Cruza el rÃo Asón a su paso por Colindres un puente que probablemente sea primo-hermano del cargadero de DÃcido, porque en cuestión de mantenimiento parece que va por el mismo camino.
En cuanto se acerca uno ya lo ve roñoso, la pintura desvaÃda y con claros sÃntomas de mantenimiento escaso. Igual es que al ser el pariente pobre del puente de la A-8 que pasa justo al lado ha caÃdo en desgracia y le dedican poco más que unos cuidados mÃnimos.
Por favor señores polÃticos, un poco de amplitud de miras. Llamamos a Okuda para que haga un diseño de colorines, contratamos unos cuántos parados para que lo lijen y pinten, conseguimos de una tacada dar trabajo a un grupo de personas durante unos cuántos meses y obtener un elemento icónico que atraiga turistas hacia Treto y Cicero. Todo es ponerse, oigan, y si necesitan mi servicios como consejero ideÃstico (en esta misma web pueden ver la cantidad de «discurriciones» que se me pasan por la cabeza) ya saben que por cuatro duros rápidamente me vendo.
Hoy estaba poco inspirado
No lo digo por mi, lo digo por el encargado o encargada de pintar en el suelo el pictograma que simboliza a un discapacitado. Con lo fácil que era copiar el de la señal, van y pintan un señor sentado con un paréntesis detrás o una onda sónica que hace pensar si eso azul será un lugar reservado para expeler ventosidades gigantes. En fin, se perdona porque todos tenemos nuestros dÃas malos…
Bufones en Cabo de Ajo
Recordando la entretenida caminata que me habÃa pegado hace un año o dos en las inmediaciones del Faro de Cabo de Ajo, allá me fui con intenciones de recorrer acantilados, rocas, peñas, campos y playas aprovechando un domingo de sol mañanero. Pero con las ganas me quedé porque la puerta del faro ya no invita a la visita, como en la vez anterior, sino que estaba cerrada a cal y canto. Cachis la mar…
Qué se le va a hacer. Me voy a hasta un pequeño parking que hay en las inmediaciones y pasito a pasito (saltando alguna valla por el camino, pero eso no se lo digáis a nadie) dirijo mis pasos hacia la mismÃsima puntita del cabo.
Las vistas, como siempre, preciosas. A la izquierda acantilados, a la derecha se ve una pequeña cala (probablemente la playa de La Arena). Menudas vistas deben tener desde esas casitas en todo lo alto del acantilado que asoma por derecha.
A continuación otra pequeña punta y el Cabo de Quejo. En el saliente de delante se aprecia un caminito acabado en algo blanco, supongo que un vértice geodésico, un monumento o algo similar. La próxima vez que tenga ganas de andar un rato ya tengo un buen candidato para visitar y me entero de qué es esa cosa blanca.
Es estas faenas andaba metido cuando veo que de las rocas sale lo que parece un chorro de espuma convertido en un arcoiris por el reflejo del sol. Ostras, qué cosa más maja, vamos a ver qué es. Tiene que ser interesante porque arriba a la derecha hay algo como los restos de un mirador.
Efectivamente. Esto debió ser un mirador del que tan sólo quedan el recuerdo, una base de cemento y cuatro ladrillos en pie.
Aquà está más de cerca. Mirador construido apoyándose en una roca, suelo irregular no apto para montañeras con tacones y Cabo de Quejo al fondo.
En cuanto bajé un poco más, cambiaba el panorama notablemente. A esta zona le da muy poco el soy y mucho la espuma de las olas asà que las rocas estaban oscurecidas, húmedas y ligeramente resbaladizas. Sorpresón que de pronto aparece un túnel para pasar por debajo del acantilado.
Túnel que justo acababan de cruzar otros dos visitantes que se iban, asà que saqué la cámara y venga foto a ver si sale algo majo. Ni fú ni fá.
Allà paradito comprendà de donde venÃa el chorro de espuma que habÃa visto un rato antes. Aquà hay «bufones», grietas en el acantilado por donde la fuerza del mar hace salir agua de las olas a presión. Tremenda jodienda que habÃa empezado la bajamar hacÃa un buen rato y no conseguà retratar ningún chorro de espuma saliendo, pero sà se oÃa esto en bajamar (incluso al final se ve salir una ligera espumilla), imaginaros lo que se verá en una pleamar potente.
Como no podÃa ser de otra manera finalicé recorrido cruzando el túnel y subiéndome a una pequeña loma justo enfrente para retratarlo. Tiene una forma tan curiosa que parece como si la montaña llevara un antifaz.
