La cabra tira al monte Buciero (IV)

Iremos acabando ya con el relato de la subida al Monte Buciero, que si un montículo de 367 metros mal contados da para cuatro entradas, el día que suba al Pico Tesorero (2.570 metros) lleno todo un mes sólo con esa excursión. Y si subo al Everest mejor que le vaya cambiando el nombre al blog por «Vamos al Himalaya» porque no iba a hablar de otra cosa.

En la entrada anterior estaba en lo alto del pico disfrutando de las vistas. Menuda gozada sentarte en una piedra tranquilamente a que te dé el aire mientras contemplas Santoña allá abajo, todas las naves de las fábricas de anchoas, el puente por el que se sale en dirección a Cicero, ese pequeño cerro del fondo se llama Montehano y aunque casi no se distingue, a su izquierda hay un convento de los capuchinos declarado Monumento Nacional.
Santoña, marismas y Montehano
Al otro lado está Laredo, sus playas, la Ría de Treto y la bruma retirándose poco a poco.
Laredo
En lo alto del Buciero hay una cruz y unos diez metros más allá una bandera de Cantabria. En el suelo junto a la bandera encontré un banderín de color verde. Un tubo metálico sobresalía un poquito más arriba. Como la neurona tenía el día bueno deduje que alguien había subido y dejó el banderín como prueba de su hazaña. Seguramente metió el banderín en el tubo para que no se moviera y aún así se le ha caído. Pues nada, aquí vengo yo al rescate y voy a meter de nuevo el banderín en el canuto metálico para que luzca mejor.
Bandera y tubo
Pues menos mal que se me ocurrió echar una ojeada en el tubo antes de meter nada… porque fijaros qué había dentro e imaginaros la gracia que les iba a hacer ver uno llegando con un palitroque, metiéndolo dentro y destrozándoles el avispero… mare mía, de la que me salvé…
Sorpresa dentro del tubo
Detrás del Buciero hay otro pico aún más alto, el Ganzo con sus 376 metros. Sin embargo, las mejores vistas son desde el Buciero así que me ahorro la segunda subida del día.
Monte Ganzo
En cambio hacia el norte hay otro alto que sí me estaba entrando por el ojo derecho. Se llama «La Atalaya», con 314 metros y desde allí las vistas prometen mucho más.
La Atalaya
Probablemente se utilizaba como punto de vigilancia para alertar a los del fuerte de la llegada de algún enemigo. En la parte superior se distingue una construcción aunque parece en ruinas. La jodienda es que la ruta oficial de subida estaba bastante alejada de donde yo me encontraba y no se aprecia un camino directo para bajar la montaña y subir hasta la Atalaya. Como a un servidor ya ha tenido suficientes experiencias bajando laderas a lo bestia, aprovecho que casi es hora de comer para retirarme sin deshonra. Si eso ya lo subiré otro día con más ganas.
En lo alto de La Atalaya
Y para finalizar, qué mejor que una panorámica en grandote desde la mismísima cima del Monte Buciero. Sol, tranquilidad, aire puro, estas vistas, qué disfrute y aún es gratis. Aprovechémonos hasta que el gobierno ponga una «tasa por subida de montaña», porque seguro que a alguno del ministerio de economía ya se le ha pasado por la cabeza.
Panoramica desde el Monte Buciero

Vidrieras en la catedral

Dos vidrieras de la catedral de Santander. En una podemos ver a Santiago repartiendo mandobles al moro invasor. Cualquier día empezarán con la murga de que si es irrespetuosa, que si es una ofensa, una afrenta, un tal y un cual, hasta que por aburrimiento fuercen a cambiarla por una vidriera en que Santiago le reparte espadazos a Bob Esponja o cualquier otro tan neutro como anodino.
Santiago Matamoros
No sé quien será el representado en la segunda, pero desde que lo vi no me quito de la cabeza el parecido con el Rey Arturo en la buenísima película «Los caballeros de la mesa cuadrada» de los Monty Phyton. Quien sabe, igual el maestro vidriero se rió tanto como yo viéndola y quiso rendirles un homenaje.
El rey Arturo

