Aventuras en la nieve (II)

Seguimos con las aventuras en la nieve. De vuelta a casa paso por Solares y mientras enfilaba la subida por la que se sale del pueblo empieza a caer una granizada de las que hacen historia. De estar la carretera limpia, en sólo dos minutos pasó a estar así.
Granizada en el centro de Solares II
El asfalto blanco, los coches bajando con toda la suavidad del mundo y los que subían haciendo patinar las ruedas. Como me conozco el cuento paré a la derecha y que pasen unos cuántos antes, que el granizo resbala mucho más que la nieve como ya experimenté hace un par de añitos.
Granizada en el centro de Solares I
Me sobra un rato… ¿no tenía Peña Cabarga un poco de nieve en lo más alto?
Peña Cabarga con nieve
Pues sí, a Peña Cabarga me voy. Subo sin problemas la primera parte, cuando llego al último tramo de subidas empinadas me encuentro la carretera en este estado y ahí delante estaba dando vuelta un coche pequeño. Paro para dejarlo maniobrar y aprovecho para sacar unas fotos desde dentro de mi coche (como para salir fuera y volver a pillar un catarro estaba yo…).
Subida a Peña Cabarga I
Se va el coche maniobrero, echo una ojeada, saco un par de fotos más, voy a rearrancar…
Subida a Peña Cabarga II
…y de golpe llega la nieve, el viento, empiezan a caer copos ligeramente primero y con más fuerza después. Entre la foto anterior y esta otra pasaron unos cinco minutos pero la cosa variaba notablemente. Con la carretera medio impracticable, subidas potentes, curvas cerradas y nieve cayendo con ganas, lo más inteligente era otra vez darse la vuelta y dar por concluida la ascensión.
Subida a Peña Cabarga III
Me pongo a ello y al fondo aparece uno ¡que está haciendo la subida andando! ¡Si señor, eso sí que es tenerlos bien puestos!
Subida a Peña Cabarga IV
Para acabar, como en foto no se aprecia la verdadera magnitud del asunto os dejo un vídeo de nueve segundos donde se ve el cielo cerrado de nubes, más nieve en la carretera y los copos cayendo poco a poco.

A continuación otro de tres segundos donde se ve cómo se ponía la cosa unos minutos después. Vámonos de aquí antes de que me quede atascado.

Hala, ya pisé nieve, ya la fotografié, ya me quité el antojo, ahora a desear que lleguen la primavera y la época de las cervecitas lo antes posible.

Aventuras en la nieve (I)

Si, ya sé qué hace dos días decía que no tengo ganas de nieve, que estoy saliendo de tres catarros consecutivos y por mi podía llegar el verano ya, pero es que soy una rata sin palabra y no se me puede hacer ningún caso. Llega una ola de frío impresionante a toda España, amanece y veo Peña Cabarga así:
Peña Cabarga con nieve
Esto es una tentación demasiado grande para resistirlo. Si Peña Cabarga con sus quinientos y pico metros tiene nieve, cómo estarán otros lugares aún más altos. ¡Esto hay que verlo! Camiseta, segunda camiseta, camisa, jersey, anorak gordo, bufanda, gorro, guantes, como pille el cuarto catarro de la temporada mejor que me retire. Cochecito, carretera y ¡nos vamos a la aventura! Sin cadenas, por supuesto, que esas cosas son de cobardes.

