Las estatuas van por barrios

Esto es del final del verano, así que si váis ahora con intenciones de verlo os llevaréis un chasco. Se trata de las estatuas situadas alrededor del monumento a la reconstrucción de Santander, actualmente en medio de los Jardines de Pereda. Por aquellos entonces apareció un elemento con una tiza para bautizar a cada una de las estatuas con nombres de barrios (o de calles, que no lo tengo muy claro).
Cazoña

Marqués de la Hermida

San Roque

Atalaya
Lo bueno de la tiza es que unos días después ya no quedaba ni rastro de las modificaciones, no como cuando algún animalico con cero neuronas y un spray decide dejar su huella en obras ajenas.

El mirador del Naranjo

Partícipes os hice de todas mis aventuras montañero-domingueras y ascensoras-subidoras para llegar a la Cabaña Verónica. Una vez allí recordaba de mi anterior estancia a su vera que relativamente cerca había un mirador de notables vistas. Deseaba yo volver a disfrutar de aquel panorama que como impresionante recordaba, más temía preguntar porque tras varias horas de subida para llegar a la cabaña, hallábame yo en un estado de forma que no sería correcto definir como descansado sino más bien bordeando entre el lenguafuera y el echolastripas. Claro que siendo uno de mis símbolos de identidad el «yaquestamosaquí…» me acerqué al guarda de la Cabaña Verónica y le pregunté por el mirador. Señalome el hombre sin dudar en dirección, como bien me temía, a otra subida de sobresalientes dimensiones. Es mi triste sino, todas aquellas vistas que me apetezca disfrutar se encontrarán tras una buena subida o con tres cables por medio.
Subida al mirador del Naranjo de Bulnes II
Ahí la véis. Fijaros en la foto de arriba, esas dos cositas de la parte superior izquierda son dos personas. Abajo a la derecha se ve otra que inicia el camino. Tampoco es que fuera una subida especialmente dura, pero tras toda la caminata anterior las piernas van escasas de ánimos y remisas a discurrir por caminos como el que se ve en la foto siguiente. Piedras, pedregales, cuesta arriba intentando adivinar por donde iba el camino.
Subida al mirador del Naranjo de Bulnes I
Pero bien sabía yo que la recompensa valía el esfuerzo, finalmente aparecí aquí, en el mirador del Naranjo de Bulnes. Un lugar al pie de un barranco desde donde se divisa el afamado Picu Urriellu. Montaña, silencio, tranquilidad, sol, buenas vistas y la más famosa montaña de los Picos de Europa justo ahí delante. ¿Qué más se puede pedir, además de que me toque la primitiva y un taxi venga a recogerme para no cansarme más por hoy?
Vista desde el mirador del Naranjo de Bulnes
Inconfundible con esa silueta. La cara este (a la derecha) es la mediamente fácil para escalar pero la oeste, la de la izquierda, ya véis cómo es. Subir por ahí tiene que ser toda una aventura.
El Naranjo de Bulnes desde el mirador
Como el sitio lo merece y ustedes todos, apreciados lectores, lo merecen mucho más, he decidido apearme de mi proverbial pereza y subir un video al Llutuve donde podréis ver una panorámica del lugar aunque no haya nada comparable a estar allí en vivo y en directo disfrutándolo in-situ.


Por gustar, me gustaría volver pronto con nieve pero visto que este fin de semana pasado se ha muerto un montañero por la zona al resbalar, caerse y meterse una costalada de cuidado, casi mejor si eso lo dejamos para el verano que viene otra vez…

El gurruño, segunda parte

Tienen los bilbainos querencia por las estatuas con forma de gurruño. Hace un par de años ya salió la primera y en una visita posterior me encontré otra muy parecida justo delante del Palacio Euskalduna.
Estatua gurruñesca
Realmente ésta ya había salido en el blog, pero sólo como fondo a unas fotos del elefante floreado. Curioso ese lugar, no sólo hay gurruño y elefante primaveral, también una serie de postes con cristalera que no sé si serán farolas, representaciones oníricas de árbolitos en un mundo postapocalíptico o estarán ahí puestos simplemente para que la gente no se moje cuando llueve, algo que en Bilbao sucede bastante a menudo.
Arbolitos amorfos

Piedras preciosas

Chiste malo:

– Mira Pepe, ¡una piedra preciosa!
– Pero Manué, si es un ladrillo…
– Ya, pero a mí me gusta.

