La cuarta parte del discurrir dominguero me llevó al parque donde está el Centro de Interpretación del Parque Natural Los Collados del Asón, este edificio en tono salmón. En su Facebook podéis ver más información y fotos sobre las actividades que realizan.
Ya puestos sacamos los aperos de picnic y allà mismo aprovechamos para papear tranquilamente. Lo sé, mola más comer de restaurante poniéndote las botas con ese montón de especialidades que tiene Cantabria para disfrutar a la mesa, pero me conozco el cuento, si nos paramos a comer en un restaurante lo más probable es que se nos vayan casi dos horas y no salgamos en condiciones aptas para seguir sacando fotos asà que llevábamos de casa un maletÃn isotérmico cargadito de material con el que calmar las exigencias del estómago y recuperar la energÃa necesaria para continuar nuestro recorrido. Una vez comimos nos dirigimos al final del parque donde habÃa algo muy, pero que muy interesante. Antes de llegar nos encontramos varias cosas, lo primero un poste señalizador multimedia 3D.
Si señor, multimedia 3D, no exagero ni un pelo. Tiene imágenes en relieve sobre animales, plantas y otras curiosidades del parque. Debajo explica de qué va la imagen en castellano y en Braille.
Y a la derecha hay un altavoz con un pulsador que narra una historia relacionada con lo que vemos en la imagen. Milagrosamente, y pese a la cantidad de animales de dos patas y cero neuronas que pueblan este mundo, funcionaba correctamente. Si os fijáis en la segunda foto, la pegatina que cubre el cartel amarillo fue la primera en sufrir los «cariños» de un pitecántropo de esos que prefiere disfrutar destrozando a conservar para que lo disfruten los demás.
Por la mitad del parque hay unos montÃculos enmoquetados simulando un relieve montañoso en rojo.
Y hacia la izquierda un monumento con un libro en el que se ven dos escudos, uno de Soba y otro de El Astillero. ¿Pero qué tendrán que ver el uno con el otro, si están a sus buenos sesenta y cinco kilómetros de distancia? Muy simple, que ambos municipios están hermanados desde 2008. Supongo que el monumento se hizo para celebrarlo.
Ahora os deberÃa mostrar lo que habÃamos ido a ver al final del parque, pero bueno, como viene acompañado de un buen lote de fotos y no es cosa de abusar, me temo que os quedáis a la espera hasta dentro de unos dÃas…
La Ruta de los Pucheros en Cantabria
Ir preparando el estómago, porque desde el pasado dÃa 13 hasta el domingo 29 se celebra por toda Cantabria la III Ruta de los Pucheros consistente en que un montón de restaurantes hacen guisos tradicionales (incluyendo ollas ferroviarias) y platos de cuchara (cocido lebaniego o cocido montañés) como una forma de promocionar la restauración y animar a los clientes a comer bien por cuatro duros. Hay menús que van de los ocho a los treinta euros, se puede comer sólo a base del plato de cuchara por cinco o seis euros y un jurado formado por aficionados a la gastronomÃa recorrerá todos los restaurantes para probar uno a uno los platos y premiar a los mejores. Aviso que si falla algún juez yo estoy disponible y sacrificarÃa gustosamente mi tiempo libre, que lo sepan.
Si queréis ver la relación de restaurantes que participan para ir escogiendo dónde daros un homenaje podéis descargárosla en formato PDF desde aquÃ.
Echando de menos el MARCO
Pues sÃ, quien me lo iba a decir, pero echo de menos el MARCO, mi museo de cabecera y fuente de risas con exposiciones como la de los tetrápodos u obras como o la carretilla con planta incorporada. En Santander también ha museos, pero ninguno que traiga obras tan «estrambóticas» como pasaba allá, y el futuro Centro BotÃn dudo que vaya por ese camino.
De cuando en cuando echo una ojeada a las exposiciones que hay dentro del Palacete del Embarcadero y pese a alguna con humor, suelen ser cosas serias. Estos dÃas tienen una de fotografÃas variadas que merece la pena visitar.
También he visto otras en la sede de la Fundación BotÃn en la calle Pedrueca, en el CASYC o en la sala de exposiciones de la Fundación BotÃn, a diez metros del arco del edificio del Banco de Santander. Allà fue donde me encontré la única medianamente llamativa. Montañas de papeles arrugados pegados a la pared… un par de palotes de dos metros de alto juntos en medio de un pasillo… un trasto similar a un ariete… y de pronto, ¡un frigorÃfico!