Primero Solares, sigo hacia Hermosa y llego a Liérganes, el pueblo al pie del conocido monte que recibe por nombre «Las tetas de Liérganes». Así está en verano y así estaba ayer todo cubierto de blanco.
Tetas de Liérganes nevadas
De allí a La Cavada y sigo en dirección al Puerto de Alisas. Nada más salir del pueblo ya se veía toda esta nieve, mejor ni pensar en lo que habrá más adelante.
Subiendo el Puerto de Alisas I
Conforme iba subiendo cada vez empeoraba más la cosa, nieve en las montañas, nieve en la carretera, nieve que cae del cielo y se va cerrando de nubes.
Subiendo el Puerto de Alisas II
Sube, sube, sube… pero hasta aquí llegamos. Las ruedas de mi coche empezaban a patinar cada dos por tres y eso que aún no habían empezado las subidas fuertes ni las curvas de 180º, cada vez había más nieve en el suelo y en los árcenes, mejor dar la vuelta mientras pueda antes que encontrarme más adelante sin poder avanzar ni girar. Buen ojo tuve porque conforme empezaba a bajar se cerró el cielo completamente y empezó a caer una buena nevada casi en horizontal.
Subiendo el Puerto de Alisas III
Vuelta a Liérganes y salgo en dirección a San Roque de Riomiera, carretera que acaba en el Puerto de Lunada. Está cerrado, pero vamos a ver hasta donde puedo llegar. Por lo de pronto los montes nada más salir de Liérganes se ven con nieve y cubiertos de nubes, así que la cosa pinta igual de fea.
Camino de San Roque de Riomiera I
Puf, puf… pinta fea, pero muy fea. Mucha nieve por los alrededores, árboles cubiertos, montes cubiertos, pinta de volver a nevar en cualquier momento aunque el centro de la carretera estaba milagrosamente limpio.
Camino de San Roque de Riomiera II
Llego a Linto, el pueblo del angelote motero. Unos metros más allá entendí porqué estaba tan bien la carretera: justo delante mía iba una quitanieves. Pues nada, dejo una distancia de cincuenta metros con ella y vamos como un señor con la maquinaria limpiando la carretera para mi.
Camino de San Roque de Riomiera III
Un kilómetro, otro, vamos subiendo, otra vez se cierran las nubes y vuelve a nevar. El coche empieza a patinar, tampoco es que me preocupe mucho porque en cuanto saqué el carnet y tuve coche una de las cosas que hacía cuando podía era conducir sobre nieve. Qué hartón a divertirme por carreteras de Orense, en la subida a Manzaneda y a derrapar adrede en el aparcamiento de la estación de esquí. Eso no se olvida así que no suelo tener problema para llevar el coche en condiciones complicadas. Y si vas detrás de una quitanieves mucho mejor.
Río Miera I
En eso se me enciende la lucecita de aviso… si la carretera ya está al límite de lo aceptable, dos cuartas de nieve en los arcenes, aún quedan veinte kilómetros para Lunada y sólo se puede ir por el espacio que va dejando la quitanieves, un poco más adelante va a estar mucho más fea la cosa y a lo mejor ni puedo dar la vuelta. Es más, si se pira la quitanieves me quedo en medio de la nada más absoluta. Hala, media vuelta donde buenamente pude y bajamos otra vez mientras cae la nieve, con festival de patinazos incluido porque cada vez que tocaba el freno ya tenía las ruedas de delante bloqueadas. Tranquilidad, despacito, marcha corta que retenga y anticipar lo más posible cualquier maniobra.

Sólo una parada más para sacar un rincón que me encanta, un puente sobre el Miera justo donde te desvías para ir al pueblo que comparte nombre con el río. Fijaros qué lugar, qué agua, qué sitio más majo así nevado y eso que la segunda foto con esa sensación de medio selva medio jungla casi da más miedo que otra cosa.
Puente sobre el río Miera I

Puente sobre el río Miera II

Puente sobre el río Miera III
En una cabaña de al lado una pintada declara que Miera no es España. Cataluña dicen que tampoco, Euskadi tampoco, Galicia y Andalucía igual se apuntan, cualquier día pongo el famoso felpudo de Ikea en mi casa, la declaro república independiente y que paguen impuestos los demás, que yo no tengo ganas.
Pintada en una puerta

