüinos ya no se fiaban, asomaban pero no iban a por el pescado que les tiraban como si al haber una novedad ya no supieran qué hacer.
Pinguinos de la Magdalena II
Claro que el hambre acaba por pasar factura y vale, cuando tiran una sardina lejos se van a por ella con mucho cuidadito y sin fiarse del todo. Ni que fueran gallegos, oiga.
Pinguinos de la Magdalena III
¿Quienes salen ganando frente a los pingüinos miedosos? Estas, que no se cortan un pelo ni le temen a nadie. ¿El cuidador tira una sardina? Aparece la gaviota con su cara de mala leche habitual y se la lleva directamente, dejando al pobre animalito con un palmo de narices y aún con más cara de tonto de la que habitualmente lucen.
Gaviota al acecho

La Ruta del Cares (II)

Segunda sesión de mis andanzas montañeras monte arriba y monte abajo por la Ruta del Cares. En la primera entrada describía el recorrido entre el inicio en Poncebos y Los Collaos, una vez allí se acaba al tramo de subida dura y se puede ver cómo los siguientes kilómetros son más llevaderos con forma de bajadita suave serpenteando por la ladera.
Camino de montaña por la Ruta del Cares
Casi prefiero pensar que ese agujero de ahí no es un derrumbamiento y que las montañas no se caen nunca de golpe. No por nada, es que con la suerte que tengo últimamente estoy como para correr riesgos…
Agujero en la montaña
Sigo camina que te camina, una hora de recorrido más o menos de la cual treinta minutos son para las cien veces que me había parado ya a sacar fotos. Alguno se preguntará porqué voy siempre solo, si es que no tengo ningún amigo o conocido a quien le guste la montaña. Sí que tengo, pero ir conmigo es desesperante y como lo sé, prefiero ir solo. En esta ruta hice cuatrocientas fotos. Cuatrocientas veces que me paré en mi camino, saqué cámara, elegir encuadre, enfocar, me gusta, no me gusta, saco de nuevo, veo si hay otro ángulo, etc, etc. Si va conmigo alguien a quien la fotografía le da igual, hubieran sido cuatrocientas veces que le habría cortado el ritmo de caminata, que tendría que esperar por mi y todo eso. Bueno, cuatrocientas no, seguramente a la vez número cincuenta me habría tirado por el barranco abajo y «no sé qué pudo pasar, debió resbalar sacando una foto…».
Ruta excavada en la roca
Las rutas no sólo son avanzar, a veces merece la pena parar y echar la vista atrás. Esta es la bajada de Los Collaos sacada desde el camino de la primera foto. Y la piedra que sobresale arriba a la derecha es un mirador desde el que contemplar la garganta del Cares enterita. Para mi, que me encantan la montaña y las alturas, esto era poco menos que el paraíso.
Bajada de Los Collaos con mirador
A medio camino, río que cruza la ruta y puente para pasar por encima. Esta vez llevaba poca agua, no me quiero ni imaginar el caudal que tendrá en pleno deshielo.
Puente sobre una cascada en la Ruta del Cares
Nada como ir dejando pasar otros andarines para meterlos en el plano y que nos den una referencia del tamaño de las cosas. Como decía en la entrada anterior, procurad no pisar fuera del camino porque es malo para la salud.
Caminando al borde del barranco I
Pero malo, malo, muy malo. Fijaros la misma foto con encuadre un poquito más abierto, y aún faltaban metros y metros hasta llegar al río. Cuando le conté a la parienta que me iba al Cares me dijo si no era peligroso. No, que va, el camino tiene unos dos metros de ancho. Ah, vale. Menos mal que no le especifiqué lo que había un poquito más allá de esos dos metros.
Caminando al borde del barranco II
¿Y la de túneles en la roca que cruzas? Menudo trabajón se pasaron para excavar esta ruta en la montaña, en algunas partes aprovecharon la ladera, en otras no tuvieron más remedio que agujerear la roca y fijaros cómo quedó. Por cierto, sitio ideal para parar un momento, sacar la foto, beber algo y escapar dos minutos del sol.
Túneles en la roca de la Ruta del Cares
A decir verdad, empecé esta ruta sin saber qué distancia iba a recorrer. En internet había leído que la ruta eran doce kilómetros ida y doce vuelta. En un cartel ponía que veintiuno ida y otros tantos de vuelta porque continuaba hasta Posada de Valdeón. En otro cartel decía que desde Los Collaos a Caín eran sólo cinco kilómetros. Total, que ni idea. Yo me puse a andar y llegaré hasta donde llegue. La primera referencia del kilometraje que pretendía hacer me la dio esta placa.
Cartel con las distancias
Sumando ambas distancias quiere decir que tengo que hacer 10,7 kilómetros en cada sentido, total 21,4 kilómetros. No está nada mal, sobre todo pensando que en invierno con tanta lluvia no hice ninguna ruta medianamente decente y estoy de un desentrenado que no veas. ¿Llegaré? ¿Me lesionaré y tendrá que venir a rescatarme el helicóptero del Gobierno de Cantabria?