Sensores por todos lados

Habiendo leído que había visitas guiadas al palacio de Riva-Herrera, corrí a apuntarme en la oficina de Turismo de Santander. Llegado el momento de la visita me entero que en realidad no te enseñaban el palacio, si no el centro de demostración de SmartSantander que Telefónica y el ayuntamiento han montado en la planta baja. Bueno… qué se le va a hacer, a caballo regalado no le huelas el sobaco así que vamos a ver qué es eso. Aluciné. Pude comprobar en primera persona que Santander está lleno de sensores por todos lados. En las paredes, en el asfalto, en el césped para saber si se necesita o no regar, los propios autobuses llevan una batería de sensores para ir midiendo temperatura, humedad y más historias a lo largo de la ciudad.

Gracias a la visita resolví una duda que tenía desde hacía tiempo. En varias calles había visto postes como éste. Pero ¿cómo harían para saber si una plaza estaba libre o no?
Poste indicador de aparcamientos
Muy fácil. La próxima vez que veáis una plaza de aparcamiento libre en el centro, echad una ojeada al asfalto. Seguro que véis algo como esto que sobresale.
Sensores en el suelo
Pues eso es un sensor. Transmite si está la plaza libre a un trasto de estos de las paredes, que a su vez lo retransmiten al lugar donde se procesan todos esos datos (creo recordar que algo de la Universidad de Cantabria).
Sensores en la fachada
Y a cuenta de ello pueden ir haciendo un seguimiento en pantalla de dónde hay un sitio libre, dónde están ocupados, calidad de aire, humedad, etc, etc. Controladísimos, nos tienen controladísimos. Fijaros qué cantidad de indicadores hay sólo en el Paseo de Pereda y alrededores.
Pantalla con indicacion de los sensores
Cualquier día nos ponen un sensor encima y nos cobran una tasa medioambiental por cada pedo (con perdón) que se nos escape…

Mi casa. Mi castillo.

Jodó… pero qué fijación tiene alguna gente con los castillos, fijación que se acaba viendo reflejada en su casa. Circulábamos por el Valle de Liendo, cerca de Guriezo, y vemos la puerta de la «Finca de la Yseca».
Entrada a la finca
Asomo por un lateral y me quedo de piedra. Madre mía, menudo torreón le han pegado a la casa, qué huellas ha dejado el Exin Castillos…
Casa con torreón
Como uno es así, sólo me fijé en el edificio y seguimos camino. Con posterioridad me enteré que aquí hay una ferrería donde contemplar fuelles, un martillo pilón y todo tipo de herramientas para trabajar el hierro. Además, en sus jardines hay un montón de árboles de interés, entre los que destacan un plátano o un tejo muy antiguo, así como acacias, castaños, hayas, robles y tilos. Me lo apunto para echar otra ojeada más detallada la próxima vez que pase.

Los iglesia de los jesuitas

Siendo sinceros, la catedral de Santander resulta excesivamente simplona y vulgar. Bastante baja, muy cuadradota, sin campanario como dios manda. En cambio hacia el interior de la ciudad hay otra con un campanario picudo mucho más llamativo.
Iglesia de los Jesuitas de Santander
Se trata de la denominada «Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Santander», aunque con ese nombre normal que se conozca como la iglesia de los Jesuitas a secas. Fue construida en 1890 y está en pleno centro aunque algo «encallejonada» como se puede ver en la foto anterior. Saliendo de la plaza Porticada hacia el Mercado del este encontramos esa calle que sube. Cincuenta metros más arriba está la iglesia con su campanario, su escalinata y su estatua de Jesucristo a la puerta.
Jesuitas de Santander I
Al ser plana la fachada no pensé que tuviera planta en cruz como suelen ser las iglesias, algo que con el Google Maps se puede comprobar perfectamente. Tampoco es que tenga muchos elementos destacables. Lo más interesante, la estatua de delante que por tamaño y cantidad de filigranas ya debió dar trabajo y salir por una pasta. Fue diseñada por el arquitecto Javier González de Riancho (autor también del Hotel Real o de El Promontorio), esculpida por Castellanos e inagurada en 1912.
Jesuitas de Santander III
Claro que por aquellos entonces daba igual que diera mucho o poco trabajo porque no hacía falta aflojar el bolsillo, pillaban por banda a algun/a benefactor/a y hala, a sus expensas que si eso ya verá la recompensa en el otro mundo.
Jesuitas de Santander IV