Traducido al castellano: a mi parienta le encantan las piedras de la playa, sobre todo las redonditas, lisas y si son blancas ya ni te cuento. Cada vez que nos plantamos en la orilla del mar siempre se trae alguna como recuerdo (cierto episodio en el que intervienen una playa mediterránea y un saco entero de piedras mejor me lo callo). También las recoge pequeñitas, las mete junto con conchas y un par de estrellitas de mar decorativas dentro de un marco para cuadros de esos que tienen seis o siete centímetros de fondo y quedan unas cosillas la mar de majas para colgar en la pared. Así que si estáis en alguna playa como ésta de Dícido y véis a uno con poco pelo junto con otra de bastante más pelo recolectando piedras ya sabéis quienes pueden ser…
Piedras de playa

Pelete

Finalmente ha llegado el fresquito. Parecía que no, pero al final aquí tenemos el pelete mañanero e incluso estos días atrás me dice la estación meteorológica de todo a cien que tengo en casa que una madrugada llegamos a -0,2ºC. No es que sea una temperatura muy baja, peor es en Aguilar de Campoo por donde pasé el penúltimo día del año pasado y a juzgar por ciertos signos como estos carámbanos colgando del desagüe de un puente, aquí sí que debe hacer frío por las noches.
Puente en Aguilar de Campoo
También vi unos cuantos en cornisas, canalones y demás. Lo ideal para ir caminando por la calle tranquilamente y dejar tu destino en manos del deshielo, porque no sé yo si será muy sano que te caiga uno encima.
Carámbano en el puente

En lo más alto de Biarritz (III)

Recuerdo que allá por finales de noviembre estaba relatando, por fin, la subida al faro de Biarritz. Como uno es así de desastre, pasó noviembre, pasó diciembre y ni se me acordó poner el tercer capítulo con las vistas desde lo alto. I’m so sorry («soy una sorra» en inglés).

Dirigiendo la vista hacia el norte se puede ver el mamotreto que recibe por nombre «Belambra Club La Chambre d’Amour». Oye, que no se han cortao un pelo. Si hay que edificar a lo bestia a escasos diez metros de la playa, se tira p’arriba y tan contentos. Por metros cúbicos de hormigón que no sea.
Vistas desde el faro de Biarritz
Aunque el nombrecito de «La chambre d’amour» suene a motel y golfería, la historia tiene más romanticismo que ñacañaca. Cuenta la leyenda que Laorens, pobre y huérfano, tenía un cierto apañito con Saubade, hija de un rico. A pesar de la oposición del padre de ella se juntaban en una cueva de la playa para quitarse los picores mutuamente, por decirlo de alguna forma. Allí se juraron y perjuraron amor hasta la muerte, algo a lo que el 99,99% de los amantes esperan no tener que llegar pero en este caso tuvieron la mala suerte de ser el 0,01% restante. Un día que estaban en su solución habitacional (cueva para todo el mundo salvo para la ministra aquella) les pilló de improviso una tormenta con oleaje, el mar subió más rápido de lo habitual y pilló desprevenidos a los amantes que se ahogaron los pobres. Qué le vamos a hacer, estas cosas pasan. «Si hubieran estado aprendiendo latín no les hubiera pasado nada», me dirán los latinistas aún escocidos por la entrada de ayer. Es cierto, aunque no del todo. Se habrían salvado del oleaje pero habrían muerto de aburrimiento mucho antes.

Giramos la vista 180º, echamos una reojada hacia el sur y esta es la playa de Miramar. Más o menos por aquí embarrancó el Frans Hals.
Playa Miramar de Biarritz I
Playa con los acantilados reforzados por bloques de hormigón para evitar que el mar se los vaya comiendo poco a poco. Según parece los franceses han aprendido que el mar tiene mucha paciencia y si lo dejas se lo zampa todo.
Playa Miramar de Biarritz II
Hacia el oeste no hay más que mar abierto y unas rocas pegadas a la costa.
Tomando el sol junto al mar I
No sólo eso, también una pareja tomando el sol sobre una construcción que no sé si será algo defensivo, una cetárea o sabe dios qué. Da igual, la tengo en mi lista para la próxima visita así que tarde o temprano lo sabremos.
Tomando el sol junto al mar II
Claro que con habrá que ir con cuidadito, no en vano ahí fue donde el año pasado una tremenda ola se llevó por delante a dos personas que andaban por ese trozo de costa. Uno de los dos consiguió llegar a la costa malamente pero la otra se ahogó. A día de hoy una placa y unas flores sirven como recuerdo.
Bajada a la zona peligrosa
Aquí están, en memoria de Charlène Guillem. Normalmente la valla de la foto anterior está siempre cerrada y todo el mundo pasa igual. En invierno y con oleaje, mucho ojo, que aquí el mar no bromea.
En recuerdo de Charlene Guillem
Nada más que ver desde lo alto del faro. Volví a bajar para juntarme con la parienta, porque como ya dije al principio a ella la idea de subir más de doscientos escalones sólo por ver el panorama desde lo alto tampoco es que le haga mucho tilín. Nos fuimos nuevamente hacia la playa grande a dar una vueltecita y adiós faro, otra muesca más en el listado de logros de todo a cien del que aquí suscribe.
Playa de Biarritz con el faro al fondo

Mal fario

Si vas a tomarte una caña y unas rabas a un bar y te encuentras una vela como esta alumbrando sobre la mesa, da mal rollo, palabrita que sí. Prefiero una vela de las más baratas de Ikea o de los chinos que no una vela de las del cementerio, no sabes si alumbra en memoria de las rabas o por sabe dios qué oscuro motivo.
Vela funeraria
Eso si, el hambre no me la quitó. Del platazo de rabas que nos pusieron delante, en cinco minutos quedaba tan sólo el recuerdo.

