El peine de las bodas

De visita por San Sebastián es obligado darse un garbeo hasta el «Peine del Viento» y luego subir al Igueldo aprovechando lo cerquita que están ambos. Son dos lugares donde sacar bastantes fotos de lo más apañado, claro que esta vez nos encontramos con una porquería de tiempo atmosférico: cielo grisáceo, nubes mustias, adiós tanto al cielo azul como a los colores que me gustan para mis fotos.
Peine de los vientos I
El «Peine del Viento» es una escultura hecha por Chillida para «crear un espacio de diálogo entre el mar, el viento, el hierro y las rocas, de modo que el viento entre peinado en la ciudad». Chillido es el que me dan ganas de pegar a mi cada vez que leo una explicación así…
Peine de los vientos II
Las tres esculturas están ubicadas al final del paseo de la playa de Ondarreta, sobre una plaza diseñada por el arquitecto Luis Peña Ganchegui ¡hecha ni más ni menos que de granito rojo de Porriño! Hay que ver hasta donde llega el granito gallego. En el suelo se pueden ver unas piezas con agujero. No sabía para qué servían hasta que leí que están conectadas con el mar y los días de oleaje sale por los agujeros un chorro de agua salada.
Surtidores en el suelo
Mira por dónde ese lugar es el elegido por muchas parejas casaderas para sacarse un reportaje fotográfico. Mientras contemplábamos las esculturas vimos acercarse a novia, novio y fotógrafo para ponerse a la faena.
Peine de los vientos y boda I
Una vez hechas las fotos de rigor se vuelven, el novio delante, el fotógrafo en medio y la novia ya vendrá cuando quiera… señor novio, señor novio, sea un poco más cortés con ella que luego siempre se las guardan y nos las hacen pagar en el momento más inoportuno.
Peine de los vientos y boda II
Venga, otra sesión de fotos sobre la barandilla del paseo, con el novio en chaleco y sin chaqueta. Por si alguien se lo pregunta, no, cuando me casé el año pasado no hubo reportaje fotográfico. Unas fotos por parte de una amiga para tener un recuerdo y para de contar. No me gusta nada verme al otro lado de la cámara y si aún por encima tengo que sufrir algo así, mejor no me caso.
Reportaje de boda en San Sebastián
Nos vamos al Igueldo. Arriba, desde el mirador ¿qué os creéis que vemos? ¡Otra pareja de casaderos sacándose fotos en las camas elásticas del parque infantil! Sin palabras…
Sacándose fotos de boda I
De veras, sin palabras me hallo…
Sacándose fotos de boda II
Entre que lo de la cama elástica no es tan fácil como parece y que el vestido no ayuda en absoluto a la faena, ya pueden haber quedado bien las fotos para compensar el esfuerzo.
Sacándose fotos de boda III

Pasaron los Baños de Ola

Este año, al igual que el anterior, han llegado a los Jardines de Piquío los Baños de Ola con un montón de eventos asociados. En el medio de los jardines una especie de «ninot» representativo del acontecimiento. Si no me equivoco habrá sido pasto de las llamas la noche del sábado al domingo.
Baños de Ola 2014 I
Montones de casetas a franjas de colores donde se podía comprar desde un grabado a bisutería pasando por algodón de azúcar y montones de cosas más. No es que sea algo espectacular, pero mira, le dan otro entretenimiento añadido a esos jardines.
Baños de Ola 2014 II
El mercado marinero allí al lado, talleres de charlestón, gente paseando con trajes de época y, por supuestísimo, que la música no falte con una orquesta para entretener al respetable.
Baños de Ola 2014 III
Duraron del 9 hasta hoy día 13. Este año tampoco es que les hiciera mucho caso, me pillaron con la cabeza en otras cosas y sinceramente, casi no me he enterado que estamos ya en julio. A ver si voy espabilando o cuando me quiera dar cuenta estaremos ya en septiembre hablando de los colores del otoño.

Capilla de Santa Ana

¡Por fin, por fin! Cuando conseguí visitar el faro de Castro Urdiales decía que de esa zona ya sólo me faltaba visitar la capilla de Santa Ana, en el mismo puerto. Es pequeñita, está en lo alto de un pedrusco y siempre que me pasé por allí la encontré cerrada.
Capilla de Santa Ana
Siempre… hasta que un día veo que sale gente de dentro. Pitando me voy, con tan buena suerte y mejor ojo que intenté cruzar entre la caseta amarilla y esos trastos negros destinados a soportar barcos, no me di cuenta que caseta y trastos se unen por un cable de acero gordote lleno de grasa asquerosa, un servidor mirada al frente hacia la capilla y… tropezón que te crió con el cable. Por suerte sólo se saldó el incidente con unas manchas de considerables dimensiones en el pantalón y en el zapato derecho, que si me llego a caer igual dejo media dentadura contra la esquina del trasto negro.
Entrada a la capilla de Santa Ana.