Rebujas Rock

Un par de veces que pasé por San Mateo había visto un monumento con estrella en la salida del pueblo. Aproveché otra visita para pararme un rato justo enfrente y retratarlo. Aquello que en un principio me tenía pinta de monumento motero o similares me sirvió para ir tirando del hilo y enterarme que allí la «Sociedad Cultural y Deportiva Rebujas» organiza el festival «Rebujas Rock» en el mes de septiembre desde el año 1997.
Monumento Rebujas Rock I
La cosa fue creciendo, creciendo y en la última edición el número de asistentes se contaba por miles, que no está nada mal para un sábado con diez horas de música y organizado sin ánimo de lucro. Lo de «Rebujas» supongo que será por el nombre del arroyo que cruza por ese lugar, lo podéis ver también en el enlace del principio. Me acerco al monumento y veo que abajo a la derecha hay un águila de metal.
Monumento Rebujas Rock II
Foto al canto, es una dedicatoria a «Gaby», Gabriel Gutiérrez Laguillo, presidente de la asociación Rebujas que falleció en un accidente en 2001 con sólo 25 años. Una pena.
Monumento Rebujas Rock III
Pues nada, habrá que apuntar el tema en el calendario de septiembre para ir a echar una ojeada y ver qué tal es en vivo y en directo…

Otro reloj de sol escondido

Luis, dado que tu afición son los relojes de sol, esta va para ti… aunque bueno, el reloj no es que sea tan gran cosa como para hacer dedicatorias. Hace poquito me di cuenta de su existencia junto a la Plaza de Pombo. Anda que no he pasado veces por ahí pero nunca me había fijado, será porque está unos metros hacia arriba.
Reloj de sol en la Plaza de Pombo I
No es redondo ni cuadrado sino poligonal. La aguja debería marcar la hora, pero por desgracia el día estaba muy nublado y nos quedamos con las ganas de verlo en funcionamiento.
Reloj de sol en la Plaza de Pombo II
La inscripción pone «Construivit 1861» encima y «Refecit MIM» debajo, supongo que querrá decir el año de construcción que fue rehecho en 1999, y digo supongo porque el latín y yo llevamos muchos años peleados como para acercarme a él sólo por saber qué pone en un reloj de sol.
Reloj de sol en la Plaza de Pombo III

El faro de Zumaya

Con eso de haber retratado ya los que tengo por aquí cerca y no hacer recorridos más largos para fotografiar los que están más lejos de mi casa, últimamente tengo bastante abandonado lo enseñar faros. Alguno me quedaba por sacar, como el de Zumaya que es un pueblo veraniego entre Bilbao y San Sebastián (véase su situación en Google Maps).
Faro de Zumaya I
Este se puede ver en lo alto, al final del paseo de la desembocadura del río Urola. Foto va, foto viene, otro más a la lista de faros retratados.
Faro de Zumaya II
Se puede ver también la trasera del faro yendo a una playa escondida por ese tramo de calle que se ve aquí. Menudo derrumbamiento hubo por esa época, fijaros qué cantidad de tierra se había caído de la montaña. Si yo fuera el del caserón situado justo encima no las tendría todas conmigo cuando estuviera tomando el sol en la finca o comiendo fuera. Mejor ponerse un arnes con una cuerda hasta la chimenea, por lo que pudiera pasar.
Restos de un derrumbamiento
La playa no es gran cosa ni agradable para tumbarse a tomar el sol con esos piedros tamaño XXL. Ahí tenéis la parte de atrás del faro listo para cumplir su función en cuanto se vaya el sol.
Faro de Zumaya y playa
Aquello eran piedros, pero piedros de verdad. Aunque el enclave sea privilegiado por el sol, el mar y las vistas despejadas, aquí no hay quien ponga una toalla so pena de lumbalgia.
Piedros en la playa
Vista más cercana del faro. Ni es grande, ni es espectacular, ni tiene nada destacable, sólo que es un faro, colecciono fotos de faros y eso ya es suficiente para mi.
Faro de Zumaya III
A la izquierda de mi posición estaba el monte del derrumbamiento en la otra vertiente, aunque aquí también se habían desprendido unas cuántas piedras. No debía ser la primera vez a juzgar por el refuerzo añadido en vertical.
Derrumbamiento y terraza
En la parte de arriba del todo se veía una barandilla acristalada con un mirador. Ahí en verano se tiene que estar de cine. Eso sí, rezando porque la ladera resista, si no puede ser de película, pero de película de terror.
Terraza en lo alto