Homenaje a Luis Velez

En una esquinita del parque de las Llamas hay un monolito cuadrado de piedra. Allá me fui a leer qué pone y, ya de paso, retratarlo. Está dedicado a Luis Vélez Tarano, sargento del ejército del aire que tuvo la mala suerte de ir en un hidroavión que se estampó en el pantano de Beniarrés alicantino mientras trataban de apagar un fuego en la Sierra de la Estrella hace ya treinta y cuatro años.
Monolito-homenaje a Luis Velez II
En noviembre de 2011 se le hizo un homenaje y pusieron este monolito en su memoria. Bien que se lo merecen porque para esta gente cada día de trabajo es otro día de arriesgar su vida.
Monolito-homenaje a Luis Velez I
En Vimeo también hay un interesante video como homenaje a él y a los demás fallecidos en hidroaviones, que por desgracia no son pocos.

Fin de la historia

Bueno, señores y señoras, niños y niñas, monstruos y monstruas… se acabó lo que se daba. Por fin ha concluido la búsqueda del Santo Grial palabrero, por fin ha finalizado la persecución verbal, por fin el vocabulario puede descansar tranquilo: ya tengo (casi) todas las palabras que había desperdigadas por la ciudad a cuenta del festival Desvelarte 2013. Con la inestimable e impagable ayuda de Juan que me descubrió no sólo la ubicación de dos últimas, sino también a qué letra correspondía realmente cada palabra. Él fue a la fuente de la historia. Al ser serio y con buenas intenciones, la fuente le respondió. Hacía tiempo yo había preguntado lo mismo al origen de las palabras pero me debieron ver la pinta y me tomaron por el pito del sereno. En fin, que así pude fotografiar la penúltima en pleno centro, en plena calle Cádiz.
Fachada de la tienda Cristmol
Fijaros qué escondidita. Cuántas veces habré pasado por ahí y ni cuenta me di que bajo el toldo una de las palabras perseguidas se reía de mi en silencio.
Palabra escondida
«Incendio 1941», en recuerdo del famoso incendio que en ese año dejó sin vivienda al 10% de los santanderinos y el centro hecho unos zorros. Evidentemente esta palabra corresponde con la letra I.
Incendio 1941
En el Centro Cívico Meteorológico (con ese nombre lo primero que me vino es un local donde la gente se reune para hablar del tiempo. «Parece que va a llover». «Si, pero mañana seguro que mejora…») de la calle General Dávila estaba la otra. La última. Ahí, en una casa delante de la que habré pasado también un montón de veces.
Fachada del Centro cívico meteorológico
Y por aquí a la derecha se sube desde el centro, una cuesta que también he utilizado abundantemente. Lástima no tener ojos en el cogote porque entonces me habría dado cuenta que en esa fachada estaba la palabra «Actúa», con la T bien grande para que se sepa a qué letra hace referencia.
Lateral del Centro cívico meteorológico
Ahí la tenéis, la última, el final, ya no hay más. Se acabó la búsqueda. Finito. The end. Cambiamos el «Aquí, ahora, abecedario» por «Aquí, adiós abecedario».
Palabra en la pared
Esta es la copia del documento que me enviaron e hizo la luz en mi cabeza. Todas, descritas una a una con su autor, letra, palabra y localización. Más fácil imposible.
Lista letras Aquí. Ahora, Abecedario
Tan sólo hay dos que no he podido retratar, ni podré. Una es la R de Respira que ha desaparecido y otra la F de flota, puesta en una fuente y que debió durar dos suspiros. A modo de resumen dejo aquí la lista con enlace a la entrada del blog donde aparecen fotografiadas. Que aproveche y veremos qué sucede en el «Desvelarte 2014» que será en octubre, ¡ya mismito!