Subo todas las escaleritas que conducen a la capilla, cruzo la verja habitualmente cerrada a cal y canto, un pasillo hasta el fondo…
Interior de la capilla I
Entro y… ¡anda! Si es un centro de interpretación, elemento expositivo, colección de cosas curiosas o como le quieran llamar en vez de una iglesia, capilla o similares.
Interior de la capilla II
Paneles con grabados y fotos en la pared, suelo de cristal mostrando restos de sabe dios cuándo. Sí, seré muy curioso, me gustará aprender, pero tantas letras juntas me da mucha pereza, mejor veo las ruinas a ver si aparece alguna sandalia de los romanos asomando entre los muros…
Interior de la capilla III
Uno de los grabados hace referencia a una actividad económica a la que antiguamente se dedicaban muchos en Castro Urdiales: la pesca de la ballena, aunque a juzgar por el dibujo más bien parece que hayan capturado una superlubina cabreada.
Detalle de una ilustración
La capilla de Santa Ana se llama así porque en la pared de una esquinita del centro de intepretación hay una imagen de Santa Ana (qué raro, ¿no?). Os quedáis sin foto porque la persona encargada de la capilla estaba leyendo un libro justo delante de la imagen, no quería sacarla en la foto y la vi tan concentrada en el libro que tampoco quise pedirle si se podía apartar, no fuera a perder el hilo de la lectura con lo que jode eso. Le faltaban unas cuatrocientas o quinientas páginas para acabar el librote así que esperar tampoco era un opción. Qué mas da… ya volveré, me puedo esperar a la siguiente ocasión.

Marraneando

Soy muy poco de comer a base de hamburguesas (Burrikines y McDonals absolutamente vedados) pero en la última visita a Biarritz era tarde, no sabíamos donde comer, pasamos por una terraza al pie de la Grande Plage y aquello fue un amor a primera vista. Explanada a pie de playa, más que sillas eran sofás orientados hacia el mar, se estaban comiendo unas hamburguesas con una pinta impresionante así que vengan dos de lo mismo. Sus patatas fritas, su ensalada y un buen trozo de carne con tomate natural, lechuga, cebolla y queso. Igual era de gato, pero el gato estaba buenísimo y con el hambre que había ya ni os cuento.
Viva la comida basura
Para ayudar a bajar el condumio nos pimplamos una botella de sidra bretona, otra costumbre a la que nos apuntamos en cuanto podemos. De hecho a la vuelta de Burdeos medio maletero vino ocupado por botellas de varias marcas de sidra. No sé qué será, si la raza de las manzanas o el tratamiento que les dan, pero sale una sidra más dulce que la de aquí. Y eso que la sidra asturiana o cántabra me gusta, pero ésta me gusta más. Hay de dos tipos, la brut que tiene cinco grados o la doux, más dulce y con sólo dos grados. Yo me quedo con la doux.
Sidra francesa I
Además, buen detalle por su parte, sin necesidad de pedirlo trajeron una bolsa plástica llena de agua con hielo para mantener la sidra fresquita y que pudiéramos disfrutar del primer al último sorbito. Anda que no vivimos mal ni ná…
Sidra francesa II

¿Serán cerezas?

En una de esas rutas sin destino definido acabé con mi cochecito en Rubalcaba, pueblo del que hablaré algún día aunque al ritmo fotográfico que llevo no sé si no se quedará en el tintero como tantas y tantas cosas. Estamos a principios de julio, llevo 11.000 fotos desde enero y haciendo una selección a lo salvaje se quedan en mil cuatrocientas listas para publicar, material suficiente para seguir dando la tabarra un año entero. De años anteriores mejor no comentar nada y olvidarse de ellas…

Pues bien, en Rubalcaba además de la famosa cruz hay una ermita al otro lado de la carretera. No es que sea una joya pero mira, vamos a sacarle una foto para dejar constancia de mi paso por el lugar.
Iglesia en Rubalcaba
A su izquierda veo un puente sobre el río, estructura parecida al de Liérganes aunque de menor tamaño. No es que sea una maravilla pero mira, vamos a sacarle otra foto para dejar constancia de mi paso por el lugar.
Puente en Rubalcaba
Desde el puente se ve el típico paisaje de río. Agua, piedras, árboles, no es que sea especialmente espectacular pero mira, vamos a sacarle otra foto más para dejar constancia de mi paso por el lugar.
Río en Rubalcaba
Al lado del puente veo un árbol cargadito de una fruta que desconozco, aunque parecen cerezas. Racimos y racimos cuyo peso tira de las ramas hacia abajo.
Arbol junto al puente
Carajo, pues si son cerezas, menudas cerezas son… más o menos unos dos dedos cada una. Por la forma, por el color, por el tipo de rabo parecen cerezas, pero ese tamaño me parece una barbaridad.
Pues menudas cerezas
Y ya digo que no es que hubiera pocas, en algunas ramas veías un montón apiñadas juntas. Me daban ganas de coger unas cuántas y echarles el diente, claro que con la suerte que tengo igual resultan ser un fruto que provoca una cagalera inmediata y menudo papelón tener que ir de vuelta a casa parando cada kilómetro para aliviar intestinos. El momento ideal para que te pare un control de la Guardia Civil, de esos que hay cada cierto tiempo y te revisan el coche de arriba abajo…
¿Serán cerezas?