Por su posición, si me hubiera limitado a caminar hasta la punta del acantilado no me hubiera enterado que debajo hay ésto. Gracias a ese chorro de espuma por descubrÃrmelo. Por cierto, buscando más información en casa me he enterado que se llama «La ojerada», si queréis ir o ver más imágenes no tenéis más que buscar en Google y hay un montón.
Lo mÃo es mÃo
Eso es lo que deben pensar los del Obispado de Santander sobre a la iglesia de Agüero, situada justo frente al Castillo de Agüero que ya salió por aquÃ. Una empresa madrileña propietaria de la «Casona de los Agüero» colindante a la iglesia les reclamaba la propiedad. Aunque finalmente un juez ha dicho que de eso nada, el asunto traerá cola al figurar desde 1882 la iglesia a nombre de los propietarios de la empresa en el Registro de la Propiedad. Veremos como acaba la cosa finalmente, si el tema se prolonga en el tiempo con recursos y más recursos lo más seguro es que se la acaben quedando los abogados que suelen ser los únicos que ganan con los pleitos.
Arrebatos de fotógrafo
A pesar de que lo mÃo es la foto intrascendente, jocosa y de escasa relevancia, hay veces que de pronto me viene un ramalazo recordándome las que hacÃa por aquellas épocas en que me tomaba la cámara en serio y mira tú, hasta se dejan ver. Aún recuerdo la época en que andaba detrás de cada reflejo que se me ponÃa delante porque suelen salir unas cosas bastante majas.
O experimentaba uniendo una velocidad de obturación lenta al movimiento horizontal de la cámara para obtener cosas como ésta.
Y no digamos nada de la profundidad de campo, que a veces pongo una apertura de f2 en el objetivo y a ver qué soy capaz de hacer con eso. Los resultados cuanto menos son curiosos.
Pues esto es lo que hacÃa antes. Luego monté un blog, empecé a tomarme la fotografÃa en plan cachondeo y ya véis cómo degenera la cosa dÃa tras dÃa.
El carnero de cuatro cuernos
Nos habÃamos acercado hasta el Molino de mareas de Jado para dar una vuelta por la zona y cuando desandábamos el camino para reincorporarnos a la carretera que lleva a Santoña echo una ojeada a un carnero que pastaba tranquilamente y ostras… a ese bicho le sobran cuernos o es que me echaron droja en el colacao y veo doble…
Pues no, nada raro en el colacao, efectivamente el bicho tenÃa un par de cuernos oficiales y otro de recambio. Buscando imágenes en Google parece que no es algo del todo extraño, aunque he de reconocer que es el primero que veÃa y que bien asombrado me quedé. La parienta tampoco habÃa visto ninguno en su vida, algo más comprensible porque no suele frecuentar compañÃas tan exentas de glamour pero si la dejo cinco minutos es capaz de ir a junto del bicho y repelarlo para hacerse un abriguito.
Recorriendo la Isla de Pedrosa
Para quien no lo sepa, la Isla Pedrosa es otra de las islas situadas en el interior de la bahÃa santanderina, que aún hay unas cuántas. Si hacemos historia, anteriormente se la conocÃa como «Isla de la Astilla» pero realmente ni es isla ni es ná, está unida a tierra por un puente y dos istmos con lo cual estamos hablando de una penÃnsula.
Desde 1834 habÃa un sanatorio donde pasaban cuarentena los que llegaban en barco (un lazareto, vamos), luego fue el Sanatorio MarÃtimo y trataba tanto enfermedades óseas como la temida tuberculosis. Aquà venÃan los enfermos de Cantabria, Asturias, Palencia, Valladolid, Avila, Segovia, Madrid, Burgos, Soria, La Rioja, Navarra, Alava, Guipúzcoa y Vizcaya. Casi nada. En 1989 dejó de funcionar el hospital. Desde entonces, y según veo cada vez que paso por allÃ, las cosas han ido decayendo.
Nada más entrar en la finca, a mano izquierda encontramos la primera ruina. No sé a qué corresponderá el edificio, porque no habÃa ningún cartel explicativo. Está totalmente hecho una piltrafa, ventanas rotas, techo hecho polvo, pintadas, etc. Una verja lo rodea y el único cartel que vi sirve para alertar del peligro de derrumbamientos.
Seguimos andando por un pequeño bosque de eucaliptos, cruzamos un puente y a la derecha aparece una iglesia. Nada especial, nada del otro mundo.
Un poco más adelante otra ruina de tamaño bastante mayor que la anterior. Esto sà que podrÃa ser el hospital. Nivel de conservación: penoso tirando hacia «cayéndose a pedacitos».
