¿Qué pasa si tienen que pintar de azul una valla del paseo del Sardinero y en la valla hay un candadito enganchado?
Aaaayyyy… se siente. Hay muchos metros de valla por pintar y poco tiempo para florituras asà que si la valla se pinta de azul, el candadito tres cuartos de lo mismo. Y si no, haberlo puesto en otro lado.
Nos vamos de cementerios (I)
Diréis lo que queráis, me llamaréis tétrico-morboso-gótico-tardÃo, pero a mi me encantan los cementerios. Será por todo lo que significan, por todo lo que tienen que ver, será porque dentro no te vas a encontrar el tÃpico Kevin de Jesús asilvestrado pegando gritos y tirando pelotazos a la gente, pero me gustan. Y si es de noche, mejor.
El cementerio más grande de Santander es el de Ciriego, que hasta tiene página web y aunque no los creáis ¡¡¡también tiene página de Facebook!!! Mira qué da juego el tema este, porque ¿quien quiere ser «amigo» de un cementerio? ¿A cuántos abueletes habrá acojonado enviándoles una solicitud de amistad? ¿Te imaginas tener setenta años, aprender a usar un ordenador y que un cementerio diga que quiere ser tu amigo…?
Una mañana de domingo que la jefa estaba perezosa me pasé por allà yo solito y me hinché a sacar fotos, qué hartón le pegué a la pobre cámara. Por fuera no es nada espectacular: aparcamiento, capilla, un edificio normal, vamos a sacar la foto con cuidadito que por aquà también se va a la playa de la Maruca y hay bastante tráfico, por mucho que me gusten los cementerios no tengo ningunas ganas de mudarme a uno de forma anticipada.
Qué detalle que nada más entrar aparece un mapa con la distribución de tumbas, lástima que no sea como en la página web porque yendo a la opción «Mapa y patrimonio» te dice incluso cuáles son las tumbas con inquilinos más destacados.
Primera parada. ¿Es un piedro? ¿Es un meteorito? No, es la tumba de Hans Kemper y Friedrich Schwanengel. ¿Estos quienes venÃan siendo? Dos aviadores de la Legión Cóndor, la parte de la Luftwaffe que Hitler mandó a España para ayudar al tÃo Paco. Palmaron en 1937, o sea, en medio de la guerra civil. Aparecen mencionados en un libro bastante interesante sobre el tema que hay en Google Books, la única jodienda es que está en inglés. Como resumen, el primero parece ser que se la pegó contra otro avión al despegar y el segundo fue derribado por los antiaéreos mientras atacaba Avilés.
Como no, el panteón de Cántabros ilustres donde están enterrados un montón de personajes relevantes nacidos aquÃ. Este es un panteón con dos caras simétricas, la izquierda…
… y la derecha. Aquà yacen desde los pintores Pancho CossÃo o Antonio Quirós, el poeta José Hierro, el aviador Juan Ignacio Pombo, el marqués de Casa Pombo o el naturalista Augusto González de Linares, entre otros.
Domingo, poca gente, buen tiempo, sin viento, sol, agradable temperatura, fui vagando por las calles del cementerio sin prisa, viéndolo todo y fotografiando todo lo que me interesaba. Allà habÃa desde panteones clásicos como éste:
A otros supermodernos como éste otro. La leche, qué diseño más extraño. No debe ser obra de Calatrava cuando se mantiene derechito y no se le caen las esquinas a trozos.
Una tumba con columna. A ratos esto parece más un museo que un cementerio.
Si os fijáis en la base de la columna, por los lados sale una proa y una popa, asà que tendrá que ver con la tragedia de algún barco.
La popa tiene algo como llamas, o una explosión. Está claro, esto es otro monumento a las vÃctimas del Machichaco.
Vueltas y más vueltas que me di, fotos y más fotos que saqué, pero ninguna como ésta. Es que me quedé alucinado viendo el asunto. Un nicho con foto, algo que he visto ya más de una vez.
Pero no era la foto lo curioso, sino el mensaje: «Traedme las zapatillas que me voy andando». Supongo que será algo que decÃa el finado y le resultaba simpático a sus parienttes, pero bueno, visto desde fuera te quedas un poco extrañado.
