Digamos que fotográficamente soy «El niño de los detalles». Sacar paisajes está bien, sacar playas, montañas, monumentos, pues sÃ, pero ya el famoso dicho nos indica que «el diablo está en los detalles». El morbo y la carnaza no está en una montaña sino en los carteles, las inscripciones, las esquinitas, asà que cartel que veo, cartel que voy a echar una ojeada. Placa que veo, placa que voy a leer qué pone. ¿Una chapa en la apertura de una presa en Orbaneja del Castillo? Allá vamos a leerla.
Y no sólo leer su contenido, también retratarla para dejar constancia por aquà de su existencia y del mensaje que transmite al mundo. Esta, por ejemplo, hace referencia al año de construcción, los autores del proyecto y los pueblos que salieron beneficiados con su construcción. Mira tú qué informativos estaban hechos por aquellas épocas.
Extrañas apariciones II
Esto de los móviles con cámara para mi ha sido una bendición. Antes veÃa cosas curiosas y como no llevaba la compacta encima me las perdÃa. Ahora saco el teléfono ante cualquier elemento que me llame la atención y hala, recuerdo que me llevo para publicarlo en el blog. Como soy bastante andarÃn y me voy fijando en todo lo de alrededor raro es el dÃa que no vuelvo con varias fotos publicables. Como estas dos. Salgo a estirar las piernas para que no se me anquilosen a pesar de este invierno cántabro que tan poco invita a asomar la cara fuera de mi casa calentita y veo algo en el suelo. Ostras… ¡un lagarto decapitado!
AhÃ, abandonado en medio del asfalto, la cabeza desaparecida y el cuerpo estiradito como quien toma el sol. ¿Quien habrá sido? Un coche lo dudo, ya serÃa punterÃa pillarle justo la cabeza. Además el lagartijo probablemente lo verÃa venir. ¿Un gato? Quien sabe. Lástima no llevar una tiza porque hubiera pintado un pentáculo alrededor del cadáver y menudo susto se llevarÃan los vecinos pensando que alguien del barrio hacÃa ritos satánicos con lagartijas.
Monumento a las abuelas
En el parque donde và el bloque de la UtopÃa no sólo estaba esa obra sobre la hierba. A escasa distancia aparecÃa otro de una señora mayor con dos niños pequeños a su lado.
Esta obra rinde un homenaje a las abuelas, que en tantas familias estaban ahà para echar una mano a todo lo que se necesitara, con la casa, con los niños…
En un mundo en el que necesitan currar el padre y la madre para poder sacar una casa adelante en condiciones más o menos dignas y en el que oigo cómo me cuentan a veces casos de abuelos que incluso tienen que sostener económicamente a las familias de los hijos, la única pega es que creo que se han quedado cortos en el tamaño del monumento.
Estatuas en El Soplao
Ya comenté que en el exterior de las cuevas de «El Soplao» habÃa una serie de obras de arte. Unas son llamativas como el huevo cósmico sobre pared de chapa o el túnel de acero reluciente, pero no todas son asà de raras, también las hay más normales como la del abuelete con boina y cachaba.
En la base tan sólo figuran unas palabras de la escritora santanderina Concha Espina, no pone quien es o qué quiere representar asà que supongo que será un pasiego u otro paisano de un valle de los alrededores.
Cerca de la entrada a la cueva se ven otros tres elementos. Con estos lo tenÃa más fácil, casco de minero, perforadora de minero… serán tres mineros.
La placa de la estatua también lo deja claro. Dedicado a los mineros de la Mina La Florida, que estaba en la Sierra de Arnero (la misma donde están las cuevas) para la extracción de zinc y plomo. En la propia página web de El Soplao tienen una interesante explicación de las minas que habÃa en los alrededores y la historia de cada una. Si no recuerdo mal lo que nos contaron en la visita que hicimos, fueron los propios mineros los que descubrieron la famosa cueva mientras extraÃan material. Ellos la usaban para generar corrientes de aire (soplaos) con las que ventilar sus galerÃas de trabajo y hasta bastantes años después no se le vio el valor geológico que tiene actualmente.
Culis monumentalibus
Una de las cosas que llama la atención de Oviedo es que está llena de estatuas. Llena no, plagada, aparecen por todos lados y son de lo más variado, todo gracias a una iniciativa del Ayuntamiento hace unos años con la intención de crear algo asà como un museo al aire libre. Desde Woody Allen a unos caballos para que se suban los niños o incluso bailarinas ausentes. Si tuviera que decir cuál es más famosa dudarÃa entre la de Woody Allen o el culo gigante de Eduardo Urculo.