Míralos qué ricos

Siempre que ando cerca me gusta ir a ver los bichos en el minizoo de la Magdalena. Sobre todo las focas y los leones marinos, porque a los pingüinos los veo tan apalominados, tan miedosos, que no hacen mucha gracia. En cambio la focas nadan y nadan felices, asoman la cabeza, se vuelven a esconder, reaparecen aquí o allá y a veces te las encuentras echándose la siesta ricamente al sol.
Foca en La Magdalena
Los leones marinos también, anda que no son bonitos, tienen cara de simpáticos y casi apetece bajar a jugar un rato con ellos. Claro que me abstengo, porque alguno tiene una mala leche que mejor no llevarle la contraria. Tus piernas lo agradecerán.
León marino en La Magdalena

Mil simas y mil cuevas

De camino hacia la Cabaña Verónica va uno dándose cuenta que las montañas por ese lugar son como el queso de gruyere, repletito de agujeros en paredes y suelos. No es raro encontrar algo así al doblar cualquier recodo.
Sima en Picos de Europa I
Parece una cueva. Foto sí, entrar no, que igual reposa en su interior un oso en plena hibernación y ya se sabe la mala leche que gastan los bichos estos al despertar.
Sima en Picos de Europa II
Más o menos donde el camino se bifurca y te puedes desviar hacia unas minas abandonadas aparecen otra serie de agujeros en la pared. Agujero grande con aspecto de entrada de cueva y agujeros varios con pinta de estar conectados.
Cueva en la pared I
Lo mismo de antes, me abstengo de entrar no vaya a pisarle un callo a un oso y ya la tenemos liada.
Cueva en la pared II
En el tramo que va desde la Cabaña Verónica hasta el Collado de Horcados Rojos me desvié un poquito del sendero habitual y encontré ésto: una enorme sima en medio de la roca. Y no es la única, había un montón alrededor.
Sima en la montaña I
No se aprecia excesivamente bien porque, para qué nos vamos a engañar, llevaba horas pateando, no podía con los huevos así que tampoco estaba para mucha foto artística así que saco la cámara, apunto, disparo y aire. Lo que se ve aquí es un agujero en el suelo escondido entre las rocas que sabe dios dónde va a acabar, si es que acaba en algún lado y no sale por el otro lado del mundo junto a los canguros australianos. Como vengas despistado jugando a ser cabra montés y pegues un patinazo, adiós muy buenas. O en invierno, que no se distinguirán debido a la nieve. Con razón de cuando en cuando desaparece gente en Picos de Europa y aún hay personas que siguen sin aparecer a día de hoy como podéis leer en este artículo.
Sima en la montaña II

A la Ermita de las Nieves (III)