Si queréis hacer una visita, un dÃa perfecto puede ser el próximo domingo 31 de mayo en que habrá una visita guiada con introducción histórica, música a cargo de los alumnos del Taller de Música Imaginaria del Conservatorio Municipal Ataúlfo Argenta, poesÃa y más. Y es a las 21:30, casi de noche. Estoy por ponerme una sábana blanca sobre la cabeza e ir a correr esa noche entre las calles del cementerio. Anda que no me iba a reir…
Si queréis ver el programa del evento está en la página de la Fundación Santander Creativa.
En la cascada de El Bolao (III)
Vamos con la última entrada dedicada a esta excursión dominguera. Por si os las perdÃsteis, antes vinieron la primera y la segunda parte. Me habÃa quedado en los alrededores de la cascada sacando fotos, cosa verdaderamente complicada porque estaban a la misma faena dos fotógrafos de los de verdad, de esos que van con trÃpode, equipo del bueno y se tiran un montón de tiempo con cada foto, no como yo que paso a reacción y saco dos fotos de cualquier manera porque total, para el caso que me hacen y las tonterÃas que digo sirve cualquier cosa. Asà que la mayor parte de las fotos de la cascada tienen fotógrafo incluido por el mismo precio, cosa que no me importa porque bien sabido es que tiendo a añadir alguna figura humana a las imágenes para rellenar un poco. Es más, casi prefiero la versión con persona que la versión «sólo cascada».
Como es costumbre de la casa fuimos a la buena de dios y aparecimos por allà a la hora de comer. Tremenda ventaja porque tenÃamos la cascada y el acantilado prácticamente para nosotros sólos. Los disfrutamos un buen rato y pude sacar hasta fotos «enmarcadas» como a mi me gusta sin que te estén pasando por delante de la ventana el Jonathan, la Jenny, la abuela, el perrito, el niño con el balón, la abuela de vuelta, el perrito detrás de la abuela, el niño detrás del perrito, el perrito escapando del niño, la Jenny buscando al niño, el Jonathan buscando a la Jenny para ver si entre los dos encuentran a la abuela que se ha perdido detrás del perrito que perseguÃa el niño que pasó buscando su balón, etc, etc, etc.
De pronto vimos aparecer un montón de gente. A lo mejor tan sólo habÃan venido a buscar a la abuela de Jonathan que perdió a Jenny mientras buscaba al niño, al perrito y a la pelota. Ver aparecer tanto personal fue sorprendente porque nosotros habÃamos aparcado en el quinto pino y caminado un buen rato para llegar, mientras que toda esta gente no habÃa recorrido el mismo camino sino que aparecieron de golpe.
Justo enfrente de este punto está el Acantilado de La Molina, el que veÃamos hace dos fotos a través del agujero en la tapia. En la parte superior habÃa visto gente, luego si alguien puede llegar, yo puedo llegar y siendo un lugar bastante alto habrá la mejor panorámica de los alrededores. Tocaba subir, para desespero de la parienta que ya se olÃa cómo arriba de todo no iba a haber ninguna tienda de ropa abierta. Fuimos subiendo por el prado que cubre la ladera del monte, sacando fotos de los molinos cada cierto tiempo porque según se iba subiendo mejoraban notablemente las vistas.
Arriba del todo un banco solitario ofrecÃa descanso a los intrépidos subidores de laderas y la altura favorecÃa unas fotos perfectas de toda la zona. Aquà se ve la cascada con los estratos que atraviesa, los molinos, un pequeño acantilado a la derecha desde el que estaban pescando y un par de cosillas más.
Justo donde desemboca el rÃo se aprecian los restos del primer molino, el que se cargó el mar. Ampliando un poquito se ve mejor. Tan sólo queda un metro de muro de piedra y poco más.
Menos mal que pude sacar la foto desde aquà porque la que habÃa sacado en la otra orilla era una porquerÃa como un piano y sólo se ven un montón de pedruscos. Si alguien me dice que esto son las ruinas de un molino antiguo no me lo creo ni de coña, y eso que lo son. Tengo que tomarme más en serio la fotografÃa como hacÃa la gente de la primera imagen porque con los años la calidad de lo que sale de mi cámara va degenerando a un ritmo más que preocupante.
Otra cosa que pude ver desde lo alto del acantilado fue de donde llegaba todo el personal. De este aparcamiento, un acceso mucho más sencillo y cercano que el que habÃamos elegido. Si venÃs aquà desde Santander no hagáis como yo, entrar en Toñanes, callejear, aparcar en cualquier parte y pegarse una pateada. Es mejor coger el primer cruce a la derecha una vez pasado el pueblo en dirección Cóbreces y acabáis en este párking. Cien metros andando y ya estáis en los molinos. Yo es que soy rarito y me gusta hacerlo difÃcil. Además si lo hiciera fácil seguro que no me perdÃa tantas veces, y mi entretenimiento favorito sigue siendo intentar averiguar donde coño estoy «porque esto no sale en el mapa».
