Museo de La Cavada (II)

Vamos a liquidar hoy el relato de la visita al Museo de Artillería de La Cavada que comenzó aquí. En la primera entrada hice un recorrido genérico por las dos salas que tiene y hoy me voy a parar más en detallitos varios, tipo qué bonito cuadro del tipo este de los leggins blancos y hasta se creerá que va elegante el pimpollo de la barriguita cervecera.
Fernando Casado de Torres y Wolfango
¡¡¡Ay dios lo que ha dicho!!! ¡¡¡Herejía!!! Eso es lo que se les debe estar pasando por la cabeza a los fans del retratado, Don Fernando Casado de Torres y Wolfango, Jefe de escuadra de la Real Armada Española y Comandante General del Cuerpo de Ingenieros de la Real Armada que llegó a ser también Director de la fábrica de La Cavada. ¡Por pagano infiel que lo aten a una de estas y prendan la mecha del cañón! Aunque realmente no sea bala de cañón sino bala hueca de mortero, el efecto creo que sería el mismo.
Bala de mortero
En una de las salas hay una representación de cómo eran los emplazamientos donde iban los cañones en los barcos. Muy claustrofóbico me parecieron. Techo bajo, un cañón, y otro, y otro, no me quiero ni imaginar lo irrespirable que debía ser el ambiente mientras disparaban todos a la vez. Eso sin contar la peste a sobaquina de los artilleros sudando como locos para cargar y disparar continuamente.
Canón embarcado
Y las vistas, una soberana porquería. Con estos ventanucos casi totalmente ocupados por la boca del cañón es que ni podía uno entretenerse viendo al horizonte.
Cañón y portilla
No sabía yo que por aquellos entonces ya existían las balas explosivas, aunque no del aspecto de las actuales con el explosivo como relleno y una espoleta para hacerlo detonar. En estas épocas era todo un poco más primitivo y low-tech. Las balas se mandaban volando con un petardo gigante pegado (el cilindro de color marrón) y una mecha ardiendo para que explotara al llegar a su destino.
Balas normales y explosivas
En otra parte de la exposición se podía ver una enterita y la explicación correspondiente a su funcionamiento. Media bala de cañón y un par de «regalitos» adosados con una mecha, pero qué jodía e ingeniosa era esta gente a la hora de «darse candela» los unos a los otros.
Balas explosivas I
También había explicaciones sobre cómo conseguían fundir el hierro, hacerlo más resistente para poder crear las piezas de artillería y algo que me sorprendió un montón. Pensaba que hacían moldes y de ahí ya salía el cañón con su forma completa. Pues no. Primero hacían un cañón macizo y luego el agujero con una máquina cómo esta que se ve en la maqueta. Ese muñeco sentado encima correspondería con el tamaño de un hombre, para que os hagáis a la idea de las dimensiones reales del montaje.
Taladro para hacer el ánima del cañón
El funcionamiento era simple. Se coge un cañón, se le pone una rueda dentada alrededor, se conecta a otra rueda dentada movida por el agua de un río y hala, a dar vueltas mientras con mucha paciencia una broca hace el agujero.
Haciendo el ánima del cañón
Una broca… pero qué broca. Nada de una de seis milímetros, como las de poner tacos para cuadros en la pared. Una señora broca de acero inoxidable aproximadamente una cuarta de ancho y pinta de pesar un quintal. Esa pieza de la punta es la que vuelta tras vuelta iba desgastando el metal para hacer el ánima del cañón.
Broca
Lo dicho, un museo entretenido e interesante para ir a echarle una ojeada, aprender algo sobre la historia del pueblo, sobre la fabricación de cañones y poco más. Lo ideal para una mañana de sábado sin plan: primero subís al puerto de Alisas que está cerquita y tiene unas vistas preciosas, luego visitáis el museo y al acabar, a Liérganes a tomarse una caña y dar una vuelta por el pueblo. El que no se entretiene es porque no quiere.

Entre Jóvenes Diseñadores

Al igual que en años anteriores, de cuando en cuando me sigue tocando pringar como fotógrafo consorte en saraos varios aunque este año menos porque me he afiliado a un sindicato y como la patronal no cede ante las peticiones de los trabajadores, los curritos se declaran en huelga de cámara caida a la mas mínima y se van al monte a perseguir bichos varios. Este fin de semana era el Certamen de Jóvenes Diseñadores organizado por el Gobierno de Cantabria y ahí sí que no libraba, tocó hacer faena retratando a caperucita amarilla y sus secuaces. Como de moda entiendo entre poco y nada, ahí os dejo una selección de fotos para que veáis qué nos pasa por delante de la cámara.
Jóvenes Diseñadores I