A Diego del Barco

Curiosamente, mientras el uno de enero medio mundo anda resacoso y hecho una piltrafa yo andaba dando una vuelta por Laredo aprovechando un solete que no tenemos estos días. A lado del mercado de abastos encontré una estatua que no recordaba de otras visitas anteriores, un tipo con pinta de antiguo (por la vestimenta) con un gorro del que sale un penacho.
Estatua de Diego del Barco en Laredo
Y menudo penacho, eso es un proyecto de palmera cuando menos. Con ese traje y ese gorro, debe ser alguien de la Guerra de la Independencia más o menos.
Detalle de la estatua de Diego del Barco en Laredo
Para eso sirven las placas que le ponen a las estatuas, claro. Dedicado a Diego del Barco, uno de Coruña que palmó en Laredo. ¿Qué habría hecho? Palmarla durante la toma del fuerte del Rastrillar a los franceses para liberar el pueblo de la ocupación durante la mencionada Guerra de la Independencia. Con un grupo de valientes se dijo que el fuerte lo tomaban por sus huevos (algo perfectamente representado en la estatua) y a la carga se fueron. Lástima que los franceses además de no ser mancos también estaban armados y al pobre brigadier le dieron pasaporte. Está enterrado en la iglesia de Santa María de la Asunción, por la que ya pasé. No lo sabía, pero para la próxima visita que le haga hay foto asegurada.
Placa en la estatua de Diego del Barco en Laredo

La estrella de Bustamante

El pasado fin de semana daban lluvia a cascoporro por esta zona, junto con ventolera, granizadas, rayos, truenos y otras fuerzas de la naturaleza desmadradas. Para el sábado estaba programado un homenaje a David Bustamante en la calle Tetuán que supuse se pospondría por causas meteorológicas pero no señor, el clima respetó el acontecimiento y finalmente pudo inaugurar su estrella en lo que llaman el «Paseo de la Fama», lo cual me hace suponer que tras esta vendrán otras estrellas más.
Estrella de Bustamante en la calle Tetuán I
A mi Bustamante me da bastante igual, su música está en las antípodas de las que suelo escuchar pero mira, a cuenta del hombre este se juntó un montón de gente por allí, salió en los periódicos, etc. Buen ojo el de los comerciantes de esa zona que siempre están discurriendo algo para conseguir atraer público,
Estrella de Bustamante en la calle Tetuán II
Por si queréis ir a verla, está junto a la entrada peatonal del párking (por donde hacen un mercadillo el primer domingo del mes). No tiene mucha chicha, es una simple estrella roja sobre fondo negro pero resulta un motivo igual de bueno que cualquier otro para darse una vuelta por la zona de Tetuán.
Estrella de Bustamante en la calle Tetuán III

A cien por hora

Así es como van a tener que andar a partir de hoy todas las quitanieves, porque se anuncia la llegada de una gran ola de frío con nieve incluso a nivel del mar a partir de esta noche y hasta el domingo. Todas, menos esta que vi a la entrada de Espinosa de los Monteros que se queda reducida a nivel decorativo. Pena no llevar un palo para selfies y me hubiera sacado una foto a los mandos del vehículo.
Quitanieves en Espinosa de los Monteros

Pintadas para pensar

Ya lo había comentado hace un par de meses, caminando por Unquera vi un montón de pintadas de esas que te hacen pensar. Alguien había escrito en la pared «una aventura es más divertida si huele a peligro». Cuando la vi me paré a pensar un rato (es que uno es lentito, para qué negarlo) y en cierto modo tiene razón. Las mejores aventuras que recuerdo tienen un cierto regustillo a peligro. La bajada desde los ojos del diablo, por ejemplo. Tuvo su miga pero me lo pasé como un enano. No veas lo que se disfruta con toda esa adrenalina corriendo por las venas mientras bajas una montaña.
Una aventura peligrosa
A su lado, una representación de lo que es la vida hoy en día. Lo primero que me vino a la cabeza fue aquella cita de el Dalai Lama, al que mucho caso no le hago pero cuando leí esto tuve que reconocer que algo de razón sí que tiene: «El hombre sacrifica su salud para hacer dinero. Entonces sacrifica dinero para recuperar su salud y entonces está tan ansioso respecto al futuro que no goza el presente. El resultado es que no vive ni en el presente ni en el futuro, vive como si nunca fuese a morir y entonces muere sin en realidad haber vivido nunca». El que quiera pensar en ello, que piense y el que no, que siga como hasta ahora.
Enjaulado por el dinero