Tanto me llamó la atención que le fui a preguntar a un bedel si aquello era una obra o donde guardaban ellos la merienda. Me contó que era parte de la obra con forma de ariete. El autor estaba currando en ella y le pedÃa ayuda a sus amigos. Para darles las gracias tenÃa un frigorifico lleno de cervezas allà al lado y una vez acabada la obra del ariete, el frigorÃfico se fue con ella. Cousas veredes, amigo Sancho…
Un poquito más allá, el remate de los tomates. Un mural cuadrado hecho con veinte fotos de gallinas semienterradas.
IncreÃble… alelado me quedé. Sin que se notara mucho le saqué un par de fotos porque esto hay que conservarlo o las generaciones futuras no se lo creen ni de coña.
TenÃa que haber apuntado el nombre para buscarlo en internet a ver si tiene otras obras similares. Sé que era la exposición Itinerarios 2014, pero no recuerdo quién era el autor de esto entre todos los que exponÃan.
Por si os interesa, en esta página tenéis una descripción de la exposición junto con una galerÃa de ocho fotos al final. En la cinco se ve el mural de las gallinas y en la siete el ariete con el frigorÃfico al fondo. A partir de finales de marzo se podrá ver la exposición «Itinerarios 2015», esa no me la pierdo ni de broma.
Solarium, paseo y aumentos
Bonito tÃtulo, de esos que lo ponen complicado para imaginar de qué voy a hablar hoy…
Me explico. Además de la cámara me gustarÃa llevar unos binoculares conmigo cada vez que voy de excursión porque asà podrÃa ver las buitreras, las cabras triscando por las montañas de enfrente, los pajaritos a lo lejos, los corzos escapándose por los montes, etc. Problemilla, que mis binoculares eran de este tipo:
Opticamente están muy bien, 16×50 (16 aumentos) y lentes de cristal, pero son del año catapum, con el cuerpo metálico y pesan como una vaca en brazos asà que al final se quedan siempre en casa y cuando quiero ver algo más cerca me apaño con mi objetivo Nikon 55-200VR. ¿Problema? Tres miserables aumentos, 3x frente a 16x, pero conforme pasa el tiempo cada vez valoro más lo de ir ligerito asà que me aguanto porque es lo que hay, o ir con poco peso, o ver con mucha ampliación.
Por poner un ejemplo, cuando subà hasta la ermita en un monte junto a Castro Urdiales saqué unas cuántas fotos y vale, se ve bien, se ve con calidad, a un kilómetro de distancia distingues la gente paseando.
Enfocando un poquito más allá, a kilómetro y medio sólo ves el paisaje pero ni distingues gente ni nada de nada. Pensando en ver buitres, corzos u otros bichos más lejos aún, las limitaciones están claras.
Asà que estaba pensando comprarme unos binoculares nuevos mucho más pequeños cuando hace un par de semanas me encuentro en el Lidl estos Bresser 12×32 por ¡9,99 euros! En principio pensé que serÃan una porquerÃa plasticosa. Los saco de la caja, enfoco dentro del supermercado y hasta se veÃa decentemente… ostras, pues por ese precio me los llevo y si no me convencen ya los devolveré o se los regalo al hijo de mi vecina y de paso hago la buena obra del 2015.
Pues va a ser que de devolver, nada, se quedan conmigo. Pese a un penoso primer incidente en que me quedé con la pieza del ajuste dióptrico en la mano porque debió venir sin atornillar, una vez solucionado el incidente hice las pruebas pertinentes y se ve bastante bien (sobre todo por lo que costaron), no llegan a 300 gramos de peso y amplian que da gusto. Desde el puerto de Raos estuve echando una ojeada al oleoducto que hay en medio de la bahÃa, a la Isla de los Ratones y todo se veÃa enorme si lo comparamos con la cámara. Esto promete, otro motivo más para hacer excursiones en primavera…
Yo a lo mÃo (parte 3)
Cada vez que hay un mercadillo en las cercanÃas como los afamados ES Market, Star Market, los que organizan en La Nave Que Late o el Petit Marché de Torrelavega, toca visita por imperativo legal. La parienta se dedica principalmente a ver ropa, complementos y demás, se pone de cháchara con la representación del gremio de los trapos, que no es lo mÃo precisamente. Por suerte cada vez hay más gente que hace reposterÃa artesana y aprovecha estos mercadillos para promocionarse asà que allá me voy directamente a ver cuáles son las últimas tendencias en reposterÃa y ya de paso sacar unas cuántas fotos.
Tartas, caramelos y, como no, los omnipresentes cupcakes. Cuando llegaron aquà siempre me parecÃan magdalenas hasta que me enteré que en realidad son cup-cakes, «tartas en copa», porciones individuales de tarta en un papel que hace de recipiente.