Jóvenes Diseñadores II

Jóvenes Diseñadores III

Jóvenes Diseñadores IV

Jóvenes Diseñadores V

Jóvenes Diseñadores VI

Jóvenes Diseñadores VII

Jóvenes Diseñadores VIII

El diseño anterior creado por David Catalán fue el agraciado con el primer premio (en 2013 había quedado segundo) y tres mil euritos. Si bien yo no me lo pondría ni jarto vino y mucho menos saldría a la calle vestido así, la parienta me dijo que el diseño, las formas y cómo estaba hecho era una pasada. Pues si lo dice ella me lo tendré que creer y darle la enhorabuena al afortunado que volverá para mostrar una colección completa en el certamen del año que viene.
Jóvenes Diseñadores IX
La grandísima triunfadora de la noche fue Laura Cosmea, modelo y ahora también diseñadora de joyas, ropa, bañadores y complementos, que se llevó cuatro de los cinco premios que estaban en juego: el segundo premio al diseñador, el mejor complemento, el mejor bañador y el premio al mejor talento cántabro. Como hace tiempo que la conocemos y sabemos lo majísima que es, enhorabuena una vez más. Impresionante verla recorrer la pasarela llorando como una magdalena ante el aluvión de premios, seguro que antes de empezar el desfile ni se imaginaba que se aproximaba una tarde-noche que no olvidará en su vida…
Jóvenes Diseñadores X

Aún están verdes

A todos los que estéis al loro de la llegada del otoño para pasaros por el Hayedo del Saja-Besaya y disfrutar con el colorido marrón-rojizo-amarillento habitual de la época, notificaros que toca esperar porque ayer mismo seguían las hayas perfectamente verdes. Habrá que pensar la siguiente visita para dentro de unos quince días por lo menos, que esto no cambia de hoy para amañana.
Hayedo del Saja-Besaya
Eso sí, cielo nublado y primer día que noté que estamos ya en octubre. Mientras que por Santander y otras ciudades de la costa tenían un domingo espléndido, en el interior hacía más fresquito debido a esos quince graditos raspadillos. Como siempre, seguiremos informando por no estar callado.

En el Palacio de Riva-Herrera (I)

Cuando conté que la visita al Palacio de Riva-Herrera en realidad se había transformado en una visita al centro de demostraciones de SmartSantander no puse ni una miserable foto del edificio y eso que lo merece. Como otros tantos por aquí, la palabra palacio no implica lujos desmedidos sino casona noble de esas con torreón a la que se accede por esta puerta.
Entrada al Palacio
A mano izquierda un cartelón hecho con mi querido hierro oxidado, en el que se puede leer «Años atrás se fabricaron seis galeones…».
Cartel en la entrada I
En pequeñito también figuran las palabras de Juan de Castañeda, que en 1592 daba cuenta de la construcción de los barcos en una fábrica bajo la supervisión de Fernando de la Riva-Herrera, el que mandó remodelar este palacio allá por el siglo XVI para darle más o menos la forma que tiene actualmente.
Cartel en la entrada II
Una vez sobrepasada la puerta nos encontramos con la Torre de Pronillo a la izquierda, construida en el siglo XVI y a la que se le adosó la casona de la derecha en plan vivienda. El conjunto es la construcción civil más antigua de Santander.
Palacio de Riva-Herrera
Hasta hace poco estaba en ruinas, incluso bajo la amenaza de ser derribado para hacer viviendas. Gracias a la intervención de la Doctora María Ealo de Sá fue declarado Monumento Nacional el 27 de abril de 1978 y así se acabó salvando por los pelos. Lo remodelaron entre 2010 y 2012, ahora es conocido como «Enclave Pronillo», allí está la sede de la «Fundación Santander Creativa» (los del Desvelarte) y en su interior tiene aulas, salas para talleres, espacio para exposiciones, etc.

Claro que no sólo se puede ver eso. Antes de entrar me di una buena vuelta alrededor para cotillear a la busca de carnaza. Y oye, alguna cosa sí que tiene. Otra maravillosa intervención artística de asombrosa similitud con la que hay a la entrada del Museo de Arte de Santander.
Obra... o algo así
Otra obra de arte. Un… una… ejem… un algo. Esto.
Otra obra de esas
Al señor feudal le debían ir los juegos de pelota porque montó un frontón según se entra a mano izquierda. No sé yo si las rayas serán muy reglamentarias, si será en realidad para jugar al brilé medieval o si me encontraré delante de otra obra de arte integrada en el entorno, por si acaso no me pongo a pegar pelotazos contra la pared no vaya a salir el guarda de seguridad, me pille por la oreja y me eche fuera.
Frontón de Palacio
Como allá donde hay arte todo se contagia, fijaros qué salida de emergencia aparece en la parte trasera del edificio junto al parking. Lineal, minimalista y en óxido para darme qué hablar. Tampoco descarto que sea otra obra de arte, que aquí nunca te puedes fiar de nada…
Salida oxidada de emergencia
Esto en cuanto a la parte exterior del palacio, dentro de unos días toca ver el interior.