A – Aquí, plaza Porticada
B – Paga en B, escaleras al final de la calle Emilio Pino
C – Contraataque, esquina calle Tantín con Río de la Pila
D РDinero, edificio del Banco de Espa̱a
E – Ego, Museo de Arte Contemporáneo, calle Rubio
F – Flota. En una fuente. Temporal y desaparecida
G – Galaxia, muelle playa de Los Peligros
H – Moho, calle Arrabal junto a la tienda MAC
I – Incendio1947, fachada tienda Cristmol, calle Cádiz 21
J – Juega, calle Valliciergo junto al nº7
K – Kyrie Eleison, escaleras de subida a la Catedral desde calle Lealtad
L – Línea, rotonda algo más arriba del Lupa de la S-20
M – Monotonía, entrada de la Biblioteca Central
N – NO (Corrupción), acceso peatonal al parking de Castelar
Ñ – Sueña, muro en la calle Macías Picavea
O – Olvido, paso elevado calle Cajo
P – Pausa, torre de bocinas Cabo Mayor
Q – Quintaesencia, Centro de Interpretación del Litoral en La Maruca
R РRespira, en gimnasio de Men̩ndez Pelayo, ya desaparecida
S – Silenciarte, funicular Río de la Pila
T – Actúa, Centro Cívico Meteorológico, calle General Dávila 89
U – Mulier, peluquería Alex Arroyo, calle Ataúlfo Argenta
V – Viva, caseta de los prácticos en Puertochico
W РWonderland, t̼nel parque de la Marga
X – Xilófono, Conservatorio General Dávila
Y – Aleluya, puerta del Mercado de la Esperanza
Z – Zoquete, entrada bajo los jardines de Piquío

Campaña pro-falda masculina

Debe haber una campaña en Santander a favor del uso de la falda por parte de los hombres porque ya he visto un par de pintadas al respecto. La primera, cerca de la calle San Celedonio.
Póngase falda I
Amamos la vida salvaje y como no nos gusta que nos domestiquen, nos ponemos faldas. No acabo de verle mucha relación a los dos conceptos pero será que habiendo madrugado estoy algo más espesito de lo habitual.
Póngase falda II
Otra pintada en la calle San Luis nos transmite el mismo mensaje.
Póngase falda III
Pues no sé yo si animarme… cuando pasé por el Faro del Caballo puse una foto de mis piernas y para llevar falda me parece que tengo mucho que depilar antes de poder lucir muslamen…
Restos de la batalla

Visita del Buque Cantabria (II)