Ultimas fotos de la subida a la Ermita de las Nieves, en la primera entrada se pudo ver la subida, en la segunda la ermita y ahora una tercera con otros detalles variados que había en los alrededores. ¿Qué hay un vértice geodésico? Faros, toros de Osborne y vértices geodésicos serán fotografiados sí o sí allá donde pase de modo que foto va.
Vertice geodésico II
Claro que lo mejor no es el vértice, sino su situación, el entorno y las vistas de todo el valle con el mar al fondo. Como curiosidad, al otro lado de la ermita prácticamente no hacía viento. Por este lado había una ventolera que casi salgo volando.
Vertice geodésico I
En un pequeño pico a diez metros de la ermita se ve una cruz y alguna cosilla más. Allá vamos.
Cruz junto a la Ermita de las Nieves I
Foto de la cruz, con ermita al fondo. El sol justo detrás mía de modo que los colorines luzcan en todo su esplendor.
Cruz junto a la Ermita de las Nieves II
Dos placas conmemorativas encontramos a su lado. Una correspondiente a José Antonio Blanco Tuya, naturópata asturiano, experto en plantas medicinales, medicinas energéticas y vibracionales fallecido de un infarto en 2010.
Lápida junto a la cruz I
La otra es una tabla de madera con una inscripción que dice «Alejandro 1986/2006 tus amigos no te olvidamos». En este caso por más que busqué no sé a quien se refiere.
Lápida junto a la cruz II
Y el buzón, como no, aquí estaba el buzón de montaña que mostraba hace unos días y en el que metí una nota como está mandado.
Buzón de montaña
Poco quedaba por ver, bajé hasta el coche de nuevo, que rápido se hace la bajada en comparación con lo que tardo en subir y continué por la carretera que rodea el pico donde está la ermita. Gran acierto porque por la parte de detrás no sólo la vista era espectacular sino que el sol estaba colocado en el punto justo para iluminar la escena. Con esto cada día estoy más pejigueras, porque anda que no llevaba una temporada en plan dejado que más que sacar fotos las perpetraba. Ahora estoy por la labor de sacarlas en mejores condiciones y no con el sol de frente o unos colores horribles.
Ermita de las Nieves en lo alto de una peña
Fijaros qué vista de la ermita en lo alto de la peña, con todas esas piedras inclinadas, el cielo azul, las nubes, el Renault Clio más feliz que una perdiz con tanto mundo como está viendo…
Aparcamiento al final de la carretera
Este camino finaliza en un aparcamiento con una pequeña rotonda para dar la vuelta (aquí se puede ver en Google Maps). Si os apetece llegar a la ermita sin cansaros mucho lo mejor que podéis hacer es llegar a este aparcamiento, leeros estos dos carteles que explican todo, ir hacia esos árboles de la izquierda donde está la campa-merendero de celebraciones y desde allí subir a la ermita. En veinte minutos estáis arriba y las vistas son las mismas.
Carteles del aparcamiento

Animales hay por todos lados

Y no sólo en Cabárceno. Tristemente es lo que hay, por todos lados montones de animales carentes de neuronas y educación. Animales que no respetan ni el monumento en honor a Luis Vélez, uno de los integrantes de un hidroavión que se estrelló mientras intentaban apagar un incendio forestal en Alicante. Y como es muy gracioso darle un par de golpes y romperle un par de trozos, hala, así se queda para disfrute del resto de ciudadanos de Santander. Así le hayan caído los dos trozos sobre el pie del autor, se lo tengan que enyesar, venga una ola de calor y le salga un sarpullido debajo del yeso para que aprenda lo que es el karma.
Monumento roto en el Parque de las Llamas

Aquí falleció el holandés

Empezando la subida al Monte Buciero encontré algo que me recordó enormemente mis paseos campestres por Galicia. ¡Un maravilloso cierre de la marca Flex!
Cierre de somieres en la subida al Monte Buciero I
Por lo que se ve, aquí tampoco se tiran los somieres metálicos y se reciclan como cierres de fincas. Qué majos, qué bonitos y qué elegantes quedan.
Cierre de somieres en la subida al Monte Buciero II
Continúo la subida y a los diez metros aparece un pequeña cruz en el lateral izquierdo del camino. Con placa, así que vamos a ver qué pone.
Cruz en el camino
«Aquí falleció el 30-7-2004 Gerardo Mulder el Holandés», espero que no fuera por intentar subir al Monte Buciero porque es lo que quiero hacer yo a continuación…
Aquí falleció Gerardo Mulder
Cuando veo una placa así enseguida me pongo a buscar información para saber quién es, qué hacía y qué le pasó. Por desgracia, por más vueltas que di no conseguí encontrar nada referente a esta persona así que me quedo como estaba. Si alguien tiene alguna pista o sabe la historia de esta cruz, se agradecería que nos lo contara…

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