Una bici con historia

Ya he fotografiado más de una y más de dos bicicletas que fui encontrando en mis cotidianos devenires. Hoy toca una muy, muy rara. Imaginaros la cara que se me quedó cuando estaba en la Plaza de Pombo y veo aparecer un hombre pedaleando en… eso.
Bici extraña I
En principio pensé si la habría hecho a mano, o si era producto de un recorte en una bicicleta normal. Le pedí al dueño permiso para fotografiarla, nos pusimos de cháchara y me contó que era una Orbea y la tenía desde hacía veinte años. Además de eso parecía haber atravesado un túnel de pintura mientras pedaleaba porque la decoración ya veis, ligeramente «a lo bestia».
Bici extraña II
Buscando en Google (como no), realmente este tipo de vehículos no se definen como bicicletas sino como biciclos, ingenios precursores de la bicicleta en que la rueda delantera es la vez directriz y motriz. Mira qué bien, ya aprendí otra cosa nueva por si algún día voy al «Saber y ganar».

Iros preparando

Aunque estemos en medio de un veranillo con temperaturas de veinticinco grados al mediodía, aunque parezca que fue ayer cuando uno se pegaba esos paseos por Somo mientras los barcos cruzaban la bahía y parecía cómo si se pudieran tocar sólo con estirar la mano…
Barco en la Bahía
…hay que darse cuenta que estamos ya en octubre. Es otoño. Se acabó el Mundial de Vela. Dentro de nada cambiará el tiempo y empiezan esos ocho meses en que no hay nada en Santander más que viento, lluvia y fresquete, con tan poca gente por la calle que hasta consigues aparcar a la primera en el mismísimo Paseo de Pereda. Vayámonos preparando mentalmente y ánimo, que ocho meses pasan pronto.

Frases desperdigadas

Si el festival de arte urbana Desvelarte 2013 fue dejando Santander plagado de palabras variadas, el Desvelarte 2010 creo que fue dejando frases y más frases por diversos puntos. Cuando pasé por la Isla de la Hierba había visto alguna, desde entonces he ido retratando unas cuántas más pero tranquilos, que de esta vez ni me pondré a perseguirlas, ni a darle la lata a la gente para que me diga donde están, ni a buscarlas por Santander adelante hasta tener de la primera a la última.

Ahí van más ejemplos. Una caseta, cerca del campo de tiro de Cueto (actualmente en ruinas) donde se inicia el camino para llegar al Panteón del Inglés.
Palabras desperdigadas VI
Son frases biensonantes que no tienen mucha relación con el objeto donde están escritas, pero siempre será más entretenido que encontrar una caseta verde sin más.
Palabras desperdigadas VII
Cerca hay otra en un muro. Buscando en Google a ver si es parte de la obra de algún autor medianamente conocido no conseguí encontrar nada.
Palabras desperdigadas VIII
Otra más. «Cuando pienso en mi infancia siempre digo un río cerca». El que lo entienda que me avise, porque a mi me pilla con la neurona en off.
Palabras desperdigadas IX
Las más pintorescas las encontré en una caseta escondida entre las dunas donde almacenan material de uno de los chiringuitos playeros de El Puntal.
Palabras desperdigadas I
Frase por un lateral, se nota que fue pintada aquí porque ocupa dos paneles superpuestos y encaja perfectamente.
Palabras desperdigadas II
Una propuesta para hacer magia en el hotel. Esto suena a aquel chiste de «¿Jugamos al mago? Echamos unos polvos y luego desaparezco»…
Palabras desperdigadas IV
Otra frase por el otro lado, junto a lo que diría que es un bebedero de vacas salvo por el detalle: que aquí no hay vacas. «Dejad de respirar, no molestéis al tiempo». Alguno habrá que se tome en serio y la acabamos de liar.
Palabras desperdigadas III
La anterior también tenía pinta de haber sido hecha in-situ. Esta, en cambio, no. Casi diría que fue pintada en otro lado y luego sirvió para remendar una madera carcomida. ¿Porqué lo digo? Ná, intuición mía…
Palabras desperdigadas V
Y así más y más frases por la ciudad y sus alrededores. Seguro que los de aquí habréis visto alguna ¿a qué sí?