Casi llegando al final de la isla aparece una construcción en buen estado y con coches aparcados delante. Creo que esto corresponde con una oficina de la Fundación Cántabra para la Salud y el Bienestar y se ocupan de menores.
Cerca hay otra, por lo que leà me parece que es algo de Rehabilitación de drogadictos, estaba en obras cuando saqué las fotos pero ya está acabado.
En otro de los bosques de eucaliptos nos encontramos una estatua de un paisano rodeado de niños. ¿Y éste quien venÃa siendo?
Nada como acercarse para despejar dudas… Manuel MartÃnez de Salazar. ¿Y éste quien venÃa siendo, me pregunto de nuevo? Nada como acercarse para crear nuevas dudas…
Nada que el señor Google no pueda resolver. Se trata del Director General de Sanidad de Estado que mandaba cuando se proyectó el complejo de la Isla Pedrosa, de ahà que le dediquen la estatua. Mira tú, si hasta vino a inaugurarlo Victoria Eugenia de Battenberg, la mujer de Alfonso XIII y abuela paterna del Mataelefantes.
Dejamos para el final lo más curioso que me encontré en la isla. Al final de todo, bajo un mirador desde el que se divisan los aviones aterrizando en el aeropuerto de Santander y junto a un embarcadero, aparece otro edificio también en ruinas con un cartel según el cual ésto era un teatro. A pesar del aviso colorado metiendo miedo con la posibilidad de que me cayera una teja en la cabeza no pude resistir la tentación y entré a echar una ojeada. Tiempo perdido: dos divisiones en el interior, una parte vacÃa y la otra exactamente igual, no queda nada de lo que pudiera recordar a un teatro. Qué le vamos a hacer, por lo menos habÃa que intentarlo.
Por si alguien tiene especial interés en conocer más historias de la Isla Pedrosa, aquà hay un documento de cuando Caja Cantabria se dedicaba más a obras sociales y menos a desplumar abueletes preferentemente en el que lo explican todo de pé a pá.
También he leÃdo que habÃa un proyecto para levantar un hotelazo en la Isla, pero no sé yo… Entre cómo están las cosas de chuchurrÃas y que juntar hoteles de lujo con temas de menores o rehabilitación de drogadicciones es algo que no suele hacer mucha gracia a aquellos que podrÃan poner un dineral en un proyecto asÃ, no seré yo quien apueste un duro a que saldrá adelante.
Cada dÃa somos más
Eso deben decir con alegrÃa en Laredo al compás de la ocupación de los amarres en el superpuerto que allà construyeron. Ya no está vacÃo y muerto de risa como la primera vez que pasé de visita. Poco a poco cada vez que voy veo más barquitos. Menos mal, con la pasta que costó tenerlo para uso y disfrute de las lubinas paseantes era un poco triste a la vez que escasamente rentable.
Casi en la arena
En eso de meter edificios gigantes casi sobre la arena de la playa no somos los únicos, de paseo por la Costa Azul francesa pude ver el supermamotreto pero al norte de Biarritz, cerca de Bayonne hay otro que tampoco se queda atrás. Suerte que, a diferencia del supermamotreto original, es discreto y con ese color se integra bien en el entorno.
Pero claro, conforme te acercas la cosa canta un poquillo. Enorme y situado casi, casi en la arena. Otros que se extrañarán si algún dÃa viene el Cantábrico con su mala leche y deja los bajos del edificio limpios como una patena a base de oleaje.
Empezando con la fachada
Cada vez que paso por Santander echo una ojeada al estado de las obras del Centro BotÃn. A finales de la semana pasada se veÃa que sigue faltando un montón pero bueno, la estructura parece estar completa y eso ya es más que nada.
En una de las esquinas han puesto la primera placa de esa fachada llena de pelotillas de cerámica. Tiene buena pinta, a ver cómo resulta cuando esté todo el lateral lleno.
Como decÃa al principio se nota que todavÃa falta un montón de trabajo, fijaros en la infografÃa del aspecto final y os daréis cuenta. La fecha de inauguración sigue en el aire, pero si tenemos en cuenta que esto va a ser todo un acontecimiento mediático y en mayo de 2015 hay elecciones locales y autonómicas, lo tenemos muy fácil para ser malpensados…
ACTUALIZACION: Hoy en el Diario Montañés dicen que los jardines y el túnel se inauguran oficialmente el 22 de julio (cosa rara, un martes), con actos festivos para celebrarlo. Allà estaremos, por supuesto.