Por el otro lado del acantilado al que acabábamos de subir, un bonito paisaje de prado, valla y cielo prometÃa preciosas fotos a todo aquel que se animara a caminar por allÃ. La pena es que yo ya habÃa cumplido el cupo de subida para hoy, además de estar oyendo el canto de las sirenas con forma de cervecita fresquita en Comillas. Se quedará la subida para otra vez, que no es cosa de verse todos los paisajes de Cantabria el mismo dÃa si no quiero agotar rápidamente el repertorio de lugares de los que hablar.
Forjator
En una callejuela de Pechón nos encontramos un par de cartelotes a la puerta de lo que parece ser un taller.
Forjator… hasta parece nombre de superhéroe de pelÃcula? ¿Qué en Hollywood tenÃan un Terminator? Pues en Pechón tienen su «Forjator» particular…
Supongo que será un taller de forjado, pero mira, la imaginación es lo que cuenta y desvariar con cualquier cosa tiene que ser muy sano para las neuronas, que se ejercitan en la tonterÃa sobrevenida y asà no se van por los Cerros de Ubeda cuando toque pensar en cosas serias.
Panorámica desde El Soplao
Cuando uno se acerca a ver la cueva de El Soplao va con la idea de ver cuevas, estalactitas, estalagmitas y demás historias bajoterrestres. Sin embargo conviene ir con los ojos bien abiertos porque hay muchas más cosas que ver y que no desmerecen para nada. Sin ir más lejos las vistas del valle de Lamasón desde el aparcamiento de El Soplao. Impresionante. Un enorme valle, pueblos escondidos entre montañas, verde a punta pala, nieve al fondo, carreteras, caminos en zigzag y nubes de tormenta en el horizonte. De esos lugares que merece la pena sacar una panorámica para poder disfrutarlo en grande. Asà que ya sabéis, pinchar en la foto para verla a tamaño respetable y a deleitarse con los montes cántabros.
Y siguen mosqueados
Lo de las preferentes es un suma y sigue. Tras el timo institucionalizado muchos han visto que fiarse de la palabra de un banquero es quedarse sin dinero y la única solución va a ser dar la lata, insistir, hacerlos quedar mal y que no se olvide el tema. Este es un coche que vi en Somo, espero que recupere la pasta y que la cinta adhesiva usada para las letras no sea de esas que se pegan como una lapa y cuando hay que quitarla sale con el barniz del coche pegadito.
Lo que ya hemos comentado, a la gente le cuesta olvidar y como a nadie le gusta ser desplumado, siguen queriendo su dinero.
GA de galaxia
Esta es una de las palabras del «Desvelarte 2013» que ya habÃa mostrado, en su dÃa fue Galaxia.
Ahora, tras los temporales del invierno, se ha quedado en GA y dudo mucho que repongan las letras. Menos mal que pude pasarme antes a retratarla.
Me siguen faltando otras diez. Como no me dé prisa corro peligro de acabar fotografiando no diez palabras sino diez medias palabras asà que tan pronto me chivan la ubicación de alguna, allá me voy con la cámara, con el móvil o con lo que sea y me la guardo «pa mi pa siempre».
Esta es la de la calle Valliciergo, también me la descubrió Dan en un comentario, y como esa calle queda bastante céntrica fue cuestión de dÃas añadirla a la colección.
Curioso ver en la foto anterior cómo antes ésta debÃa ser la calle Laredo, que es la que enlaza unos metros más adelante con Valliciergo. Por cierto, no sé qué significará Valliciergo, si habrá sido alguien o es un pueblo de Cantabria. Lo que sà existe es un tipo de letra con ese nombre, de los revirados y relamidos perfectamente válida para escribir el Quijote. En fin, que aquà queda inmortalizada la palabra «Juega». Como digo siempre, una más, una menos.