De todas formas cupcakes y muffins ya están muy vistos, la novedad que he visto últimamente son los chupachups con bombón. Que pinta tienen todos… qué esfuerzo hay que hacer para no comprar uno de cada y hala, a disfrutar engordando, que lo que te hayas metido al buche es de lo poco que te llevarás para el otro mundo…
Reutilización de elementos decorativos
Si ponemos una estatua con una superficie plana en su pedestal justo al lado de un bar en Castro Urdiales… ¿qué es lo que pasará irremisiblemente?
Que la superficie plana del pedestal será reconvertida inmediatamente y utilizada como apoyo para el deporte nacional ibérico, la socialización frente a cañas y tapas.
Claro que siempre será mejor ese caso que no este otro en Santander. Ser rey, que te dediquen una estatua y acabar como posadero y WC de palomas, esto como mÃnimo es poco digno.
Un domingo cualquiera (III)
Retomamos el relato de las andanzas dominicales de un servidor. Tras los episodios uno y dos pasamos al tercero: la visita a la cueva de Cullalvera, muy cerquita del centro urbano de Ramales de la Victoria. Por si alguien está planteándose ir, el Google Maps da una posición errónea. Dice que es aquà (una plaza del pueblo), cuando en realidad es en este otro lugar. Desde la carretera general está bastante bien señalizado y si yo no me perdÃ, cualquier persona con un mÃnimo de orientación espacial podrá llegar sin problemas.
Se aparca al final de una carretera sin salida y desde allà empieza esta bajada de cemento. Toca andar unos quinientos metros aproximadamente.
Giramos a la derecha y aquà está el centro de recepción de visitantes. Aunque venÃa con reserva hay que pasar por la oficina para pagar los tres euritos por barba que cuesta la entrada, y ya de paso echar una meadita porque venÃa con la vejiga como un balón de fúrbol. En otras circunstancias, en algún monte solitario o en sitio menos concurrido me habrÃa apartado del camino y recitando unos latinajos habrÃa bautizado a las hierbas, a las setas y a todo lo que se me pusiera a tiro. En cambio aquà nunca sabes si te va a aparecer una familia que acaba de visitar la cueva o, peor aún, una docena de guardias civiles que aprovechan el dÃa de asueto para visitar Cullalvera. Lo dicho, que el cuarto de baño me salvó el dÃa porque si tengo que entrar a visitar la cueva, en la que para más habÃa un sonido de agua corriendo que daba gusto, no aguanto la hora que dura la visita ni de broma.
Al lado habÃa un animalito hecho de espuma y en el lateral del centro de visitantes estaban apoyadas unas cuántas lanzas. Creo que es un taller en el que enseñan cómo cazaban los neandertales estos y te dejan hacer unas prácticas de tiro, también lo vi cuando visitamos Altamira.
La cueva de Covalanas era poco espectacular geológicamente hablando y tenÃa un montón de pinturas de animales. Cullalvera es justo lo contrario. Geológicamente es impresionante, entrada de treinta metros de alto, amplÃsima, en algunos lugares el techo está aún más alto, estalactitas y estalagmitas a punta pala…
…un rÃo corriendo por el medio, aunque ya nos contaron que no siempre tiene agua, sólo cuando fuera llueve en abundancia durante unos dÃas. Tenéis muy fácil saber si el rÃo está o no está porque se ve salir desde fuera.
Ni más ni menos que doce kilómetros de largo de los cuales son visitables los primeros quinientos metros caminando sobre una pasarela mientras te van explicando todo lo que tiene de interés. Pinturas ya os digo que no hay, sólo un par de caballos a más de un kilómetro de la entrada que no se ven durante la visita. A cambio hay unos murciélagos pequeñitos durmiendo colgados cabeza abajo de las piedras.
Nada más pasar la puerta de la foto anterior aparece una enorme pantalla gigante donde proyectan un documental de unos cinco minutos que sirve como introducción a la visita. A partir de ahà ya sabéis, no se pueden sacar fotos asà que a internet, a ver cómo es.
A mi, que soy más de piedras, rocas y estalactitas que de pinturas, me encantó. Impresiona por su tamaño sobre todo, lástima sólo poder recorrer medio kilómetro. No hay más porque a partir de ahà tocarÃa subir una piedra con un hueco detrás que cada dos por tres está inundado según nos dijeron, pero bueno, algo escuché de unos «espeleopaseos» en los que se hace un recorrido mucho mayor que tengo que enterarme cómo va la historia porque eso sà que promete.