¿Ego?

Ay madre, aún resuenan en mi cabeza los ecos de aquel mantra «Ego, me, mei, mihi, me, mecum» y la almeja de la madre que parió al latín que tanto me costó aprobar en su día, en parte gracias a mi bloqueo mental contra un lenguaje más que muerto e inútil y en parte gracias a una profesora más seca que la mojama que contribuía a poner las cosas fáciles con su mentalidad de «el latín era la asignatura más importante del planeta». Resonaban los ecos, digo, cuando pasé por delante de la finca de los antiguos Talleres Bolado, ahora vacía tras el derribo del edificio en ruinas que ocupaba ese lugar. Ahí no había nada… pues ahora hay una pintada enorme que pone «Ego». ¿Qué será esto?
Pintada Ego
En un caso así nada como echar una ojeada a la web del Desvelarte 2014 para tener la respuesta. «Words alive» del artista «SpY urbanart» gracias al comisariado de la SC Gallery de Bilbao. Como diría Macario el de José Luis Moreno, Aaaaaaahhhhhhhhhh.

Estimados amigos de latín. Si, ya sé que pensarán que soy un inútil para los idiomas, pero también es casualidad que con el inglés, francés y alemán no me pasa lo mismo, es más, disfruto con esos tres idiomas y no se me atasca la neurona como con la asignatura que se llevaría la palma a la hora de nominar la perdida de tiempo más triste de todas mis andanzas escolares. Siento ser así de claro y directo, pero es lo que hay.

Tres de noviembre

A medias entre la calle Burgos y la calle Alta está la calle Tres de Noviembre, que siempre me dio curiosidad por eso de ponerle nombre de una fecha. Busca que te busca a ver qué pasó un tres de noviembre lo primero que aparece y lo más evidente es la tragedia del Cabo Machichaco, un tres de noviembre de 1893.
Calle tres de noviembre
Sabiendo cómo afectó aquí ese desastre, que hay un monumento conmemorativo y que próximamente renombrarán la plaza de Cachavas a Plaza del Machichaco, me hubiera creído también que el tres de noviembre es por este tema. Sin embargo la búsqueda continuó por curiosidad y acabé llegando a una página sobre la Batalla de Vargas durante la primera guerra carlista, acaecida también ese día el año 1833. Curiosa batalla donde una vieja de Vargas se cruzó con el ejército carlista que iba con intenciones de tomar Santander, y a continuación con el ejército liberal recién llegado también de Santander, a los que le contó todo lo que había visto de los carlistas. Gracias a esa información el ejército liberal pudo vencerlos y evitar su llegada a la ciudad. En recuerdo de la batalla y en agradecimiento a Doña Manuela (la vieja), en Santander llamaron una calle Vargas y otra Tres de Noviembre. Y por si fuera poco, una de las gigantillas (gigantes y cabezudos) que salen en las fiestas santanderinas o en los Santos Mártires está dedicada también a la misma persona.

Manda caray todo lo que se puede aprender investigando un poco sobre un simple tres de noviembre…

Más animalicos

Españoles, españolas, lectores del blog todos, y demás seres que pululan por internet, el señor buho de Cabárceno y yo aprovechamos que es el último día del año para desearos un feliz fin de año y un inmejorable año 2015, cosa que por otro lado probablemente no sea demasiado difícil.
Buho en Cabárceno
El señor Cárabo opina que lo mismo, pero es tan callado y serio que cuesta sacárselo.
Cárabo en Cabárceno
Esta águila me imagino que también, claro que estaba unos metros mas allá la cuidadora que les da de comer así que no le hacía ni caso al resto del mundo.
Aguila en Cabárceno
Aaaaaay, que voy a Cabárceno y me pierdo, cómo me gusta todo el bicherío y lo que disfruto con la cámara. La última vez pillé a los monos al atardecer, entre esa luz iluminando la pelambre justo de lado y que estaban todos apiñados aseándose me volví para casa con un lote enorme de retratos de simios.
Papiones en Cabárceno
Otro al que vi de nuevo fue al rinoceronte nacido el año pasado, que ya tiene un tamañito más que respetable. Dentro de poco medirá más o menos como su madre.
Rinocerontes en Cabárceno
Nada que ver con las dimensiones del año pasado cuando era casi un recién nacido. Fijaros qué diferencia.
Cria de rinoceronte en Cabárceno II
Pues eso, que feliz despedida de año, no abuséis de los percebes, los langostinos y el champán, y a pesar de la más que cantada y lenta muerte de los blogs a manos de Facebook y otras redes sociales, espero que nos sigamos viendo por aquí otro año más.

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