Gigante no, monumental que es su verdadero nombre: «Culis Monumentalibus«, sacado de un artÃculo que Camino José Cela dedicó a su autor. Plantada en la calle Pelayo desde 2001, a escasos diez metros de donde estaba la bailarina y del teatro Campoamor, como no podÃa ser de otra forma tuvo sus detractores y sus defensores. Menos mal que con ella no pasó lo mismo que con «La madre del emigrante» gijonesa, a la que le llegaron a poner una bomba.
Flores en las raÃces
Los jardines de La Magdalena son una curiosÃsima colección de restos de árboles reconvertidos en otras figuras. No sólo por donde se ve, también por esquinas alejadas del camino que sigue todo el mundo por las que un servidor se mete a explorar en busca de novedades. Asà aparecen muestras de ingenio como flores en las raices.
¿Flores en las raÃces? ¿Cómo es eso posible? AsÃ. Aprovechamos el resto de un árbol mezclado con la raÃz sobresaliente de otro y ahà aparece un tiesto con una flor. ¿A qué es curioso?
Cerquita se podÃa ver también un arbol recién cortado. Esto me tiene pinta de que en nada aquà aparece otra obra de arte más, ya iré a echar una ojeada para ver en qué se ha transformado.
Juan de la Cosa
Delante del Hotel Chiqui y de la estatua de Corocotta (que se ve allà al fondo) hay una rotonda con una columna de piedra y un busto verdoso.
Se trata de un monumento dedicado a Juan de la Cosa, navegante y cartógrafo nacido en Santoña que participó en siete de los primeros viajes a América y por ser el autor del mapa más antiguo en el que figura el continente recién descubierto.
Favorecido, lo que es favorecido, no lo han sacado mucho entre la pose altiva y el pedazo pico que le han puesto. La verdad, tampoco es que se parezca demasiado a las imágenes que se pueden ver en Wikipedia o en Google, donde se le ve con barba y pinta más campechana.
En los laterales de la columna, un par de placas del mismo material que el busto hacen referencia a las hazañas de Juan de la Cosa y del primer mapamundi.
El pobre falleció en 1510 durante una escaramuza con los indios. De su muerte podemos aprender una lección: si tus enemigos son muchos y tienen flechas envenenadas, mejor no te metas con ellos y vete a la playa que es más sano.
El Carbayón
En la calle UrÃa de Oviedo, bastante cerca del calendario viviente que hay en el Campo de San Francisco, se puede ver un cuadrado en las baldosas de la acera con una cruz y una placa en un lateral.
Ese es el punto donde durante años estuvo «El Carbayón«, un roble centenario histórico en la ciudad que permaneció allà hasta 1879, año en que fue talado debido a que la carcoma se lo habÃa zampado por dentro. En el momento de cortarlo tenÃa treinta metros de alto y un perÃmetro de nueve metros en la base, o sea que si las matemáticas no me fallan medÃa casi tres metros de ancho.
Como recuerdo de ese árbol el ayuntamiento puso esta placa en 1949 y dos años después plantaron otro roble en un lateral del Teatro Campoamor al que llaman «El CarbayÃn». Ese se me escapó, lo fotografiaré la próxima vez que me pase por Oviedo y espero no tardar mucho porque es otra ciudad que me encanta visitar.
Impacto medioambiental
Dicen que cuando hacen una obra pública, una carretera, una vÃa del tren, una autovÃa, hacen un estudio de impacto medioambiental. Dentro de él no debe estar contemplado el impacto visual porque alguno de los viaductos de las autovÃas cruzan en medio de un valle y le meten una coz al ojo que queda dolorido sólo con verlo.
Vale, es el futuro, hacen una labor impagable a nivel de comunicaciones, pero estéticamente decir horroroso es quedarse corto. En medio de una zona rural con valle, montaña, naturaleza y pueblo… ¡Plaf! Pegote en forma de viaducto. Por Dios, por lo menos haberlo pintado de verde que siempre se disimulará mucho más…
Monumento a la quesera
Anda que no hay estatuas raras en Santander. Hoy toca otro de esos monumentos deconstruidos que podréis ver en la Plaza de la Esperanza, tras el edificio del Ayuntamiento.
¿Cómo se llama? ¿A quién homenajea? Ni más ni menos que a las queseras. Gracias a esta placa me enteré que en Cantabria hay una cofradÃa de quesos y su Gran Maestre es ZacarÃas Puente-Herboso, dueño del conocido Restaurante ZacarÃas santanderino. Su misión es promocionar los quesos cántabros y tienen iniciativas tan curiosas como concursos de relatos cortos en los que el queso sea el protagonista. No está nada mal, por lo menos se mueven para dar a conocer sus productos.
En cuanto a la estatua de la quesera, pues oye, asà de lejos y poniéndole mucha imaginación sà que se parece, sÃ. Algo extraño verla sin brazos pero la modernidad es lo que tiene. Eso sÃ, a los quesos se los distingue a la primera.