Lejos de la nieve

Llevamos racha de oleajes, temporales, granizo, nieve, frío y anuncian aún más. Ni hubo fotos ni creo que las habrá, porque ando perezoso para todo lo que sea pasar frío o pillar mojaduras. Primero un catarro gordo en septiembre, bien ganado mientras triscaba por los alrededores del Coriscao, luego otro a finales de octubre y rematamos la faena con el tercero en diciembre. Invierno con antibióticos a punta pala y problemillas respiratorios varios, arrastrando aún una tos de abuelete que aún no me acabé de quitar. Visto el panorama tengo escasas o nulas ganas de pillar la cuarta, de ahí que no arriesgue y haya pocas fotos de montañas nevadas. Todo lo más esto, sacado allá por mediados de noviembre antes de enlazar la una con la otra y con la de más allá. Sorry, el año que viene prometo abrigarme más para poder disfrutarlo como está mandado.
Montaña medio nevada
Nunca pensé que diría ésto, pero sí, por mi que se acabe ya el invierno ya… mañana mismo cambiaba montañas nevadas, frío y esquí por este plan…
Playa de Trengandín en verano

Calles peligrosas

Y tan peligrosas que son las calles de Burdeos. Cruzas el Pont de Pierre y lo primero que te encuentras de frente es un león. Algo paradito, ciertamente, pero león al fin y al cabo. Si estuviéramos en una de esas películas en las que las cosas cobran vida ya me podía dar por jodido, viendo el tamaño del animalito y la de tiempo que llevará sin comer.
León en Burdeos I
Es una obra del escultor francés Xavier Veilhan hecho en poliéster y resina de cinco metros de alto, si queréis ver toda la historia, significado, obras y milagros nada mejor que echar una ojeada aquí así me ahorro el trabajo de teclearlo yo. No es vagancia, es el resultado de un captura de sinergias corporativas (y si cuela, cuela).
León en Burdeos II
Alguno quizá siga preguntándose que tiene que ver una escultura de Burdeos con un blog llamado «Vamos a Cantabria». Recordaros que esto no es un blog de turismo por Cantabria, sino las aventuras y desventuras de un gallego emigrado a Cantabria, sus andanzas y recorridos por Cantabria y alrededores, y como Burdeos están por ahí al lado (a cuatro horitas de ná), entra dentro del contenido del blog. ¿Aclarado el tema u os lo tengo que cantar?

El nido de Piquío

¿De gaviotas? ¿De palomas? ¿De gorriones? Nada de eso, ¡de ametralladoras! Se trata de otro de esos restos que quedan en la ciudad provenientes de la guerra civil, esta vez bajo los jardines de Piquio. Aquí los jardines vistos desde la playa. ¿Veis esa línea horizontal en la construcción justo bajo la pérgola?
Nido de ametralladoras de Piquío I
A esto me refería. Pues ahí dentro está el minibunker que no sé si se habrá utilizado alguna vez, porque desembarcos, lo que son desembarcos, creo que en el Sardinero no hubo. Quizá Alfonso XIII alguna vez después de irse de farra marítima, pero en época de guerra me parece que nada de nada.
Nido de ametralladoras de Piquío II
Por curiosidad subí hasta allá para echar una ojeada al interior y ver si quedaba algo de la época. Si alguno se os pasa lo mismo por la cabeza ni os molestéis. Nada de nada. Todo lleno de tierra, escombros y cascotes, aunque sí me llamaron la atención un par de cosas. Lo primero la anchura de las paredes, ni que tuvieran miedo de ser atacados por el acorazado España cuando andaba por esta zona. Lo otro es que desde fuera la abertura es enorme pero desde el interior se ve muy pequeñita, no apta para claustrofóbicos.
Nido de ametralladoras taponado

Ay, qué ganas…

Una de las cosas que tengo apuntadas al principio en la lista de tareas pendientes es volver por aquí, por la zona de Poncebos a darme otro garbeo entre montañas y ríos, disfrutando el panorama, aireándome un poco y sacando más y más fotos dignas de honrar vuestras pupilas.
El río Cares en Poncebos
Por si acaso primero esperaré a que lleguen los primeros aires de la primavera y no haya nieve cerca, que andar triscando como una cabra por peñas y peñascos al borde de abismos y desfiladeros con un suelo nevado o helado puede ser de todo menos gracioso, y mucho menos cuando la parienta se lo tenga que explicar al agente de seguros de vida para poder cobrar: «si, ya sé que muy normal no parece ponerse a bailar un zapateado al borde de un precipicio, pero es que mi Juan Carlos era así de suyo».

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