Hace una semanita tocó la primera entrada de la visita que hizo el Buque Cantabria de la Armada española a Santander, hoy vamos con la segunda no sin antes mostrar al barco atracado en la Estación Marítima porque barquito, mar, cielo y nubes siempre hace una foto la mar de potable.
Buque Cantabria atracado en Santander
El hangar de popa estaba vacío, donde yo esperaba ver un helicóptero o dos, en realidad había un montón de sillas por si te querías sentar a ver una proyección donde te contaban la vida, obra y milagros del barco y una exposición de cacharros marineros variados. Equipos de buceo, equipos para combatir el fuego, equipos NBQ que tan útiles serían los lunes por la mañana en el autobús, etc.
Material variado del barco
En otra esquina un grupo electrógeno y un montón de banderolas de esas que cada una indica una letra, junto con la bandera de España a su izquierda.
Grupo electrógeno y banderas
Pasamos a la estancia adjunta al hangar y allí tenían a triple pantalla una especie de videojuego simulador de lancha rápida que va pegando cañonazos por el mundo. Como a mi los videojuegos ni fu ni fa, seguimos el recorrido.
Simulador de barcos
Ante unas escaleras estaba un soldado con un par de artefactos de pegar tiros por si los niños querían sacarse una foto sosteniendo un fusil CETME en sus brazos. Mala cosa, a ver si alguno se le antoja el aparato y luego no hay quien lo soporte llorando porque se queda sin poderse llevar el fusil a casa. Además había otro trasto mucho más interesante, una MG42 que esto ya son palabras mayores. No será una Browning M2 pero también llama la atención.
Quiero juguete nuevo
Seguimos caminando y llegamos al puente de mando, que parecía el Cortinglés en sábado de rebajas. Menuda aglomeración, que cantidad de niños subidos a los asientos mandándole cascotazos a los indicadores y entretenidos moviendo mandos mientras los padres les sacaban fotos con el móvil. Tranquilos, no pasa nada, lo que se rompa lo pagamos todos a escote y aquí paz y después gloria.
En el puente de mando
Tocaban un botón, tocaban otro, al final acabó saltando la alarma de hombre al agua (creo, es esa de color rojo) y el pobre marinero corre que te corre para conseguir pararla. Al lado de la sirena tenían una imagen de la Virgen (la del Carmen, supongo) a la que le debieron poner la cabeza loca con tanta escandalera.
Virgen y alarma
Otros estaban mucho más tranquilitos echando una ojeada a los aparatos de rumbo y meteorología, situados todos juntitos a espaldas de los asientos del puente de mando. Para esto yo no serviría. Mira que me gustan los mapas, mira que me gustan las pantallas con temas de orientación, rumbos, distancias y demás, pero ya teniendo problemas para distinguir izquierda y derecha, si además me ponen las pantallas en sentido contrario al avance del barco no iba a dar una, izquierda, no, derecha, no para aquí o para allá, ¡zasca! Barco encallado en la Horadada
Viendo los aparatos
Para finalizar, un último detalle del puente de mando. Nada más entrar había un panel de comunicaciones con todos estos cacharros. Interesantísima esa notita que se ve, ahí figuraba el encargado titular y el suplente a los cuales se les encomendaba la destrucción del teléfono me imagino que en caso de problemas gordos. En otra esquina de la sala había un martillo de picapedrero que me preguntaba para qué sería, pues nada, creo que ya sé su destino.
Cuadro de comunicaciones
Atención también al botoncito de «Tifón». Qué ganas más horrorosas me daban de apretarlo para ver si con ello se producía un tifón en las inmediaciones de Santander. Qué le vamos a hacer, a mi me encanta el viento… ¿será para avisar que viene un tifón? ¿Tendrán otro botón para maremotos? ¿Habrá algún sistema de armamento llamado tifón? ¿Será un botón camuflado para avisar si acaso el marinero encargado del panel tiene una urgencia urinaria? ¿Hay algún marinero de la Armada entre los presentes que pueda hacer luz en nuestra ignorancia?
Avisador de tifón

Los Picayos de Tanos

Parece mentira cómo cambian las cosas en unos metros. A escasa distancia de otra de esas rotondas que meten miedo se encuentra un conjunto escultórico a la vez que palco que me dejó anonadado.
Auditorium de los Picayos I
No es por el color amarillo. No es por el reborde en hierro oxidado. Es por esas dos estatuas. Parece mentira que no dejan de ser unos tubos doblados, pero el cerebro inmediatamente lo asocia con un paisano y una paisana bailando. Del izquierdo aún cabría una incertidumbre sobre si es un berbiquí gigante de diseño, pero el de la derecha no ofrece la menor duda.
Auditorium de los Picayos II
Se nota que el autor del conjunto tenía el día experimentador cuando lo diseñó, baste ver las formas o donde situó la puerta de entrada. Ahora que si así funciona y les resulta cómodo, no seré yo el que ponga un pero.
Auditorium de los Picayos III

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