Otro reloj de sol

Si en Biarritz tenían un reloj de sol de los de ponerse encima y ver la hora por la situación de tu sombra, en Gijón no son menos y tienen uno similar en el paseo que hay a continuación de la playa de San Lorenzo, al otro lado del río Piles muy cerquita del monumento a la madre del emigrante.
Reloj de sol en Gijón I
Subes encima de ese pedestal, que para más comodidad le han puesto incluso unas escaleritas, talones sobre la fecha más cercana al día de hoy y tu sombra se proyectará sobre uno de esos cuadraditos del suelo que tienen números marcados. Tradúcelo a la hora solar y ya puedes salir de casa despistadamente sin miedo a llegar tarde.
Reloj de sol en Gijón III
Si por casualidad se te antoja saber la longitud y latitud, tranquilo, que para eso las dejaron grabadas en una placa en la otra parte del reloj.
Reloj de sol en Gijón II

No tirar basura en la puerta

Al lado de la iglesia de Heras hay una escuela que no sé si seguirá en funcionamiento o cumplirá labores meramente estéticas / históricas. Se trata de esta casita blanca de planta baja.
Escuela de Heras
Como principal mérito ostenta que aquí fue donde asistió a clase el afamado Marqués de Valdecilla, que tanto hizo por la zona de Heras, Solares, Pontejos y alrededores.
Placa en la escuela de Heras
Se ve que aunque educaran a tan magno señor, los habitantes actuales del lugar no tienen la misma educación o igual nivel de urbanidad, a juzgar por lo que se puede leer en un cartel a la puerta de la escuela.
Cartel en la escuela
Pa’qué tirar la basura en el contenedor si la puedes dejar a la puerta de la escuela… ¿será por ver si aprende algo?

El funicular a Bulnes

En su día ya salió por aquí cómo es la entrada al funicular de Bulnes, que se puede coger en Poncebos. Lo que no conocía era el lugar donde finalizaba su recorrido y en la ruta hacia la canal del Tejo por fin pude verlo. El túnel que se inicia en Poncebos cruza la montaña y va a desembocar justamente aquí, en ese pequeño agujerito con caseta que hay al pie de la montaña:
Salida del funicular de Bulnes I
Menuda mole de piedra atraviesa el funicular. Y ya que estábamos, había que echar una ojeada al interior así que para dentro vamos.
Salida del funicular de Bulnes II
El interior, para qué negarlo, tiene poco interés. Túnel de entrada, caseta de venta de billetes, tunel que va hacia abajo…
Interior del funicular de Bulnes
…y funicular azul que llega. Poquito más que ver, salvo esas cosas que se ven colgando porque estaban de obras. Lo importante es que permite transportar pasajeros y le da a Bulnes una vida que de otra forma no tendría, porque si dependieran de los que llegamos derrengados tras casi tres horas monte arriba la llevaban clara.
Funicular de Bulnes

Wonderland

Pasito a pasito seguimos a la faena recolectadora de letras del proyecto «Aquí, ahora, abecedario» del famoso Desvelarte 2013. Hoy le toca a otra que me había «chivado» Dan en un comentario anterior. Se trata de la W, representada por la palabra «Wonderland» y está en el túnel que va a dar al Parque de la Marga, a la entrada de Santander.
Wonderland I
Ahí está, justo en la parte superior de la entrada del túnel.
Wonderland II
Bien clarito, en letras grandes y blancas.
Wonderland III
Menos mal que me lo dijeron porque no sé yo si lo habría encontrado solo. No suelo pasar por este parque, no sabía de la existencia del túnel, no está en la boca que da hacia el parque ni se ve desde ninguna carretera.
Wonderland IV
Sigo buscando, sigo investigando, sigo recopilando información en internet, redes sociales y demás pero la cosa se va complicando. Sólo me faltan nueve, asumiendo que la F fue una «instalación flotante«, así que si algún alma caritativa sabe dónde están las letras H, I, L, N, Ñ, R, T, U e Y, please, que lo diga ahora o calle para siempre…

Antonio Machado en Segovia

En la plaza mayor de Segovia nos encontramos una estatua de bronce de un paisano al que no teníamos el gusto de conocer ni en persona, ni de oidas. Vamos a ver quien es, que de todo se aprende.
Estatua de Antonio Machado en Segovia I
Anda… si pone que es Antonio Machado… ¿pero éste no había nacido en Sevilla? ¿Qué pintaría por aquí? ¿Pasaría sus vacaciones en esta ciudad o habría venido a echarle una ojeada al acueducto como hacemos todos?
Estatua de Antonio Machado en Segovia II
Pues ni lo uno, ni lo otro ni lo de más allá, no tengo reparos en admitir mi crasa ignorancia sobre su biografía porque desde 1919 residió aquí ocupando la Cátedra de Francés del Instituto General y Técnico y dando clases hasta 1931, que ya son añitos y yo sin enterarme. Antes había residido en Soria o Baeza y tras la estancia en Segovia se fue a Madrid. Si os interesa, aquí se puede leer una descripción muy interesante del paso de Antonio Machado por esta ciudad.

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