Calatrava en Oviedo

Desde el monte Naranco se tienen las mejores vistas de Oviedo, una ciudad bastante llana, plana, armoniosa, sin rascacielos ni aberraciones urbanísticas… o casi. ¿Veis eso blanco de la derecha?
Calatrava en Oviedo I
Alguien tuvo la genial idea de encargarle el Palacio de Congresos al famoso Calatrava y el resultado a la vista está, otro mamotreto de los típicamente suyos en color blanco que allí no pega ni con con cola. Claro que si sólo fuera eso… el coste se fue a los 360 millones de euros, SOLO cinco veces más de lo presupuestado. Yo me sigo preguntando cómo es posible que sabiendo que en todas las obras que ha hecho hay unos sobrecostes bestiales, alguien le siguiera encargando trabajos y no asegurando la cifras finales por contrato. Dan ganas de ser mal pensado…
Calatrava en Oviedo II
Mientras lo construian, se cayó un trozo de forjado hiriendo a tres obreros. Denuncia al canto y tres millones de indemnización que le tocó pagar a Calatrava y su equipo. La parte del tejado central debía girar y abrirse, pero entre que el sistema hidráulico daba lata y un informe de una empresa independiente en la que se ponían de manifiesto errores de diseño, al final ni se mueve ni nada. Acabada la obra se denuncian mutuamente el arquitecto y los promotores y le toca pagar a Calatrava otros tres millones de euros «por defectos en la construcción, sobrecostes y ausencia de una dirección real de la obra». O sea, por el chapucerío habitual (véase puente de Venecia, puentes de Holanda, el Zubizuri, la Ciudad de las Artes valenciana, las goteras de las Bodegas Ysios, etc, etc).

Manda huevos que no habrá arquitectos capaces de hacer algo elegante y armonioso como para acabar encargándoselo a alguien que hace un bicho tan feo que allí le llaman «el centollo».
Calatrava en Oviedo III
Es que si además estuviera en una zona despejada con algún jardín alrededor no daría tanto el cante, pero el entorno es el típico barrio obrero y ya véis el contraste. Edificios antiguos de ladrillo caravista con las supermodernidades centolleras por medio.
Entorno del Centollo ovetense

Adiós a Viva!

Daba ya por concluido todo lo relativo al «Desvelarte 2013» y su «Aquí, ahora, abecedario» pero por desgracia toca volver nuevamente a ello y más concretamente a la sección «Una menos». Ayer me acerqué a la zona del muelle de Gamazo. Al principio está la caseta de los prácticos del puerto, donde estaba la palabra «Viva!». Se puede distinguir en la parte derecha de la fachada, justo sobre la primera ventana del piso de abajo.
Caseta de los Prácticos
Pues tremenda sorpresa me llevé ayer cuando pasé delante y el ojo empezó a retemblar, claro síntoma de alarma y de que allí algo no iba como debiera. ¿Véis la palabra? ¿No? Pues yo tampoco…
Caseta de los prácticos del puerto
Ha desaparecido. Antes del Mundial de Vela habían pintado la caseta y pensé si la quitarían, pero no, al final siguió allí. Sin embargo hoy ya véis lo que ha pasado, desapareció. Una pena que poco a poco cada vez vayan quedando menos.
Aquí falta una palabra

Las viñas del casino

El año pasado de paseo por Mónaco me quedé sorprendido con varias cosas. Una, que aquello es un mazacote de edificios y cemento en una ladera que baja abruptamente hacia el mar. Poco menos que encajonada la ciudad en una cala y sin terreno libre donde construir no me extraña que los pisos existentes tengan los precios que tienen. Así se veía desde los jardines del Casino: apartamentos sobre el mar, al fondo más y más edificios hasta donde la montaña lo permita.
Vista desde los jardines del casino
El Casino, como no, probablemente el edificio más famoso de la ciudad con sus Bentleys, Rolls, Ferraris y Mercedes a la puerta. Faltaba el Aston Martin de James Bond, será que esta semana le toca trabajar en otro lado.
Casino de Montecarlo I
Como novedad novedosísima, habían plantado un montón de viñas en un jardín justo delante. Anda que no llevan tiempo haciendo esto mismo en la Ribeira Sacra, en el Baixo Miño o en Cambados sin darle mayor importancia. No serán viñas de alto standing como éstas, pero salir, sale un vino que está de película.
Casino de Montecarlo II
Claro que en Galicia no ponen una parabólica de chapa en el medio, supongo que será para ponerle la tele a las viñas y que no se aburran tanto tiempo ahí paradas.
Casino de Montecarlo III
Menos mal que la pusieron orientada hacia el norte porque si la llegan a orientar al sur, que es por donde sale el sol, en cuanto empezara a reflejar los rayos solares veraniegos churrascaba de la primera a la última viña y suerte habría si no quemaba hasta el Casino, que estas cosas las carga el diablo y nada que te despistes enseguida te la lían.
Casino de Montecarlo IV

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