Galletas de sobaos
Aunque creo que soy tan burro que nunca se me ocurrió dedicarles una entrada, el dulce tÃpico por excelencia de Cantabria es el sobao pasiego y de todos los fabricantes los más conocidos son los de Casa El Macho de Selaya.
Básicamente están hechos de mantequilla, harina, azúcar, huevo y alguna cosita más.La receta no es nada difÃcil, aquà podéis ver cómo se hace y me atreverÃa hasta yo, que soy bastante nulo en cuanto a cuestiones culinarias. Comer se me da de miedo, pero hacer la comida va a ser que no. Es más, le tengo un pánico que no veas a eso de tener aceite hirviendo en una sartén y de las churrerÃas de las fiestas con esas tarteras gigantes llenas de aceite huyo como de la peste.
A lo que Ãbamos, el postre más conocido es el sobao pasiego que está bueno aunque se me hace algo pesado por la carga de mantequilla. Sin embargo en Santillana del Mar hicimos un descubrimiento digno de ser comentado, en el Obrador PrimÃn tenÃan «Galletas de sobao», que no sé cómo las harán (seguramente deshaciendo los sobaos, aligerándolos un poco y horneándolos) pero estaban de fábula. TÃpico domingo por la tarde que andábamos zascandileando por allÃ, entramos a echar una ojeada, las vimos, compramos no recuerdo si diez o doce (además bastante baratas) y a lo tonto, a lo tonto, roe que te roe las disfrutamos como enanos.
Luego me enteré que son artesanos y casi todo lo hacen allà mismo. Bueno es saberlo, la próxima vez que me pase por el pueblo habrá que traerse una quesada y unos sobaos, porque como todo esté igual de bueno que las galletas será nombrado «Proveedor oficial del blog».
Tigre en blanco y negro
Desde que llegué he ido a Cabárceno un par de veces, una a finales de 2013 y otra a finales de 2014. En la primera visita pude ver cuatro tigres preciosos (en realidad tigresas), con el colorido tÃpico de estos animales. Por desgracia, seis meses después se liaron a tortas y la trifulca terminó con dos tigresas muertas y una malherida asà que sustituyeron el staff de esta especie por dos cachorros de tigre blanco, macho y hembra, para ver si consiguen que se reproduzcan porque están en riesgo de extinción.
Cuando los vi a finales de 2014 fue una ligera decepción… son bonitos pero es como ver tigres en una tele de blanco y negro, y eso que los ojazos azules lucen lo suyo, pero donde esté esa piel a franjas blancas, negras y canela que se aparten las demás (lo cual no quita desearles que se reproduzcan y llenen su recinto de tigretones que no se peleen entre ellos).
La flota soviética al desguace
A veces cuando tengo un rato libre me da por buscar información sobre sitios, tradiciones y otras historias de Cantabria, es la forma de ir aprendiendo porque gracias a internet una cosa te lleva a otra, a otra, a otra y cuando te das cuenta enlazas con algo que no tenÃa nada que ver pero te deja boquiabierto. Esto es lo que me pasó cuando ya no recuerdo qué buscaba, pero acabé encontrando información sobre una esquinita al lado del aeropuerto llamada Punta Parayas por donde paso más de una vez. Es allà donde alquilan bicis en verano, se pueden ver aterrizar aviones a pocos metros, toma el sol la gente aprovechando la zona con hierba y árboles de la primera foto o incluso se bañan en esas gradas de color azul.
A la derecha de la primera foto pero fuera de plano hay un desguace de barcos. Desde la Isla Pedrosa he visto cómo tenÃan allà parados e iban desguazando cascajos como este.
Barcos hechos polvo y nada llamativos, que ni me molestarÃa en ir a verlos. Pero busca que te buscarás, como decÃa al principio, un dÃa leo que allà a finales de los ochenta… desguazaron ocho submarinos, dos fragatas y un destructor de la flota soviética según nos relata este interesante artÃculo en un blog de Análisis Militares del que sacamos esta foto como prueba del hecho.
Si llego a pasarme por Punta Parayas y encuentro esta dársena llena de submarinos o barcos de guerra me iban a tener allà dÃa tras dÃa hasta que no quedasen más que cuatro hierros que retratar.
Aunque nunca se sabe, a lo mejor eran submarinos nucleares y acababa reluciendo en la oscuridad como un Gusiluz. Una pena, me hubiera gustado verlos. A dÃa de hoy no hay submarinos, todo lo más que se puede ver son algún par de norays grandotes para recordarnos que hace tiempo allà atracaron barcos mucho más grandes que los barquitos de recreo que hay ahora.