Vaya lorito
Poquito a poco vamos poniendo a punto el vehÃculo que me he agenciado. Lo primero cambiarle la dichosa correa de distribución. El manual de mantenimiento dice que hay que cambiarla cada 120.000 kms o cada cinco años, lo primero que suceda. El dueño anterior la cambió una vez en veinte años. Casi mejor lo pongo de número uno en la lista de prioridades porque si casca, adiós coche. A partir de ahà me he puesto a retocar cosillas y cómo el trasto es más simple que el mecanismo de un sonajero en vez de pagar taller lo intentaré ir adecentando yo. Ya arreglé el elevalunas del pasajero, que subÃa muy lento porque se habÃa movido la goma del carril por donde va el cristal. Tocó destripar media puerta pero asà me entretengo. Ir arreglando cosillas, engrasando bisagras chirriantes y otros elementos en los que el tiempo ha hecho mella, poco a poco irá volviendo al esplendor que nunca tuvo porque mira que es feo el cacharrÃn éste. Incluso si hay que cambiarle el aceite lo hago yo mismo en el punto limpio de aquà cerca. Total, después de haber visto no sé cuántos cambios en el taller es pan comido.
Lo que no puedo pasar sin enseñaros es el impresionante equipo de música que trajo mi carricoche. Vaya lorito, oiga. De la Pilis holandesa y con casete ni más ni menos.
He de ir por las gasolineras a ver si les queda alguna del Fary para que mi disfrute ya sea total. Ese torito, ay torito bravo con cien watios por banda viento en popa a toda mecha, vamos a quemar la cinta hasta que el autoreverse pida papas. Madre mÃa, ya ni me acordaba de esta tecnologÃa pero es todo igual a mi antiguo R5 con el que empecé a conducir. Si Michael J. Fox hizo «Retorno al futuro», aquà me parece que estoy a punto de protagonizar «Regreso al pasado».
La torre de Gornazo
Yendo de Santander a Torrelavega (o viceversa) por la autovÃa A-8, a medio camino se puede ver una torre defensiva en lo alto de una colina.
Es la Torre de Gornazo. Cienes y cienes de veces me habÃa dicho que tenÃa que parar a verla pero como las cienes de veces ibamos camino de algún lado no nos parábamos y eso que torre, arbolitos y demás siempre son presagio de unas cuántas fotos interesantes.
Creo que fue en semana santa cuando por fin nos decidimos a subir esa carretera que se ve en la primera foto… para no llegar a ningún lado. Resulta que a la torre no se va por aquÃ. Hay que ir hasta una carretera nacional paralela a la autovÃa, luego coger un desvÃo sin señalizar y bastante empinado, un kilómetro de recorrido y apareces por fin al pie del torreón.
Por la parte delantera se ve bien, completita, erguida y señorial. Pero en cuanto te das la vuelta, ay amigo, cómo cambian las cosas. Menudas polillas debe haber por aquà que se la están comiendo entera.
Además parece como si la hubieran renovado interiormente a base de cemento y bloques de hormigón. No sé si es que todavÃa están a medio renovar o se les ha caido parte de esa pared exterior hecho a base de piedras redondas.
Este es el otro lado que falta, igual que el anterior. Un roto de menores dimensiones pero se ve lo mismo, la renovación a base de cemento y bloques y la ausencia del recubrimiento exterior.
Desde donde estábamos habÃa buenas vistas pero una neblina difuminadora las hacÃa escasamente atractivas fotográficamente hablando. Lo más interesante era el campo de fútbol allà al lado, donde unas empleadas del club se afanaban en cortar la hierba. Cobran poco, trabajan horas y horas y además abonan gratis, asà cualquiera mantiene un terreno.
Yo a lo mÃo
Ultima visita a Bilbao. Mientras la gente se va a ver el Guggenheim, el paseo de la Ria, el casco viejo y todo eso, como ya me lo tengo más que visto ¿a qué me dedico?
Pues a lo mÃo, al picoteo, al ataque de las barras llenas de pinchos, a probar sabores y mezclas desconocidos hasta el momento. Berenjenas con mejillones… rollitos de ibérico… ñññaaammm…
Luego cafecito en alguna pastelerÃa y al ataque de las especialidades locales, internacionales o del mundo entero, da igual, que soy de buen diente y no le hago ascos a nada.
En realidad también me pegué una buena caminata porque otra cosa no seré, pero andarÃn un rato largo. Me metà por un barrio por el que nunca habÃa pasado y me llevé unas cuántas sorpresas (todas con foto e irán saliendo por aquÃ). Pero claro, andar abre el hambre que no veas y si el cuerpo es como un motor hay que meterle gasolina o no se mueve.